La película nos sitúa en un edificio de oficinas de Filadelfia, donde uno de los ascensores, se queda colgado, dejando atrapadas a las personas que estén dentro. La avería parece fortuita, pero nada más lejos, pues el diablo se ha metido en le ascensor con ellos, y va a hacérselo pasar muy mal a sus ocupantes. Ante los sucesos que van ocurriendo en el ascensor, los guardias de seguridad deciden llamar a la policía, que se da cuenta de que todos lo integrantes del grupo del ascensor, tienen pecados inconfesables, y ante la visión que proporciona la cámara de seguridad, y en cada apagón que se produce dentro del reducido espacio, van a ir siendo asesinados.
La premisa de la película, da para mucho juego, y los giros que va tomando el guión, sorprenden y dan cierta tensión a la película, pero le falta algo, y sin duda es la dirección de Shyamalan, que se hecha mucho en falta. La película la dirige John Erick Dowdle, que venía de hacer la adaptación americana de REC: Quarantine, y se nota su falta de experiencia, y de las dotes de manejar una historia de estilo fantástico. Aún con todo las labores de productor de Nigth se notan, pero no lo suficiente como para haber elevado un escalón más a esta correcta película.
Una buena película para pasar un rato entretenido, sobretodo a los que le gusta el género, pero que sin duda con la magnífica dirección de Shyamalan, el film habría ganado muchos más enteros. La recomiendo.