Empezó a ganarse su confianza cogiéndoles de la mano
Rubén Tepacá es, en apariencia, un niño normal. Ni gordo ni flaco, ni tonto ni listo, ni rubio ni moreno ni castaño ni calvo y más o menos así de alto. Pero tras su apariencia frágil e inocente se encuentra, según el obispado de Fachadolidid, un monstruo sexual, un abusador sin piedad. Así, al menos, lo han denunciado un grupo de sacerdotes de esa provincia que han pedido mantener el anonimato. “Traía pantaloncitos cortos y ajustados”, narra uno de ellos, con voz aún temblorosa, “para provocarnos”. “Me cogía la mano con su manita”, lloriquea otro. “¡Me besó en la mejilla!”, solloza un tercero.
“Los sacerdotes no somos de piedra, y ellos, a veces, van provocando”, continua otro cura supuestamente acosado. Rubén comenzó a tocarles las manos con sus mulitos y con su culito. Les obligaba a agacharse para besarles en la boca. Y atrocidades más que no podemos contar por estar bajo secreto de sumario.
A pesar de que solo tiene 10 años, la fiscalía, que ha visto claros indicios de delito, solicitó su detención y el juez la consiguió recurriendo a una argucia legal que permite emplear leyes vaticanas, estadounidenses o egipcias, según convenga.