Aprovechando el paréntesis veraniego y la operación salida, PSOE, CiU y PNV nos la han metido doblada. Si la reforma laboral propuesta por el Gobierno Zapatero era ya, en su origen, un atropello sin precedentes a los derechos de las trabajadoras y trabajadores, el Congreso de los Diputados avaló ayer como causa de despido objetivo “la previsión de pérdidas y la disminución persistente del nivel de ingresos“. ¿Y a esto le llaman socialismo? Increíble, pero cierto.
El PSOE está haciendo el trabajo sucio a la derecha, mientras la patronal se frota las manos porque nunca pensó que encontraría en Zapatero un lacayo tan sumiso como leal. CiU y PNV, por su parte, juegan al gato y al ratón, sirviéndose de la soledad del Gobierno para presionarle, pero eso sí nunca pensando en el bienestar de la ciduadanía sino en sus propios intereses. Se escudan en la abstención, pero en bambalinas negocian y pactan apaños, cuya letra pequeña desconocemos. La tramitación por vía de urgencia evita, además, el debate en pleno y fomenta cierto oscurantismo, que queda reforzado, además, por la fecha elegida, 29 de julio.
La reforma laboral es, en cualquier caso, una amenaza real, que tendrá graves consecuencias sobre miles de personas, que podrán perder su trabajo, con una indemnización de sólo 20 días, si su empresa argumenta posibles pérdidas o mermas de ingresos. Se abre de este modo un auténtico coladero, que nos deja en la más absoluta indefensión. Un día negro el de ayer para la ciudadanía, que nos obliga a dar la batalla en la calle, con más fuerza si cabe, en la Huelga General del 29 de septiembre. No nos dejan más salida que las barricadas.