Todos conocemos la historia de Elliot Ness, el agente del Tesoro estadounidense que envió a prisión a Al Capone por poseer una riqueza cuyo origen legal no justificó.
Si se hiciera igual en España se reduciría notablemente su deuda porque, aunque desconocemos el verdadero impacto económico del narcotráfico aquí, sabemos que en México, por ejemplo, representa el cuarenta por ciento del PIB.
Aquí todos los días detienen a decenas de narcos minoristas, norte y centroafricanos, y miembros clanes familiares gitanos.
La identificación étnica de la escala superior es más difícil, aunque mayoritariamente son latinoamericanos y españoles-payos que se autodenuncian con sus gastos desmesurados.
Luego, aparece gente poderosa, clase alta, más difícil de capturar porque mezcla esos negocios con los legales.
Pero desde el clan familiar más desarrapado, hasta el socialmente menos sospechoso, todos los narcos adoran exhibir joyas vistosas y los coches más caros y potentes, aunque unos vivan en chabolas y otros en mansiones y palacios.
Cuando la policía los detiene, para que poco después salgan a la calle porque el juez no encuentra pruebas contra ellos o porque la ley es una broma, se descubre que tienen numerosas propiedades cuyo origen no pueden justificar, algunas de cuyas muestras son sus automóviles de más de 60.000 euros cada uno.
Usted paga impuestos, si se olvidada de declarar alguna partida, y enseguida aparece Hacienda intimidándole y multándole.
Cuando un juez pide datos a Hacienda sobre un narco, casi siempre responde que no los tiene.
No los investigan, pese a que podría utilizar el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), sus Elliot Ness, para meterlos en prisión.
Si no usa a esos Elliot Ness, Hacienda parecerá cómplice protector de Al Capone y culpable de nuestra pobreza creciente para pagar la deuda española.
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SALAS