El mar siempre despierto,
el mar despierto ahora también a mediodía,
cuando todos reposan menos yo y tú
me da mejor que nadie y nada tu conciencia,
dios deseante y deseado,
que surtes, desvelado
vijilante del ojo suficiente,
de la sombra y la luz, en pleamar fundida,
fundido en pleamar.
Tus rayos reespedidos hacia el sol,
fuentes de luminoso y blanco oro surtidor
que refresca la vida al todo blanco sol.
Y el pleno solo te llena, con su carbón dentro,
como la luna anoche, el sol eres tú solo,
solo pues eras la luna, el solo eres tú solo,
solo pues que eres todo.
Conciencia en pleamar y pleacielo,
en pleadios, en éstasis obrante obrante universal.
* Juan Ramón Jiménez