La Chiquinina se ha destetado. ¡Qué rápido pasa todo con el segundo! La lactancia podría haber durado más, pero al empezar a trabajar tenía claro que no quería llevarme el sacaleches al trabajo y demás. Así que eso unido a que la niña cada vez dormía mejor y había noches en que no tomaba nada, hizo que después de unos días la producción bajase drásticamente. Y poco después Chiquinina debió pensar que no tenía paciencia para estimular la producción tanto en cada toma, que ahí había poco que rascar, y se acabó; así que me resigné…Aunque con sentimientos encontrados. Si bien tenía claro que no quería extraerme la leche, también me daba pena quitarle el pecho a la Chiquinina después de lo que nos costó establecer la lactancia, porque ahora nos iba bien y todo eran ventajas, porque he aprendido, porque a ella le gustaba muchísimo, porque me da pena que acabe esta etapa ( está pasando todo mucho más rápido que la primera vez), por muchas razones.
Resumiendo ésta mi segunda experiencia, la lactancia empezó muy bien, la subida de la leche fue pronto, supongo que porque la ponía al pecho muy a menudo, siempre que estaba despierta. La Chiquinina estaba bien, dormía y tomaba teta, estaba tranquila y ganó peso muy bien.
La segunda semana curiosamente dejé de notar los pechos cargados.La niña estaba más inquieta, le costaba más coger el sueño y lloraba; mi sensación de tener poca leche parecía real porque la Chiquinina ganó poco peso y todo esto sin haber cambiado nada en las tomas, que seguían siendo frecuentes y largas.
Ahí empezaron las dudas y la incertidumbre, pero seguimos igual, insistiendo y sin suplementar con ningún biberón. El esfuerzo dio sus frutos porque la semana siguiente tenía la intuición de que la cosa estaba funcionando mejor, sentía como si tuviera más leche, y la niña mamaba mejor, con más fuerza. Y así debió ser, porque esa semana resultó que había ganado peso muy bien.
Sin embargo….no sé por qué razón pero después de eso los altibajos siguieron. Con la anemia de caballo que tenía yo y la falta de sueño, lo cierto es queno tengo un recuerdo claro de aquellas semanas; lo tengo todo como en una nebulosa…
Cuando la Chiquinina tenía un mes y medio empezamos a suplementar alguna que otra toma con biberón, una o dos veces al día. Enseguida dejó de tomarlos, aunque yo seguía ofreciéndoselos cuando me parecía que se había quedado con hambre.Después de dos o tres semanas más o menos dejé de preparar biberones porque no tenía sentido hacerlo. Chiquinina no los necesitaba y no los tomaba, y a partir de ahí la lactancia materna nos fue fenomenal. Desde ese momento ya no fue tema de conversación en casa, porque no era una preocupación.
A partir de ese momento sólo le vi ventajas porque habíamos superado las dificultades. Todo eran de verdad ventajas. Entendí lo que significaba “a demanda”, no necesitaba el reloj absolutamente para nada, no necesitaba trucos para saber de qué pecho había tomado la niña la última vez, sabía qué días o en qué tomas tenía más o menos leche ( noté que acusaba muchísimo cualquier malestar, catarro o cansancio en la producción), etc. etc.
Cuando llegó mi reincorporación al trabajo sí había un inconveniente, y es que yo no quería extraerme la leche en el trabajo, llevarme el sacaleches, etc. Cómo evolucionó el asunto ya lo he contado al comienzo de esta entrada, Chiquinina a sus cinco meses se ha destetado.