Destripando a bigfoot, al yeti, sasquatch….

Publicado el 07 abril 2021 por Raude44 @RAUDEENLARED
Hace tiempo que quería hacer una nueva entrada de MITOS: DESTRIPANDO A... , pero no sabía porque tema decantarme. El hecho es que de nuevo salió un debate que he tenido siempre ¿Bigfoot y el Yeti son lo mismo con diferentes nombres o son especies diferentes? La verdad que si buscáis la respuesta a esa duda en este post, seguramente os quedaréis igual, pero al menos tendréis muchos más datos y de paso podremos de las pruebas que se han encontrado todos estos años.

Los científicos también tiene algo que ver y existen estudios de estos homínidos que se nos presentan como un eslabón perdido de un mono gigante que vivió hace más 300.000 años. Uno pelo albino que se esconde a miles de kilómetros de altitud en las montañas y otro de pelo marronaceo que hace lo propio en bosques frondosos en la otra punta del planeta.

Como siempre expondremos pros y contras sobre su existencia y cada cual pueda sacar sus propias conclusiones. ¿Y tú, querid@ lector/a qué opinas sobre su existencia? ¿Creemos en las historias y leyendas de nuestros ancestros o es un negocio lucrativo que intenta llevar a gente a diferentes lugares?

1. ORIGEN

GIGANTOPITHECUS BLACKI

Si os digo que el ancestro de lo que hoy conocemos como Bigfoot o Sasquatch fue encontrado por casualidad en una tienda China, ¿cómo os quedáis?

Gustav Heinrich Ralph von Koenigswald fue un paleontólogo holandés que se unió al Servicio de Reconocimiento Geológico de las Islas OrientalesNeerlandesas a finales de 1930 siendo su sede base en la Isla de Java.

En 1935, mientras estaba de viaje en Hong Kong encontró en una farmacia china dos terceros molares inferiores de un animal de gran tamaño que los dueños habían confundido con “huesos de dragón”, fósiles óseos que molían para ser empleados en enfermedades como el paludismo. Los estudios realizados derivaron en una criatura homínida de gran tamaño a la que denominaron Gigantopithecus blacki, la primera palabra proviene del griego “Mono gigante” (de la familia de los Ponginae, Pongos, tenía una altura de 2,70 metros y más de 270 kilogramos) y la segunda en honor al paleantropólogo canadiense Davidson Black que había fallecido un año antes de dicho descubrimiento.

Muchos creen que si el Bigfoot de verdad existiese, sería un descendiente directo de esta especie que vivió hace 300.000 años, pero aquí viene la gran duda: ¿cómo ha evolucionado este tipo de homínido gigante en la Tierra desde entonces hasta 1830 que tuvo su supuesto primer avistamiento por un humano sin que en ese intervalo de tiempo no nos enterásemos?

2. ¿EL YETI Y BIGFOOT SON LO MISMO O DISTINTOS CRÍPTIDOS?

¿MISMO ANIMAL O DIFERENTES?

La primera diferencia reside en que la leyenda del Yeti es mucho más antigua que la de Bigfoot. Hay que irnos hasta el Himalaya, donde siglos antes de sus primeros avistamientos, en torno a 1830, los pueblos budistas que allí vivían contaban una leyenda sobre un simio gigantesco depelo largo y blanco que aparecía en la época de más frio en las montañas de mayor altura. Ellos conocían al protagonista de este mito como Jigou o Yeti (Yeh-Teh: pequeño animal antropomorfo) que tranquilamente podía ser un osos lanudo parecido en pelaje al Oso Polar, visto en posición bípeda y de espaldas.

Tras haberlo “visto” crearon su historia: un ser sobrenatural que fue enviado por los dioses para guardar y proteger a las criaturas de la montaña. Esto se mezcló con una historia del folclore Sherpa que hablaba de un gorila albino con andar bípedo que va dejando huellas por cada lugar que pasa.

Por otro lado el Sasquatch es otro animal críptido (animales ocultos que podrían existir y que estudia la criptozoología) y homínido que tiene bastantes similitudes con el yeti. Es bípedo, vive en los bosques y montañas, procura esconderse del humano, tiene una altura considerable, está cubierto de pelo y segúnlos testimonios también descendería del Gigantopithecus blacki, pero en vez de encontrarse su origen enAsia, sino en Norteamérica (Alaska y EE.UU.) y su nombre proviene de un antiguolenguaje indígena llamado halkomelem, y en antiguas leyendas hablan que atacaba a los poblados de noche y se llevaba a los niños. El nombre de Bigfoot se lo pusieron después debido a un error,  la foto de esa huella de pie era del Yeti y los estadounidenses acuñaron el nombre para el que sus ancestros llamaron Sasquatch cuando empezaron a salir los rumores de avistamientos.

Si no son la misma criatura, podríamos decir que son primos-hermanos o parientes muy cercanos, pero aunque sean estos los más conocidos, la misma criatura tiene diferentes nombres en otras partes del mundo como Yeren en China (Yeh-Ren, Hombre salvaje), Hibagon o Hinagon en Japón, Yowie en Australia (Yowie-Bhowie, palabra aborigen para referirse a un animal con apariencia humana), Migoi en el Tíbet (hombre salvaje) o Basajun/Baxajun en el País Vasco (en Euskera señor de los bosques)... Demasiados nombres para un animal muy parecido de diferentes lugares y culturas, más de veinte países afirman haberlo visto. Y aquí esta el leiv motiv que persigue todas las entradas de esta sección : ¿cómo diferentes culturas, algunas sin ninguna conexión durante muchos siglos, puedan tener entre sus mitos a una misma criatura?

3. LOS PRINCIPALES AVISTAMIENTOS

Algunos monasterios nepalíes conservan supuestos restos de dicho animal, pero en realidad se han probado que son huesos y pelos de animales y no tienen nada que ver con un supuesto homínido. Charlotte Lindqvist cogió nueve muestras de diferentes monasterios pertenecientes supuestamente a un fémur, diente, piel de la mano, pelo y muestras fecales. Los análisis no dejaron lugar a dudas: "De las nueve muestras, una resultó provenir de un perro, pero las otras ocho eran de diferentes especies de osos que actualmente habitan en la región, como los osos negros asiáticos, osos marrones del Himalaya y osos marrones tibetanos"

La historia se hizo conocida en el año indicado, cuando unos excursionistas europeos como el británico Brian Houghton Hodgson (1801-1894), que relató en el Diario de la Sociedad Asiática de Bengala como un par de sherpas contratados como guías, mientras estaban auscultando el terreno vieron a dicha criatura, que al darse cuenta de presencia humana terminó huyendo hacia el bosque. El periodista indo-británico del diario no entendía bien el idioma colonizador y tradujo un hombre de las nieves parecido a un oso como un abominable hombre de las nieves. Es por eso que al Yeti se le conoce con esa coletilla desde aquel error. Su compatriota Lawrence Waddell (1854-1938) pocos años después descubrió huellas de unos pies muy parecidos a los del ser humano en forma, pero no en tamaño, ya que eran demasiado grandes (Bigfoot, posteriormente este nombre lo adoptarían en Bluff Creek por la misma razón). Ambos relatos fueron rápidamente desmantelados por incrédulos, de Houghton dijeron que posiblemente viera un orangután, si bien esos parajes y con frio extremo son difíciles de ver y en las huellas de Waddell especularon que probablemente las huellas perteneciesen a un oso. Sea como fuere ambos testimonios no fueron rebatidos ni los creadores de los mismos siguieron con sus investigaciones dejándolo todo como meras anécdotas.

Llegados al S.XX con los avances en los utensilios de escalada y las ganas de superación del ser humano consagradas en ascender los diferentes “ocho miles” del planeta, se produjo un caldo de cultivo para que se viralizaran los avistamientos del Yeti o su primohermano de los bosques: Muchas historias sobre él, huellas en sitios recónditos (bosques de escaso tránsito o a muchos kilómetros del altitud de las grandes montañas) y restos de animales que en la mayoría no eran siquiera de homínidos.

En 1951, otro inglés, el reputado alpinista Eric Shipton, acompañado de Michael Ward descubrieron al regresar de una expedición de reconocimiento en un glaciar cercano al Everest (a unos 6.000 metros de altura, cerca de Gauri Shankar) unas huellas muy parecidas a las de los seres humanos pero de extraordinarias dimensiones, de las cuales solamente sacaron una única foto y un solo pie cerca de un piolet para que se viese la longitud de las misma, lo cual dividió a la población entre crédulos y quienes les tacharon de estafadores, ya que se fiaron de lo que dijeron los sherpas, muy allegados a esa clase de mitos. Y es que la carrera de Shipton desde entonces quedó en entredicho al financiar sus expediciones en parte con el dinero recaudado por empresas que patrocinaban la búsqueda de ese animal y la única prueba que encontró después de tantos años fue aquella foto. No quiero con ello quitarle mérito al contribuir en la historia con descubrimientos como el santuario del Nanda Devi a 7.818 metros en el Himalaya de la India gracias a un paso desconocido a pie de montaña a través de la garganta de Rishi, otro paso de montaña a través de la infranqueable Cascada de Khumbu que ayudó posteriormente a conseguir escalar el Everest e intentó cruzar el Campo de Hielo de la Patagonia, además de hacer cientos de recorridos hasta entonces inexpugnables, pero los británicos tras la Segunda Guerra Mundial prefirieron apostar por la seriedad que podía dar en ese tipo de viajes el Coronel John Hunt que por el carisma y la reputación de Shipton. Sea como fuere, la foto que tomaron de la huella, abrió de nuevo la veda de la “fiebre del Yeti” y el número de excursiones a las montañas se multiplicó exponencialmente… Un rentable negocio.

FOTO DE SHIPTON Y WARD

En octubre de 1958 la historia cambia de continente cuando el periodista Andrew Genzoli hizo vox populi una carta de un lector, Jerry Crew, al publicarla en el periódico para el que trabajaba el "Humbold Times", en ella se podía leer la siguiente frase: "Tal vez tengamos un pariente del Abominable Hombre de las Nieves del Himalaya", tras haberse encontrado por primera vez unas huellas misteriosas de gran tamaño y formas parecidas a las humanas en Bluff Creek. Con este descubrimiento y la posterior publicación del la carta había nacido la fiebre de la búsqueda del Bigfoot.

PRIMER ARTÍCULO SOBRE EL BIGFOOT EN EE.UU.

 El siguiente episodio recordado también fue en Bluff Creek (1967), cuando dos vaqueros Bob Gimlin y Roger Patterson consiguieron grabar en un bosque durante escasos segundos a una extraña criatura peluda de notable altura respecto a un humano: "Estábamos cabalgando junto al arroyo, disfrutando de un cálido día de sol. Entonces, al otro lado del arroyo, vi algo de pie. Todo sucedió muy rápido. Caminaba erguido y durante bastante tiempo. No parecía un oso. He estado en el bosque toda mi vida y no tengo ninguna duda en mi mente de lo que era". Tal fue el alcance de la noticia que el propio FBI se puso a investigar el caso tras ver las imágenes pero no encontraron nada tras una exhausta investigación. 

Otro hecho sucedido el año pasado vuelve a poner en el disparadero su existencia en una expedición a la cueva de Azassky y al pico Karatag en Siberia consiguiendo “pruebas irrefutables” de su existencia según el científico ruso Igor Burtsev director del Centro Nacional de Hominología, que ha dedicado 40 años de su vida en búsqueda de indicios de homínidos prehistóricos y era parte integrante de la misma. Lo que encontraron fue una especie de nido de grandes dimensiones "estaba hecha de una capa gruesa de hierba y medía aproximadamente tres metros de largo por uno de ancho. Yo me tumbé en el lecho, y era muy cómodo y suave", también encontraron construcciones piramidales de troncos y ramas de tres e incluso cuatro metros de altura. Las conclusiones del científico no dejaron indiferente a nadie: "El yeti es el eslabón perdido entre el hombre de Neandertal y los seres humanos modernos. Las pruebas que hemos conseguido demuestran en un 95%" -y no al cien por cien- que habita en la región rusa de Kemerovo". Curiosamente el Gobierno de Kemerovo ha emprendido una serie de acciones encaminadas a impulsar el turismo a la región como un lugar habitado por esta criatura y llama la atención que los expertos que están investigando el caso emplean discursos pseudocientíficos para explicar que nunca se haya podido filmar o fotografiar a uno de estos homínidos:"Podría contar con "poderes telepáticos", que le permitirían mantenerse alejado de la curiosidad humana". En otras declaraciones Burtsev llegó a afirmar que seguramente existe una comuna de 12-15 yetis en los alrededores de la investigación, que el Yeti y Sasquatch son el mismo animal: "el eslabón perdido entre el hombre de Neandertal y los seres humanos modernos (descendiente de la familia de homínidos relictos, mamíferos que pertenece al orden de los primates y al género del hombre y que se conservó hasta nuestros días desde los tiempos de nuestros antepasados)". Si bien Burtsev también aclara que nunca ha visto alguno pero se remite a las evidencias del bosque y se atreve a decir que pronto demostrará sin dejar lugar a dudas que dicho animal existe... ¿ciencia o marketing?

"LAS PRUEBAS" DE LA EXISTENCIA DEL YETI SEGÚN BURTSEV


Lo único cierto en esta historia es que miles de personas han dicho ver en los últimos tres siglos, pero nadie ha aportado una prueba sólida a la ciencia, muchas pruebas falsas y nada encontrado en algunas investigaciones que han durado 50 años tras los avistamientos.

4. RADIOGRAFÍA DE BIGFOOT O SASQUATCH SEGUN LOS AVISTAMIENTOS

Más allá de ser ciertos los datos o no, si recogiésemos todo los testimonios durante el siglo XX y XXI en Norteamérica sobre dicho animal y los validásemos, podríamos decir lo siguiente:

PRIMER AVISTAMIENTO:Según el periódico Watchman en su edición del 22 de septiembre de 1818, en el artículo "Wild man on the woods"(Salvaje en los bosques) se hablaba de un supuesto primer avistamiento:"...Un animal con un olor inconfundible a humanidad. Tenía una estatura gigantesca, su cuerpo estaba cubierto de pelo y en la cabeza unas cejas y barba muy pobladas que se unían con su cuello y hombros". Nadie le dio mucho bombo al artículo pero es la primera prueba de la historia en Estados Unidos en su etapa contemporánea.

ALTURA:Casi todos coinciden en otorgarle una altura entre 8 y 9 pies (de 2,45 metros a 2,75)

TAMAÑO DE SU PIE: La media de sus huellas miden 39,62 centímetros, para hacernos una idea Shaquille O'Neal que mide 2,20 tiene un pie de 38 centímetros, de los más grandes del mundo.

HÁBITOS: Es un animal nocturno, ya que no le gusta toparse con el ser humano, por tanto posee una gran vista para moverse en la oscuridad. Aguanta bien el dolor, ya que su cuerpo está diseñado para atacar, por ello se piensa que es omnívoro y que se alimenta de animales de diferentes tamaños que caza en lo noche.

ANCESTROS: Los científicos pensaban que descendía directamente del Gigantopithecus blacki, pero hay otra teoría que puede ser un híbrido entre humanos y homínidos hace unos 15.000 años, de la cual hablaremos más adelante.

¿CUÁNTOS HAY EN EE.UU?: Nadie lo sabe, pero haciendo caso a los avistamientos se estima que haya entre 2.000 y 6.000 esparcidos por todo el territorio. Encontrándose al menos en dos lugares diferentes en cada uno de los estados, incluyendo Hawaii pese a ser una isla.

LUGARES CON MAYOR NÚMERO DE AVISTAMIENTOS: Los cuatro primeros lugares los ocupan Washington con 541, seguido de California (425), Oregón (227) y Ohio (212).

¿QUÉ TIPO DE PERSONAS LOS BUSCAN?: Esencialmente dos, los que quieren encontrarlos para crear un hábitat en el que puedan procrear y salir adelante y los cazadores, a quienes les encantaría tener uno disecado en su casa si existiera y poder fardar de haberle matado ellos.

 5. ¿QUÉ OPINAN LOS CIENTÍFICOS?

CADÁVER FALSO DE BIGFOOT

Ya hemos visto anteriormente lo que opina el doctor Burtsev y también hemos anticipado que una investigación de medio siglo sobre el Bigfoot por parte del FBI se desclasificó porque las pruebas obtenidas no aportaban nada, algo que es primordial en la ciencia, que los hechos puedan ser demostrables.

Otro hecho a tener en cuenta es que si los humanos hemos convivido toda nuestra historia con un animal así, si borramos las antiguas leyendas de seres mitológicos de las diferentes culturas, sólo en los últimos tres siglos hemos tenido "pruebas de su existencia", si bien muchas se han probado que son falsas, la mayoría buscaron encontrar un negocio lucrativo en la búsqueda del homínido y las pocas que han dejado en duda a los resultados científicos, bien podrían ser pruebas contaminadas a posta o sin querer que han dejado solamente resultados no concluyentes. Eso no quita que la labor científica siga estudiando las pruebas obtenidas de éste y otros seres en busca de categorizar nuevas especies que el ser humano todavía desconocemos a pesar de los miles de años de historia a nuestras espaldas, la mayoría son de origen marino (es obvio que es más difícil encontrar especies submarinas de las profundidades y que no hemos tenido muchos medios hasta ahora), pero se siguen encontrando nuevas formas de vida terrestres y hay que seguir buscándolas...

Son miles de personas que han asegurado haberlo visto y tener pruebas de ello y los científicos llevan más de sesenta años cotejando las pruebas, incluso existen especialidades como la criptozoología–pseudociencia, una rama científica dedicada exclusivamente al estudio de animales ocultos, que están deseando validar alguna de ellas. Es en este campo donde podemos encontrar a los científicos que se aventuran hacia una afirmación sobre su existencia, cuando la mayoría de sus colegas abogan por un rotundo no. En la última década si cabe, han sido mucho más escépticos que en las anteriores tras lo ocurrido en Georgia en agosto del 2008, cuando dos excursionistas Matthew Whitton y Rick Dyer se encontraron con un "cadáver de Bigfoot", para confirmar dicha historia presentaron como pruebas un par de fotos de mala calidad y una prueba de ADN. Antes de apresurarse a anunciar una noticia tan viral, los científicos analizaron la prueba genética y descubrieron que esos restos pertenecían a una zarigüeya (Didelphis virginiana). Un engaño más en la larga cadena de pruebas que han sido investigadas a lo largo de la historia, y van más de mil cien de éstas.

Desde su aparición en Bluff Creek, la fiebre en la búsqueda de este animal se multiplicó hasta límites insospechados. Joshua Blu Buhs, autor de "Bigfoot: The Life and Times of a Legend" (2009), un científico y escritor que, tras un polémico primer libro sobre lo que el ser humano piensa de las hormigas bravas encontrando los dos polos expuestos: acabarán con nosotros en forma de plaga y el gracias a ellas hay un ecosistema que se desenvuelve para que la vida funcione, se volcó en un libro para desmentir al Bigfoot y al Yeti: "Pensé que estudiar Bigfoot sería una buena extensión del libro de las hormigas bravas. Aquí, en Bigfoot, había una criatura que parecía encarnar la naturaleza y, sin embargo, no era real. Las personas eran libres de imaginar lo que quisieran al respecto: por lo que en las discusiones sobre Bigfoot podría ver fantasías estadounidenses sobre la naturaleza que no necesariamente se basaban en el mundo real. ¿Qué pensamos de la naturaleza cuando el único límite era nuestra imaginación?. Hay algo acerca del ‘hombre salvaje’ que nos atrae. No sé por qué, pero aparece en las diferentes culturas; en las historias contadas en cualquier tiempo y lugar”. 

Tampoco deja mucho títere con cabeza cuando habla a los científicos que se dedican a buscar indicios de su existencia, aunque él este metido de lleno en el ajo: "En la historia de la ciencia, el campo que mejor conozco, a los historiadores se les concede la credibilidad y el prestigio del tema que estudian: de modo que los historiadores de la física son los más prestigiosos, los historiadores de la química menos, y más allá. Los historiadores de la pseudociencia, entonces, definitivamente están fuera de los caminos trillados Otros académicos suficientes entenderían el trabajo para que valiera la pena, pero siempre habría algunos que olfatearon y miraron el tema para hacer que escribir sobre Bigfoot sea una propuesta algo arriesgada, especialmente para un joven académico como yo". Pero Blu va incluso más allá con una teoría conspirativa de la que también hablé de pasada en el post CUESTIONANDO LOS ENCUENTROS CON EXTRATERRESTRES y que viene refrendada por sus palabras: "Que la gente se centrara en finales de los años 60 buscando un animal inexistente, también sirvió al gobierno como una distracción para sus conciudadanos de la Guerra Fría. Debajo de todo esto también hay una dimensión de clases sociales. Los científicos que estaban a cargo de la carrera armamentista eran miembros de la clase media. En cambio, muchos de los bigfooters fueron de clase obrera".

Y es que con sus palabras Joshua hace un gran resumen de lo que la mayoría de la comunidad científica piensa de los estudios de cualquier críptido, décadas de estudio que se resumen en errores, bromas y fraudes, si no hay una prueba orgánica que evidencie de manera coherente su existencia, el escepticismo se multiplica exponencialmente.

Hay varios casos de científicos reputados que han ido contracorriente como el primatólogo Jeffrey Meldrum, del Departamento de Antropología de la Universidad del Estado de Idaho, autor del libro "Sasquatch: Legend Meets Science" (2006), amparándose en sus conocimientos sobre los pies y la forma de andar y de moverse los homínidos y estudiando los diferentes moldes de huellas que los estadounidenses han ido encontrando todos estos años. A Meldrum le intriga en particular algunas huellas que pueden coincidir por la forma de pisar con otros homínidos y cuyas analíticas no han coincidido con ninguna otra clase de animal ni han sido manipuladas por el hombre, si bien más del 90% de los casos estudiados son falsos o no se dan ciertas de estas características.

A Jeffrey le salió un duro oponente el antropólogo de la Universidad de Florida David Daegling, autor del libro "Bigfoot Exposed" (2004) que rebate con sus hechos cada una de las pruebas dudosas que ha estudiado el primatólogo y es que cada científico que planee plantear dudas sobre la existencia de este homínido, les salen otros tantos detractores y su profesionalidad termina puesta en duda.

Melba S. Ketchum, ex veterinaria de Texas, fue la encargada de analizar esas mil cien pruebas que se tenían sobre estos dos animales, recogidas de 34 países diferentes, muchos de ellos norteamericanos. Ínfimas pruebas dieron el resultado que estaba buscando en el que se combinaba ADN humano y otro de homínido y es cuando sorprendió con una sentencia  en el 2013: “Bigfoot es el descendiente estadounidense de un cruce entre machos de esta supuesta especie de homínido y hembras de homo sapiens hace 15.000 años”, publicada en la revista “DeNovo Scientific Journal”, un magazine recién creado entre otros por ella y que costaba la friolera de 30 dólares cada ejemplar. La críticas no se hicieron esperar porque la mayoría de sus colegas no pensaban igual y no era buena publicidad para la ciencia: Todd Disotell de la Universidad de Nueva York, fue el primero en desmentir la teoría del cruce híbrido de hace 15.000 años, porque la diversidad genética del ser humano tardó mucho más en desarrollarse para terminar siendo lo que somos en la actualidad. Benjamin Radford, editor adjunto de la revista científica “Skeptical Inquirer” competencia directa de la creada por Ketchum, iba más allá y dijo que los análisis obtenidos en esas pocas pruebas podían estar contaminados por "la poca pericia forense de los recolectores de pruebas". Posteriormente otros científicos pidieron realizar un nuevo análisis a las pruebas de Melba y descubrieron que aquel ADN no era ni de un genoma, sino una especie de collage de muestras de varias especies a las que se superponía un grado aplastante de contaminación y degradación.

Bryan Sykes, profesor de genética humana en la Universidad de Oxford, Reino Unido, y el doctor Michel Sartori, director del Museo de Zoología de Lausana, tuvieron otra idea contracorriente creando el Oxford-Lausanne Collateral Hominid Project que pide a todo el mundillo interesado en estas criaturas que les faciliten muestras de piel, pelo o tejido del cuerpo para analizarlas y saber si pertenecen o no a dicho animal y en el 2014 encontraron análisis incongruentes al no poder determinar de qué animal provenían dichas muestras. Pero la comunidad científica también les ha parado los pies al decir que ese Adn desconocido era de hace 40.000-120.000 años parecido a un Oso Polar de aquella época, y no de un Bigfoot o el Yeti: "Reanalizamos los mismos datos y descubrimos que los pelos probablemente pertenecen al oso del Himalaya, una subespecie del oso pardo que vive en alturas remotas". Ante ese error Sykes llegó a decir que es improbable que demuestren la existencia del Yeti, pero que si no lo estudian nunca lo sabrán. Veremos quien sigue sus investigaciones pues el dóctor falleció en el 2020.

Claudia Ackley, autoproclamada experta en Bigfoots e incluso ha tenido la suerte de verlos hasta en tres ocasiones, demandó en el 2018 al Estado de California ante el supremo para que incluyera a esta criatura dentro de la lista de especies que existen en su territorio (recordemos que 425 personas en diferentes momentos de la historia dicen haber visto uno allí): "Vamos a acudir a los tribunales con pruebas, con expertos, con biólogos especializados en vida salvaje. Vamos a probar más allá de una duda razonable que la especie existe". La ley no le dio la razón... El último científico que se ha empeñado en darle veracidad fue Burtsev y de momento no nos ha regalado esas pruebas irrevocables, mientras la comunidad científica en su mayoría quiere dar un carpetazo definitivo al asunto a menos que quien vaya por ese camino ofrezcan pruebas de mayor peso.