Devastación, horror, dolor… machismo en su máxima expresión

Por Siempreenmedio @Siempreblog

No hay forma, no la encuentro, de poner palabras a este instante, a este acto terrible que lleva a un ser humano −si puede denominarse así− a cometer este horror, a ejercer este odio con un fin único: dañar a una mujer. No existe, al menos para mí, ningún análisis en estos momentos que contribuya a amortiguar lo más mínimo un impacto tan devastador; no encuentro nada que pueda calmar el dolor de esa familia pero, sobre todo, de esa madre. Y no hago mas que pensar en ella, en Beatriz, desde el mismo instante de la desaparición de sus hijas en manos de su progenitor, porque ese hombre no puede ser padre de ninguna forma. Y pienso también en esas pobres niñas, víctimas de esta lacra.

No quiero contribuir a ningún análisis sobre las circunstancias que han rodeado este hecho deleznable; de ello se encargan, lamentablemente y con un morbo asqueroso, algunos medios de comunicación que, ojalá, hicieran un ejercicio responsable de la información por una vez. Pero sí quiero ponerle nombre a todo esto, a lo que ha sucedido: esto es machismo en su máxima expresión, en el punto más álgido que jamás podríamos imaginar; es machismo y la violencia que esta degeneración conlleva.

No es la primera vez que sucede en nuestro país que un hombre arrebate la vida de sus hijos con el único fin de destrozar a la madre, de enterrarla en vida, como estamos leyendo desde el jueves, cuando conocimos el fatal desenlace. No es la primera vez. Qué triste tener que constatar que ha vuelto a suceder. Y constatar también que seguimos fallando, que seguimos creando monstruos capaces de lo peor, porque la sociedad no ha creado un bloque de acero férreo que se oponga, con todas las herramientas legales que existan y puedan existir, a esta pandemia llamada machismo.

Y esta violencia contra las mujeres se combate con intolerancia frente a quienes la ejercen y también frente a quienes la ningunean. Intolerancia con leyes, con las que hagan falta para que esto acabe, con educación, con una sociedad infranqueable ante cualquier signo que asome. No, no tiene ningún pase, ninguno, y las palabras son armas potentes, nada de paños calientes, nada. Intolerancia contra el maltrato hacia las mujeres y todas sus expresiones.

No me atrevo a dirigirme a Beatriz, no sabría qué decirle; solo se me ocurre que, desde la posición de cada uno de nosotros, la acompañemos de alguna forma, la respaldemos, la abracemos, la escuchemos... si fuera capaz de hablar y, si no, la sigamos en el silencio. El ánimo y toda la fuerza del mundo son insuficientes. Ojalá un antídoto contra el dolor para sobrellevar este infierno.