Eso fue lo que se acordó en el Tratado de Versalles de 1919, pese a las protestas de quien era el principal responsable del Tesoro Británico en la Conferencia de Paz de París, John Maynard Keynes, que renunció a este cargo en junio de 1919 al rechazar la magnitud de las demandas impuestas a Alemania en Versalles. A los pocos meses, Keynes publicó Las consecuencias económicas de la paz, en la cual advertía que dichos pagos draconianos podían desmoralizar a toda Alemania y llevarla a provocar, en venganza, otra guerra. Y así fue:
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