Despedidas con aprendizaje.

Por Mamá Golondrina Yolanda Fortes @MamaGolondrina

Ayer mi cielo ganó una estrella.

Lo sabía cuando me dijeron que te habías ido pero la mente si no ve, no cree. Sentía que era verdad que me observabas desde arriba aunque el poco silencio de tu despedida no me dejaba escuchar.

Se que mi madre te hablo el miércoles pasado y también se lo mucho que te quería. Mi amor hacia ti es diferente. Es un amor de admiración por ser una matriarca enérgica y potente: tu hospitalidad y afán de ayudar a los demás, tu cabezoneria por querer valerte sola, tu debilidad ante las palabras de tu marido…

…desde fuera te veía guerrera, luchadora. Te veía desde pequeña y durante muchos veranos.

Te veía. Te sentía diferente.

Lo eres.

Te siento como el pilar de las emociones de tu entorno, el motor de los que te amarán siempre.

Muchos ven contradictorio que fueses una mujer libre e independiente para volverte todo lo contrario. Y eso, se llama vejez, volver a ser como niños. Y nadie nos prepara para ello. Ni nosotras mismas nos cuidamos emocionalmente para ese momento. Nos dejamos ir. Fluimos sin más.

Y nos convertimos en desconocidas de nuestra propia vida.

Ayer te despedí sin verte aún sabiendo que sí estabas. Me fui a sentir la tierra. Tierra que forma parte de todos. Me cambié el calzado y me perdí un momento.

Y allí estabas tú!

Entre los árboles, brillando con fuerza, cegando mis ganas de encontrarte entre los rayos del sol. Y con eso me quedo… con tu brillo imponente, con tu carácter guerrero y con tus lecciones de vida.

Si tú pudiste con mucho y más, los que quedamos, también lo vamos a lograr.