Para el photocall no hizo falta mucho, puesto que el restaurante ya estaba ambientado, así que bastaron unos banderines para el toque festivo, accesorios como escudos y espadas, un par de cubos de latón y unas pacas de paja.
Los fardos de paja están de moda. Podéis encontrarlo en cualquier sitio con ganado, y si os cobran más de 3 euros ya os están timando, pero bueno, es que todos saben que ahora son "lo más". Oye, ocupan y pesan.
Para el protocolo, había visto en Internet uno que le iba fenomenal a este tipo de evento, y de nuevo un "papáaaaaa, ¿me ayudas?" y listo.
Como meseros, pusimos los mismos que para la boda rústica puesto que le iban bien al estilo y así quedaba "tuneada" la mesa, pero sin recargar. La profusión de detalles medievales en un entorno ya ambientado así podría haber sido excesiva y provocar que no destacara ninguno sobre el resto.