Para comenzar la jornada quedamos en la Ría de Navia con la intención de comprobar si el macho de Eider común que ya se había visto hacía más de dos meses seguía por la ría. Hacía unas cuantas semanas que no se veía y nos temíamos que se hubiera marchado, pero nada más llegar lo vimos nadando en medio de la ría. No estaba mal para empezar. No era raro que no se hubiera visto en todo ese tiempo, ya que al poco de llegar, observamos como se dirigía hacia la desembocadura de la ría y lo acabamos perdiendo de vista. Seguramente haga lo mismo todos los días, por lo que encontrarlo no deja de ser cuestión de suerte.
En la poza, varios azulones nadadaban junto a un grupo de zampullines chicos, mientras unas cuantas garzas reales, garcetas y cormoranes grandes descansaban en la orilla.
Teníamos que darnos prisa si queríamos aprovechar la mañana, así que nos dirigimos a la rasa de la zona de Tapia para ver que se movía por allí. Varios bandos de chorlitos dorados comían entre los rastrojos del maiz levantándose frecuentemente si sentían la presencia del halcón peregrino que sobrevolaba el campo de vez en cuando en busca de una presa. Lo que nos encontramos posado en uno de los ratrojos no fue al halcón, sino a un pariente suyo, un esmerejón que pasa el invierno en la zona y que usa los restos secos del maíz como atalaya.
En un prado cercano, comiendo entre las patas de las vacas un grupo de varias garcillas bueyeras no quisieron faltar a la cita. El número de estas aves parece ir en aumento año tras año, aunque al llegar la primavera desaparecen y no se las vuelve a ver hasta finales de verano. Las que no aparecieron fueron las cogujadas, que tienen aquí una de sus pocas áreas de cría de Asturies.
Pero a falta de cogujadas, los bisbitas comunes y costeros se alimentaban en el suelo pisado por las bacas mientras unas pocas alondras preferían buscar la comida entre unos brezos al borde del acantilado.
Estoninos negros y pintos también usaban los prados donde estaban las vacas para alimentarse, pero mientras que los pintos aún conservaban su plumaje invernal, algunos estornintos negros ya lucían su lustroso plumaje de cría y los machos empezaban a cantar, seguramente inspirados por el ambiente primaveral.
Después de buscar sin éxito al escribano nival que se había visto hacía unos días en unos acantilados de la costa, cruzamos el puente de los santos y nos dirigimos a Rinlo. Frente a la costa hay un posadero de cormoranes que suele estar muy concurrido y donde se suele ver alguno de nuestros moñudos anillados. Esta vez no hubo suerte y no pudimos leer ninguna anilla, pero además de moñudos compartían el posadero con ellos varios cormoranes grandes y en las rocas próximas también descansaban varios gaviones, gaviotas patiamarillas y sombrías y unos cuantos correlimos comunes y algunos correlimos oscuros.
Ya se acercaba la hora de comer y yo tenía que seguir viaje hasta Galicia como todos los años, así que Gilberto y yo nos despedimos y yo me acerqué a comer a Castropol, y aprovechar también para ver si había llegado algún colimbo. La ría estaba desierta y salvo algún charrán patinegro y unos pocos cormoranes grandes, y unos pocos anades silbones que se veían a lo lejos, estaba vacía.
Lo que no me esperaba en ese momento era que lo mejor aún estaba por llegar. Cuando ya me iba a marchar llegó un mensaje de Pablo Miki que decía que dos barnaclas cariblancas estaban posadas en uno de los rastrojos por donde habíamos pasado hacía unas horas. Estaba a tan solo cinco minutos así que con el bocadillo en una mano y el teléfono en la otra llamé a Gilberto para volver a vernos.
Cuando llegué ya las localice junto a un grupo de gaviotas patiamarillas. Estaban bastante lejos y preferimos no acercarnos para no espantarlas. Pero no fuimos nosotros, sino un halcón peregrino el que levantó a todo el grupo, que se alejó volando hasta unos prados cercanos.
Poco después de posarse, se volvieron a levantar de nuevo. No parecían encontrarse muy convencidas del nuevo lugar que habían elegido. Dieron varias vueltas y temimos que se fueran definitivamente, pero después de seguirlas durante un rato comprobamos que se habían posado detrás de una pequeña loma y todo parecía indicar que se encontraban en la playa.
Y efectivamente allí estaban junto a un grupo de gaviotas. Después de hacerles unas fotos lejanas me despedí de Gilberto y me fuí, que ya se me hacía tarde.
No hay duda de que el día había merecido la pena. Que mejor manera de despedir el año que esta.
Lista de especies observadas (más o menos en orden de aparición)
1) Eider común2) Ánade real3) Ánade rabudo4) Garza real5) Garceta común6) Cormorán grande7) Chorlito dorado8) Ratonero común9) Cernícalo común10) Chorlito dorado11) Estornino pinto12) Estonino negro13) Alondra común14) Bisbita común15) Bisbita costero16) Gorrión común17) Jilguero18) Pardillo común19) Garcilla bueyera20) Chochín21) Tarabilla común22) Esmerejón23) Halcón peregrino24) Cerceta común25) Pato cuchara26) Gaviota patiamarilla27) Gaviota sombría28) Gallineta29) Colirrojo tizón30) Corneja negra31) Cuervo32) Urraca33) Porron común34) Cormorán moñudo35) Gavión36) Chorlito gris37) Correlimos común38) Vuelvepiedras39) Correlimos oscuro40) Vuelvepiedras41) Charrán común42) Ánade silbón43) Barnacla cariblanca