Despilfarro

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Imagen extraída de http://www.diariocanariasimporta.com

En estos tiempos en los que estamos hartos de remirar hasta el último céntimo para no salirnos ni un ápice del, cada vez más escaso, presupuesto doméstico, a una le dan ganas de que instauren de una vez por todas la guillotina y le corten la cabeza a tanto político inútil y derrochador; como bien hicieron en la Revolución Francesa. Ejemplo que tendríamos que seguir a rajatabla.

El pasado mes de agosto, tras un breve salto de fin de semana a la isla de La Palma, que no visitaba desde hacía algún tiempo, me encuentro con las nuevas instalaciones del aeropuerto.

Ingenua de mí, pensaba que aquello era una simple ampliación de lo que ya estaba y que por eso tocaba entrar por otro lado. Pero una vez situada y recibida por unas amigas autóctonas, me explican que aquel aeropuerto pequeño que yo recordaba ya lo han tirado y que ahora tienen uno nuevo, eso sí de unas dimensiones descomunales.

No sé yo cuántos aviones alemanes pensaban fletar con dirección a La Palma cuando se pusieron a diseñar el nuevo edificio o si simplemente alguno pensó en hacer el más mínimo cálculo del tránsito real que iban a tener. Pa’ qué. Aquí todo a lo grande, que ya vendrán las subvenciones de algún sitio. En consecuencia, nos encontramos con unas instalaciones inmensas y absolutamente desaprovechadas, con plantas inoperativas y un montón de salas vacías. Eso sí, supongo que para amortizar el espacio, para tomar cualquier vuelo te hacen dar más vueltas que un trompo. Sacas la tarjeta de embarque en una planta, donde hay en funcionamiento dos mostradores de facturación y más de diez vacíos y apagados. Para embarcar tienes que ir a otra planta, pero no puedes ir por la escalera más próxima, que tiene un disco de prohibido; tienes prácticamente que dar la vuelta al edificio para subir por otro lado. Y si no tienes algún guía (como en mi caso eran mis amigas, que ya habían pasado por el trance), pues te puedes tirar un buen rato dando vueltas hasta conseguir situarte. Para seguir facilitándole la labor al viajero, el parking es un auténtico laberinto, tanto para entrar como para salir y lo aconsejable es no tener un coche mucho mayor que un seiscientos; porque es probable que roces con alguna columna, que no por falta de espacio, parece que brotaron como las setas por toda la instalación.

A la vuelta, tarjeta de embarque y DNI en mano (en agosto agotábamos los últimos días de no tener que adjuntar el certificado de residencia), me dirijo por la puerta correspondiente hacia el avión por una confortable rampa, que de forma abrupta se interrumpe para convertirse en una ensortijada y estrecha escalera de cemento. Entonces pienso que sería que el presupuesto se les acabó a mitad de las rampas y no le quedó más remedio que rematarlas con escalones. Porque de lo que se dice del diseñador “guárdame un cachorro”.

De modo que me temo, que el de La Palma se suma a la lista de instalaciones aeroportuarias españolas infrautilizadas que a todos nos cuestan un pastón.