Destruyendo mitos 1: el kilt, las gaitas y otras mentiras escocesas

Publicado el 04 abril 2016 por Ad Absurdum @AdAbsurdumBlog
Comenzamos con esta entrada una nueva serie en el blog que hemos titulado “Destruyendo mitos” y que tiene por objetivo romper algunos tópicos e ideas preconcebidas fuertemente arraigadas en el ideario popular: ¿fue Julio César emperador romano? ¿De verdad era tan bajito Napoleón? Estas preguntas y muchas más encontrarán su respuesta dosificada en forma de entradas.Como no podía ser de otra manera, queríamos comenzar con polémica, y qué mejor para ello que quebrar la idealizada imagen que algunos de nuestros lectores tienen de la mística y siempre verde Escocia.La imagen más frecuentemente extendida del escocés típico es la de un hombre velludo, fuerte, con una falda de cuadros (el kilt) y, probablemente, tocando una gaita. Vamos, lo que aparece en Braveheart, Highlander, Brave o Los Simpson. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿Y si os dijésemos que William Wallace nunca llevó falda? (Bueno, a lo mejor en la intimidad, que cada uno hace lo que quiere con su sexualidad).
AD ABSURDUM ADVIERTE: Por favor, si eres un fervoroso admirador de la cultura escocesa descrita hasta ahora, no sigas leyendo, no queremos herir tu sensibilidad.

El historiador Hugh Trevor-Roper publicó en 1983 un ensayo titulado “La invención de la tradición: la tradición de las Highlands en Escocia” que se incluye en la obra La invención de la tradición editada por los reconocidísimos historiadores Hobsbawm y Ranger. En esta obra, apoyada en serios y rigurosos estudios, Trevor-Roper sentencia que el traje típico escocés, con su kilt de cuadros, es una invención fechada posteriormente a la tramitación del Acta de Unión de Escocia e Inglaterra en 1707. Y para colmo… ¡es invención de un inglés!Pero entonces, ¿por qué está tan extendida la idea de la falda? Pues varios historiadores señalan que podría tratarse de una confusión del kilt con el feileadh mor, una túnica de unos cinco metros de longitud que se recogía alrededor del cuerpo y se ataba en torno a la cintura, creando la impresión de llevar puesta una falda. Sin embargo, lo más probable es que la invención del feileadh beg o kilt por parte de un industrial inglés deba su fama más a la industria cinematográfica y la propaganda nacionalista que al éxito real de la prenda en sí.Vale, aceptemos que no llevaban falda, sino una túnica, pero era igualmente de cuadros ¿no? Bueno, sí. De cuadros era, es lo que se llama normalmente “tartán”, sin embargo, también es falsa la idea de que los tartanes indicasen el clan al que se pertenecía. De hecho tal atribución es aún más moderna que la invención del kilt según el mismo historiador, que señala que en realidad antes el color de los cuadros era originalmente una cuestión únicamente de gustos sin ningún significado.¿Y la gaita? Dime que la gaita si es escocesa, por favor.

Bueno, mira… lo cierto es que el señor Trevor-Roper es un aguafiestas y disfruta destrozando los sueños de jóvenes románticos e idealistas, y ni la gaita respeta. La gaita se importó en Escocia también después de la unión con Inglaterra. Antes de esto, el instrumento tradicional escocés había sido el arpa, igual que ocurre en Irlanda. De hecho, es curioso que en Braveheart, mientras William Wallace asiste al entierro de su padre se oye música de gaitas y alguien dice: “son melodías prohibidas con instrumentos prohibidos”. Lo cierto es que esa prohibición a la que se refiere, tuvo lugar 500 años después de la existencia de Wallace, cuando el rey Jorge II prohibió a mediados del siglo XVIII la música con gaitas por ser, entonces si, un símbolo de la resistencia escocesa, igual que se hizo con el gaélico y con las vestimentas highlanders. Pero bueno, tampoco nos vamos a ensañar con Braveheart aquí, ya en otro momento la abordaremos con otra entrada.
La conclusión que podemos extraer es que en ocasiones la propaganda y el cine pueden construir mucho mejor los símbolos nacionales que la auténtica tradición histórica, y buena muestra de ello no son solo las películas a las que nos hemos referido, sino también el notable éxito que el kilt y la gaita tienen en la actualidad entre los propios escoceses, que los lucen con orgullo en días de fiesta, e incluso las portaron consigo en batallas tan épicas como las de la Primera Guerra Mundial.



  • HOBSBAWM, E. y RANGER, T. (coords.) (2005): La invención de la tradición, ed. Crítica, Barcelona.