Desde que mi hija estaba en mi vientre su papi y yo hablábamos sobre “donde va a dormir”, el siempre me decía que era mejor que durmiera en nuestra cama, pero yo opinaba lo contrario, por temor a maltratarla.
Cuando nació acordamos que dormiría en su cuna, al lado de nuestra cama y así fue, ella no lloraba y cuando recordaba yo estaba atenta, la señal eran sus movimientos, yo me levantaba le daba seno en una silla y luego la acostaba, ella solo recordaba 3 ó 4 veces.
A los 4 meses y medio le dio una pequeña congestión nasal y decidimos que por el tiempo que estuviera así durmiera a nuestro lado para estar más atentos a cualquier situación que se presentara, yo no tenía miedo de que durmiera cerquita de nosotros porque la veía mas grande, mas fuerte y además se sentaba, y de esta forma escuchaba su respiración y estaba más tranquila.
Al tercer día ya estaba bien y la acosté en su cuna pero solo paso media hora cuando recordó, me levante, la saque de su cuna, le di pecho en la silla y se durmió, pero a los 45 minutos nuevamente se despertó y paso lo mismo, esa noche me levante más de 5 veces; al día siguiente me paso igual y me preguntaba que pasaba, mi esposo me decía, ella quiere dormir en nuestra cama, pero yo insistía que debía dormir en la cuna, hasta que la tercera noche yo un poco agotada decidí acostarla en la cama y ella no recordó mas, durmió tranquila toda su noche. Desde entonces EN MI CAMA SOMOS TRES. Ella recuerda, le doy el seno, y luego se va a buscar la costilla de su papi, ahora dormimos todos más tranquilos, y al despertar lo primero que vemos es a nuestra pequeña; y ella al abrir los ojos se le nota la alegría al vernos y nos regala una gran sonrisa, la cual nos alegra el día.