Desventuras de un bloguero comentarista de fútbol

Publicado el 12 julio 2014 por D10
Mientras esperamos el momento en que Messi y equipo levantaran la tan anhelada copa del mundo, Brasil queda en cuarta ubicación en su mundial y Holanda respeta la tradición de ilusionar mucho para quedar en un meritorio tercer lugar. Un partido que, según dicen, alguien lanzó la iniciativa de abolir. Sería para lamentar que no se jugara más un partido al que muchas selecciones de segundo nivel aspiran llegar. Para Bélgica, con tantas figuras repartidas por el mundo, para Costa Rica, que estuvo tan cerca, para Colombia, para la misma Argentina, habría sido un partido muy importante. Ojalá revisaran la postura seguramente impulsada, como siempre, por quienes carecen de toda empatía con los más pobres.

Ahora es fácil decirlo, Brasil parece haber jugado emocionalmente una final anticipada contra Colombia tras aquella fuga de presión sufrida luego de los penales en el partido con Chile. Cualquiera podría haber pensado que la relajación post Chile lo beneficiaba para afrontar la continuidad de la competencia, y así pareció mostrarlo el primer tiempo contra Colombia. Sin embargo, con el rendimiento en la semi y en el partido por el tercer puesto, habrá que pensar que la fuga emocional llegó con demasiada anticipación.

En lo futbolístico, Brasil pareció un equipo sufriendo el partido, apurado por terminar el maldito mundial, con ganas de ir cada jugador a casa para meterse entre dos colchones de dos plazas hasta octubre de 2016, deseosos de acustizar el envolvente ruido interno que produce la frustración. Y Holanda jugó relajada, como si no tuviese nada para perder, un fútbol de valde verde y palita rosa, un juego de sombrilla y reposera, un partido de limonada y soda.
Lo primero del partido fue un dudoso penal en favor de los paisbajeros,

 que Van Persie convirtió en gol, para darle a Brasil el toque de gracia en apenas 2 minutos de juego.

Después, cerca de los 15', otro gol de Holanda

y el sudor frío alemán corriendo por la espalda de los brasileros, el embotamiento general, el oscurecimiento visual, la parestesia, y una reacción débil y temblorosa. Habrá que esperar algunos años para saber si este Brasil 2014 producirá un trauma en la pentacampeona y la mínima señal de localía vendrá acompañada de pánico, ansiedad, y la embravecida mar en coche. Cuidado con estos que son, por ahora, pródromos de alerta. Quién será el que tendrá en sus manos el borrón y cuenta nueva, el reseteo, el recobrar las bases antes de volver a la aventura. Scolari no.

El primer tiempo se fue en la tonalidad que había empezado, en un bordoscuro Fa sostenido (para los sinestésicos), con Holanda recordando cada tanto que a veces hay que atacar, y un sórdido local con la resolución más balbuceante que la intención. Sin distinguirse, el segundo tiempo arrancó con ninguna modulación, con una distribución de elementos que hicieron de la realidad futbolística un tedioso y eterno retorno predisponente de estados hipnóticos.

Afortunadamente, San Tesla animó esta jornada con un estruendoso cortocircuito eléctrico en el patio de la casa de quien escribe, y terminamos todos ocultos bajo la cama, esquivando chispas, como anticipando una celebración Argentina con pequeños fuegos artificiales. Cuando el agua de lluvia terminó de dar contra los cables pelados que cuelgan en la pared, Holanda había ganado 3 a 0. Tenía medio comentario hecho, no lo iba a endisperdiciar, y aquí lo termino.
Tercer gol
Minuto a minuto e incidencias
Mañana, cuando nuestra La Argentina saliera campeona del mundo, y en las siguientes semanas, cuando las celebraciones alcanzaran el pico más alto y, por consiguiente, la descendente curva, los medios van a estar más divertidos que nunca. Será delicioso escuchar a los malabaristas del discurso que, por mentirosos, están sobresaltados, con apneas de sueño, pendientes de la propia contradicción, hipervigilantes, suspicaces, agresivos ante el menor adversativo del interlocutor, imposibilitados de mantener una opinión por más de cinco minutos. Al final, es otro placer que la vida nos regala más allá del resultado.

*Quien parece haber hallado su lugar en el mundo es Rodolfo Depaolis. Lo pusieron de comentarista y tuvo una gran actuación, fue la figura de la transmi.