Los personajes de Alice Munro están tan bien descritos y tan bien plasmados en sus textos que la humanidad que rebosan va más allá del personaje literario protagonista de la obra que lees, acaban convirtiéndose en compañeros (compañeras) de vida con las que sufres, con las que te alegras, con las que lloras o con las que te inquietas. Una sensación que pocos grandes de este oficio consiguen. Pues bien, no lo revelo yo al mundo, pero Alice Munro lo es. Uno de los grandes. En cuanto a personajes podría decir que de los más grande con los que me he encontrado. Desde luego en cuestión de personajes femeninos nadie ha conseguido llegarme de la manera que esta mujer lo ha hecho.
Descubrir a Alice Munro no ha sido descubrir sólo su obra, sino para mí ha supuesto descubrir una forma narrativa. Los cuentos. A los cuentos yo los había tontamente prejuzgado creyéndolos menores, incompletos. Absurdamente y de forma imperdonable consideraba que el cuento era una especie de novela insuficiente, a medio camino y sin acabar. Que sus autores no habían conseguido resolverlos de manera apropiada, que no habían logrado construir una novela. Qué estúpida.