De esas primeras incursiones femeninas en un género que a tantos nos apasiona es de lo que trata la verdadera joya que Siruela nos ofrece en la última entrega de su colección Libros del tiempo: una estupendísima antología que, con el título de “Detectives victorianas. Las pioneras de la novela policiaca”, nos ofrece una cuidada selección de los primeros relatos policiacos protagonizados por mujeres.La recopilación se debe a Michael Sims, autor del excelente prologo que acompaña a la selección. Sólo por su lectura ya merecería la pena esta antología. Pero es que a ese prologo se suman once relatos en los que conoceremos a las antepasadas de Sharon McCone, Kinsey Millhone o de Victoria Warshawski, por poner unos contadísimos ejemplos de las maravillosas detectives modernas que tanto entretenimiento nos proporcionan.Y puro disfrute nos regalan también sus aguerridas antecesoras victorianas, ya sean británicas o norteamericanas; esas mujeres que, al compás de los cambios que estaba viviendo la sociedad, abandonan los salones burgueses y se lanzan profesionalmente (como la señora Paschal , de William S. Hayward, el primero en presentar a una mujer detective profesional, en fecha tan temprana como 1861 o 64) o como meras aficionadas llevadas por la simple curiosidad (como la Amelia Butterworth de la gran Anna Katharine Green,) o por la más acuciante necesidad, como la de Sarah Fairbanks, la protagonista del estupendo relato El brazo largo, de Mary E. Wilkins.
las mujeres llegaron al género policiaco para quedarseY sobre la mencionada miss Amelia Butterworth hay que señalar que cualquier lector que lea "El asunto de la puerta de al lado" (1897) podrá reconocer en ella sin dificultad a la antecesora directa de la querida señorita Marple, por mucho que ese lazo entre las dos entrañables solteronas nazca no de la biología sino del común amor al fisgoneo. De la misma autora, Anna Khaterine Green, tan famosa y valorada en su época que las facetas jurídicas de sus historias se estudiaban en la facultad de derecho de Harvard, se incluye un segundo relato, el último de esta antología, protagonizado por otra detective femenina, en este caso una joven y rica neoyorquina de nombre Violet Strange.Son mujeres todas que usan su inteligencia para desentrañar misterios y resolver crímenes. Algunas utilizando ya métodos forenses en una época tan temprana como lo hace la señora G., la detective profesional que en 1864 protagoniza El arma desconocida, relato de Andrew Forrester Hijo, y que se adelanta en varios años en su interés por las pelusas o las huellas de las pisadas al que más tarde mostrará el canónico Sherlock (hay que recordar que la primera aventura de Holmes apareció en 1887).Aunque sí se muestra muy deudora del detective de Conan Doyle la apasionante Madelyn Mack, creada por Hugh C. Weir en 1914. Esta detective tiene, al modo de Watson, su propia biógrafa, la periodista Nora Noraker. Esta detective, “un genio favorecido por la fortuna" según su amiga reportera, tiene dos pasiones, la música y las flores, y cuando se aburre toma nueces de cola. De ella se nos ofrece el relato "El hombre que tenía nueve vidas" que, además de dejarnos con acuciantes ganas de leer más historias de Madelyn Mack, nos ofrece la opinión que esta detective universitaria tiene de su profesión:Solo hay dos reglas para que un detective tenga éxito: trabajo duro y sentido común; no sentido poco común, como el que relacionamos con nuestro viejo amigo Sherlock Holmes, sino sentido común profesional. Y, por supuesto, imaginación… Creo que una mujer siempre tiene una imaginación más aguda que un hombreEn fin, ya sea de la mano de autores varones o mujeres (y fue la ubicua Loveday Brooke la primera detective creada por una autora, C. L. Pirkis, de la que se nos ofrece el estupendo relato Dagas dibujadas, de 1893, en la que la detective nos ofrece también su filosofía investigadora: “Las posibilidades se convirtieron en probabilidades, y dichas probabilidades, una vez admitidas, trajeron consigo otras conjeturas”) las mujeres llegaron al género policiaco con la firme determinación de quedarse y de darnos algunas de sus mejores páginas. Detectives victorianas nos ofrece la oportunidad de conocer y disfrutar con aquellas pioneras que, por méritos propios, se abrieron camino en la literatura policial, aun antes de que las mujeres lo lograsen en la vida real (y remitimos nuevamente al esclarecedor prologo de Michael Sims que nos explica cómo hasta 1918 no hubo agentes femeninas de policía en Gran Bretaña). Aquí, como en otros aspectos de la vida, la literatura se adelantó a la realidad. Lo dicho, una antología imprescindible. Una verdadera joya.Siruela, 2018Compra en Casa del LibroJosé María Sánchez Pardo