Poner en marcha una nueva plataforma oficial de discusión para la sociedad civil en el proceso es, sin duda, un buen paso adelante y debería crear un precedente en las negociaciones de la CMNUCC . El gobierno venezolano puede estar orgulloso de haber tenido esa idea, pero en cuanto a cumplir con el compromiso de dejar que la sociedad civil trasladara su visión a los ministros, la PreCOP ha dejado mucho que desear.
En contradicción con el espíritu de la reunión preparatoria de la PreCOP Social celebrada en julio, donde la sociedad civil realmente lideró el proceso, esta vez los primeros dos días de debates fueron dirigidos por el Gobierno de Venezuela. El borrador que la Presidencia nos presentó como “resumen” de nuestras discusiones omitía muchas de las cuestiones clave previamente acordadas por un gran número de organizaciones. Debido al gran desacuerdo en torno al documento y a la falta de voluntad del gobierno venezolano para reabrir el documento, tras intensas horas de discusión entre la presidencia y los participantes, la única solución fue asumir el texto como un “Resumen Presidencial”.
Por todo lo anterior, Greenpeace —así como otras organizaciones— no puede apoyar el resumen de la Presidencia ya que carece de referencia alguna a dos puntos que consideramos esenciales para los ministros de cara a la COP20, en Lima. Entre ellas:
1) La necesidad de establecer un objetivo global a largo plazo y emprender un proceso de transición justa que nos permita eliminar gradualmente los combustibles fósiles y alcanzar el 100% de energía renovable para todos a más tardar en el año 2050. Algo que, de acuerdo con el último informe del la máxima autoridad científica sobre el clima (el IPCC), no solo es un camino necesario para evitar los peores impactos del cambio climático y garantizar los medios de vida de millones de personas, sino que es esencial para cumplir el objetivo internacional de proporcionar acceso global a una energía asequible y evitar los graves impactos vinculados a la falta de este recurso básico, al mismo tiempo que las naciones obtienen los beneficios económicos y geopolíticos derivados de este cambio de sistema.
2) La importancia de que todos los países presenten compromisos ambiciosos para el acuerdo climático que debe alcanzarse en la COP21, idealmente en marzo de 2015 y no más tarde de junio. Paralelamente, será fundamental establecer un proceso de evaluación internacional de los mismos que pueda tener lugar mucho antes de la COP21.
Además, me quedo con una preocupación fundamental vinculada al paradigma central en la discusión de Venezuela: la división entre países desarrollados y en desarrollo ya no es aceptable en la realidad geopolítica actual, ni ante el enorme y urgente desafío que tenemos en frente para hacer frente al cambio climático.
El mundo se mueve rápido y el paradigma que era válido en los noventa ya no refleja la realidad actual. La lucha contra el cambio climático requiere acción audaz de todas las partes, el establecimiento de compromisos jurídicamente vinculantes de acuerdo con su cuota justa de contribución. Los países tienen que alejar sus discursos de la culpa y la deuda y enfocar el debate en la responsabilidad nacional e internacionalteniendo en cuenta las responsabilidades históricas y diferentes trayectorias, así como las diversas realidades sociales y económicas a nivel nacional. Es imperativo comenzar una transición hacia la transformación de las economías basadas en los fósiles, redirigir los mecanismos financieros y de cooperación internacionales y bilaterales hacia las soluciones energéticas de este siglo, así como considerar a los sectores, comunidades y países más vulnerables asegurando una transición justa en el proceso en el que la visión global de un futuro 100% renovable se convierte en una realidad.
Si algo hemos aprendido en Venezuela es que la organización de una reunión como ésta lleva aparejada una gran responsabilidad. Empezando por la promoción de una amplia participación en el proceso, sin exclusiones, y siguiendo por un ejercicio de escucha y respeto a las opiniones de los participantes, así como la garantía de que el mensaje que más adelante se traslade a los ministros provenga auténticamente de nosotros.
Si algo hemos aprendido en Venezuela es que la organización de una reunión como ésta lleva aparejada una gran responsabilidad. Empezando por la promoción de una amplia participación en el proceso, sin exclusiones, y siguiendo por un ejercicio de escucha y respeto a las opiniones de los participantes, así como la garantía de que el mensaje que más adelante se traslade a los ministros provenga auténticamente de nosotros.
Y si esto no ocurre, no es sólo la sociedad civil la que pierde una oportunidad histórica de hacer llegar sus demandas a los ministros, ellos pierden su valioso tiempo analizando un texto que no nos representa y pone en riesgo su propia credibilidad y respeto internacional.
Por Mauro Fernández, Coordinador de la Campaña de Clima y Energía, Greenpeace Argentina.Ambiente y ecología