PRIMERA LECCIÓN:
Cuando hablamos de Cooperantes, nos referimos a PROFESIONALES que desempeñan una labor profesional en Paises en Vías de Desarrollo y dentro de organizaciones conforme a la legislación laboral española y al Estatuto del Cooperante. Esta tres personas no eran Cooperantes, eran voluntarios colaboraban con una ONGD en una campaña de acción humanitaria.
Con esto no le quiero quitar valor a su trabajo, iría contra mis principios, pero si es cierto que es necesario diferenciar claramente estos dos conceptos. No todo el mundo que trabaja en cooperación, es cooperante. Por poner una cifra en España la cifra de cooperantes ronda las 2.000 personas.
SEGUNDA LECCIÓN:
No todo vale en la cooperación. EL ABC de la cooperación, podíamos decir de toda la vida, nos dice que los proyectos o actividades que desarrollemos deben conducir a fortalecer las capacidades de las comunidades con las que se trabaja. En situaciones de emergencia humanitaria por razones obvias de urgencia e inmediatez este principio se pasa por alto, pero aun así se trabaja conjuntamente con las autoridades locales u organizaciones humanitarias presentes en la zona para una adecuda coordinación de esfuerzos.
Realizar una campaña de captación anual, organizar una caravana “humanitaria” y atravesar África para distribuir la ayuda, responde más a las necesidades de la población beneficiaria o las necesidades de los organizadores de repartir “in situ” esa ayuda???. Este tipo de actividades que se califican de “humanitarias” no responden a ninguno de los estándares de la Acción Humanitaria. El primero de los primeros es que la ayuda llegue en el menor tiempo posible y con el menos coste posible. Los fletes aéreos son caros indudablemente, superiores a una caravana humanitaria??, lo dudo sinceramente.
TERCERA LECCIÓN:
Canalizar las inquietudes del voluntariado quizás sea una de la tareas mas complicadas y difíciles de manejar dentro de las organizaciones solidarias. Cuando ocurre un desastre, las conciencias se movilizan y siempre aparecen voluntarios/as voluntariosos/as dispuestos a dejar su pellejo para salvar vidas. Las razones, fundamentalmente cumplir sus aspiraciones solidarias, su vocación aventurera y sobre todo satisfacer su propio ego. Siento que estas palabras le sienten mal a algunas personas que lo lean, pero mi experiencia de años me dice que precisamente la persona que más y mejor puede ayudar en esos momentos es la que se pone a disposición aunque sólo sea para atender el teléfono.
Ya por último, reconocer que lo mejor de todo es que estas tres personas estén en su casa y que la entidad organizadora de la caravana se replantee estas actividades, hay otras formas de ayudar, de colaborar con otras entidades presentes en la zona, de trabajar en red y sobre todo de no poner en riesgo la vida de nadie. Y por lo que estoy leyendo en estos momentos en la prensa online, este replanteamiento no debe ser un mera desviación de la ruta por otros lugares más seguros. El replanteamiento debe pasar por preguntarse seriamente si esta tipología de ayuda responde a los cánones y estándares interancionalmente aceptados por más de un centenar de ONG y Agencias Humanitarias y si es realmente lo que la población beneficiaria demanda.
Como conclusión o moraleja, la Acción Humanitaria es algo mucho más serio que realizar un símil París-Dakar, que se lo pregunten a las personas que llevan años gestionando emergencias, integrando equipos de respuesta o simplemente voluntarios/as que trabajan todos los días codo con codo en las comunidades.