Los santos, corazón de la Iglesia
En una multitudinaria Santa Misa en la Basílica Catedral de Lima, el domingo 23 de mayo, el Cardenal Juan Luis Cipriani hizo el solemne anuncio del I Congreso Eucarístico y Mariano de Lima (CEM 2010) que se llevará a cabo del 29 de mayo al 6 de junio. Ha sido como la gran campanada. Hora es, por tanto, de responder como hiciesen antaño todos los miembros del “cuerpo de la República”. Así lo afirman los colegas y maestros historiadores Miguel Maticorena y Rafael Sánchez-Concha B, presentándonos la teoría del “cuerpo” de la república y el rol de los santos. Mi colaboración será presentándoles testimonios eucarísticos de nuestros peruanos ejemplares, santos, beatos, siervos de Dios.
Teresa de Lisieux lo expresó con gran lirismo: “En el corazón de la Iglesia seré el amor y con ello lo seré todo”[1]. En la inauguración del Sínodo de los obispos sobre la Eucaristía, el 2 de octubre de 2005 Benedicto XVI constató que la Iglesia de inicios de milenio sólo será convincente a la hora de anunciar a Cristo si redescubre la Eucaristía. Sin comprender y vivir la Eucaristía, las comunidades cristianas «perderían su auténtica naturaleza»: «sólo en la medida en que son "eucarísticas" pueden transmitir a los hombres a Cristo, y no sólo ideas o valores por más nobles e importantes que sean». El sínodo de los obispos sobre la Eucaristía, al igual que el año dedicado a la Eucaristía, culminó con la canonización de cinco santos y el mensaje: la Eucaristía, fuente de santidad y alimento espiritual para nuestra misión en el mundo.
Profundicemos esta realidad en nuestros santos, fruto de la formidable siembra de la Iglesia Reformada en Trento y en los concilios limenses. El documento postsinodal Ecclessia in America señalará rotundamente que “la expresión y los mejores frutos de la identidad cristiana de América son sus santos... América ha visto florecer los frutos de la santidad desde los comienzos de su evangelización. Este es el caso de santa Rosa de Lima (1586-1617), "la primera flor de santidad en el Nuevo Mundo", proclamada patrona principal de América en 1670 por el Papa Clemente X” (n.14).
La vinculación santos-Eucaristía, la vemos en todo el Perú. Por ejemplo, en Trujillo, en la Catedral, se conserva un altar levantado por la Cofradía del Santísimo con un lienzo en el que se representa de pontificial y administrando el sacramento de la confirmación al nuevo Beato Toribio Mogrovejo, en la que reza la siguiente inscripción:
"El Beato Don Toribio Alfonso Mogrovejo, natural de Mallorca, Arzobispo de Lima, luz clarísima del Perú, escudo fuerte de la fe, defensor acérrimo de la inmunidad eclesiástica, admirable en el amor de Dios, en la caridad con el prójimo, en la prudencia del gobierno, en la constancia y sufrimiento en las adversidades, maravilloso en los milagros y virtudes. Murió en la ciudad de Saña a 23 de marzo de 1606, de edad de 68 y de Arzobispo 25. Beatifícolo nuestro muy Santo Padre Inocencio XI con rito solemne a 28 del mes de junio del año del Señor de 1679. Dedícale este altar la esclavitud del Santísimo Sacramento en su fiesta anual, a 13 de julio de 1681".
Cuando el P. Ventura Fernández Travada allá por 1750 nos cuenta en Arequipa la inauguración del primer convento femenino de jóvenes que querían seguir las huellas de Rosa de Lima tituló su libro El suelo de Arequipa convertido en cielo nos proporcionó una definición preciosa de la santidad: hacer de nuestro suelo un cielo. Lo recuerda una canción: “No he nacido para el suelo que es morada de dolor, yo he nacido para el cielo, yo he nacido para Dios”. El cielo en la tierra lo encontraron los santos en la Eucaristía. De manera que podemos concluir que la Eucaristía en la tierra da el pasaporte para el cielo. Así sucedió con nuestros santos. Veamos algunos ejemplos representativos: Mártires de la antigua y de la nueva evangelización como Diego de Ortiz y los Mártires de Chimbote; obispos como Santo Toribio; religiosos como San Martín de Porres, Juan Macías, Francisco Solano; laicos consagrados como Rosa de Lima o la Beatita de Humay; sin olvidar a los apóstoles sencillos como Pascualito Fuster o misioneros gigantes como el P. Mateo Crowley.
El inmediato Congreso nos brinda una magnífica oportunidad para identificar y presentar sus testimonios. De momento, aquí les presento catorce. Ojalá, los lectores del blog aporten más.
1. Fray Diego de Ortiz, el Bautista del Perú.
Al morir Huayna Cápac, le sucedió Huáscar. Su hermano Atahualpa le venció y le tomó prisionero y lo mató. Aparece Pizarro y vence al Inca. Asume el mando Manco Inca. El virrey Nuñez de Vela envía a Gómez Pérez quien causa la muerte de Manco Inca, asume el poder Tito Cusi Yupanqui al tiempo que entre nuestro protagonista en Vilcabamba con el P. Marcos García. Tito Cusi recibió bien al misionero. Diego aprovechó la oportunidad y, tras pedir permiso al Inca, edifica una iglesia y predica el Evangelio y sana a los enfermos en un pequeño hospital que había levantado, enseñaba a los niños.Su vida de oración, austeridad, caridad y gran penitencia ganó la confianza de los indios. Sin embargo, un día como otro Juan Bautista predicó contra el adulterio de Tito Cusi quien se había separado de su esposa Evangelina por unirse con Angelina Polanqilaco. Esto mismo se daba entre sus militares y capitanes. Cuando el P. Marcos estaba con orden de destierro, Fray Diego vino al toque desde Huarancaya a Puquiruna donde estaba el Inca y para recoger las cosas de la iglesia, al tiempo que pedía al Inca su amigo que le dejase predicar allá porque el trabajo era arduo y uno solo no podía. Diego Ortiz va a luchar contra las idolatrías, especialmente en el pueblo Chuquipalpa, donde adoraban a un ídolo principal, “Punchao”, donde estaba una estatua del sol y una piedra blanca, sobre un manantial de agua. El misionero comenzó a levantar cruces en los montes y lugares que dedicaban a adorar al demonio . Organizó colegios, construyó iglesias.Un día el Inca invitó al misionero a un banquete. El no fue por estar en misa y porque sabía que terminaría en borrachera. La gente se embriagó. Tito Cusi cogió tamaña borrachera y apoplejía. Llega Fray Diego quien pidió al Inca se arrepintiese de sus pecados sin que le hiciese ningún caso. La coya Angelina Polanquilaco llamó a los capitanes y al secretario Pando para que le matasen al religioso. Al llegar a su casa lo encontraron rezando. Los capitanes comenzaron a insultarlo y golpearlo, le sacaron al campo y le molieron a palos, le quitaron la ropa, ataron sus manos con sogas que cortaban la piel como cuchillo y lo dejaron a la intemperie desnudo y casi muerto de frío. Los indios pidieron que resucitase al inca tal como él les predicaba sobre la resurrección. El les contestó que pediría a Dios por ello pero que era un pecador que sólo podía pedir a Dios. A continuación sigue el martirio; le atan los brazos atrás al punto de descoyuntarle los huesos, le quiebran el pecho y rompen varias costillas; a media noche, le echaron agua en las ataduras para que se ajustasen y fuesen más dolorosas. Al amanecer, de nuevo le pidieron resucitase al Inca; él pidió celebrar Misa por tal intención, le desataron pero no podía mover los brazos. Martín Pando le golpeó los brazos y los volvió a sus sitio. Acabada la misa y visto que no resucitaba el Inca lo ataron en una cruz y lo azotaron. Se le acercó Juan Quispe quien le dio una bofetada dejando paralizada su mano hasta la muerte. Le hicieron un hoyo debajo de la barba donde se la introdujeron y lo arrastraron a la casa de la coya Angelina, lo llevaron luego a pie tres o cuatro jornadas hasta el pueblo de Mancaray donde el inca Túpac Amaru se estaba coronando. Y ordenó le llevasen a la hora del inca donde ajusticiaba a los malhechores.
2. Mártires de Chimbote. Su vida se hizo Misa
Siervos de Dios Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski, sacerdotes de la Provincia de Cracovia, y Alejandro Dordi, sacerdote del clero diocesano de Bérgamo, matados por guerrilleros de “Sendero Luminoso”, los dos primeros el 19 de agosto de 1991, en Pariacoto (Perú), y el tercero el 25 del mismo mes en Santa, en la diócesis de Chimbote. Una vez concluida la misa de la noche del viernes 9 de agosto de 1991 en Pariacoto, los sacerdotes polacos P. Michel y P. Zbigniew, franciscanos, encargados de la parroquia del distrito se reunieron como habitualmente lo hacían con los animadores y catequistas para intercambiar opiniones y decidir las acciones que acometerían desde la parroquia en beneficio de la comunidad. Los sacerdotes fueron asesinados por una columna de senderistas que les disparó en un acampado después de haberles practicado un “juicio popular” ante la comunidad de Pariacoto. Junto a los cadáveres encontraron dos notas de los asesinos: “así mueren lo que hablan de la paz y los que lamen el imperialismo”. El P. Jaroslaw escuchó de labios del Padre Miguel, al finalizar los Ejercicios Espirituales dirigidos por los Hermanos de Villa El Salvador para los miembros de Catequesis Familiar de Pariacoto: ·”Me enamoré de Catequeiss Familiar”. Por su parte una señora del pueblo contó este sueño: “Una noche el Padre Zbyszek entró en mi casa un poco cansado y me vio llorando, enjugó mis lágrimas y me invitó a salir afuera, y, al ver los rosales secos, me dijo: Ves, Dina, cóm están las hojas secas, hay que regarlas para que alegren tu csa´. A la mñana siguiente vi claramente la necesidad de compartir con los campesinos lo que me dio la Catequesis Familiar y con el corazón lleno de paz me decidí a salir a los pueblos y caseríos...”
P. Alejandro Dordi había nacido en Gromo San Marino (Bérgamo, Italia) el 22 de enero de 1931. Ordenado sacerdote el 12 de octubre de 1954, ingresó a la Comunidad Misionera de El Paradiso, formada por diocesanos. Desde allí fue enviado a trabajar al interior del país, luego a Suiza y a Perú, en 1980. En nuestra tierra se hizo cargo de la parroquia del Señor Crucificado de Santa (Chimbote), acompañando la formación de catequistas y de líderes rurales. Era un 25 de agosto e 1991, a las 3.30 de la tarde, cuando el Padre Sandro se dirigía a celebrar misa en Vinzos, pueblo de la sierra de Canta, cuando fue interceptado por unos encapuchados que bajaron a sus acompañantes de la camioneta y dispararon a quemarropa al Padre. El pueblo de Santa perdió un sacerdote y ganó un santo mártir.
3. El Santo Prelado Toribio Alfonso Mogrovejo
Fue un signo especial del Santo Arzobispo de Lima su atención al fomento y desarrollo de la piedad eucarística en su Arquidiócesis y que abarcó todo aquello que la doctrina tridentina expuso y enseñó. Sobre la presencia real afirmó que después de la consagración del pan y del vino se contiene en el sacramento de la Santa Eucaristía, verdadera, real y sustancialmente nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y hombre, bajo las especies de aquellas cosas sensibles
Santo Toribio enfatiza la presencia real en las dos especies, la transubstanciación, la excelencia del sacramento, la necesidad de una buena preparación y el cuidado en la administración.Todos los fieles cristianos deben venerar este Santísimo Sacramento, y rendirle el culto de latría que se debe al mismo Dios.
El Tercer Concilio limense en la 4° acción señala los días de fiesta que se han de guardar: Todos los domingos del año. La Natividad del Señor. El primer día de la Pascua de Resurrección. El primer día de Pascua de Espíritu Santo. El día de la Circuncisión, el día de los Reyes, la Ascensión y Corpus Christi. También las fiestas de Nuestra Señora, la Natividad, la Anunciación, la Purificación, la Asunción. Finalmente la fiesta de los apóstoles San Pedro y San Pablo.
Amonesta y anima, que los fieles puedan recibir con frecuencia este pan sobrenatural, de manera que sea verdaderamente vida de sus almas y salud perpetua de sus entendimientos; señal de unidad, vínculo de caridad y símbolo de concordia.
Santo Toribio instruye sobre la la necesidad de una buena preparación y el cuidado en la administración. Sentenció que en adelante, a los indios capaces de ellos, se les administre el Sacramento de la Eucaristía. La segunda acción conciliar manda que "a los que su cura hallare instruidos y asaz enmendados en sus costumbres no deje de darles el sacramento, a lo menos por Pascua de Resurrección". Cuando algunos misioneros y encomenderos ponían trabas para dar la comunión a los indios alegando incapacidad, el Arzobispo de Lima les dirá resueltamente: "Pues hacedles vosotros capaces, instruyéndolos"
En una carta que el Arzobispo Mogrovejo escribe a Felipe II, dirá que sus sacerdotes diocesanos son muy observantes en administrar los santos sacramentos, así el de la Eucaristía por Pascua de Resurrección, como el viático a los indios, según y como les está ordenado por constituciones de este Arzobispado.
Como recuerda el biógrafo Rodríguez Valencia, de la comunión mensual se pasó a la comunión frecuente. Le ayudaron en este empeño los padres de la Compañía en el Cercado, que, al igual que los de la meseta del Collao, obtenían conmovedoras transformaciones gracias a la Eucaristía. Uno de estos misioneros confiesa que el encontrar algún indígena incapaz de recibir la comunión es cosa extraordinaria, la diligencia que se pone para instituirlos.Se urge a los amos con indios y negros de servicio, que se ocupen de su comunión por Pascua.
Precisa Antonio de León Pinelo el esmerado cuidado del Arzobispo en atender las iglesias, procurando que en todas hubiese sagrarios, copones, cálices, ornamentos, en que le parecía que había seguridad y posibilidad para sustentar lámparas y estar con decencia. El Diario de la Visita de 1598 confirma que cuando el Arzobispo visitó el pueblo de Contumasá que tiene como cura párroco al Padre Fray Diego de Madrigal consagró en él 48 aras.
De igual manera, el Santo se interesó vivamente por dejar instituidas cofradías que avivasen el culto al Santísimo. En el proceso de beatificación se reconoce en el Art.28 n.83 “su culto, amor y devoción al Santísimo Sacramento de la Eucaristía y a la santísima Virgen. El franciscano Padre Dionisio de Oré, afirmó: se sabe que fue devotísimo del Santísimo Sacramento y procuraba que en las doctrinas de los indios se pusiese sagrario del Santísimo Sacramento para que se les diese el viático a los indios y comulgasen en pascua de resurrección. Replicándole este testigo que los hallaba incapaces de recibir la sagrada comunión, el Santo respondía: háganles capaces los curas, instruyéndoles toda la Curaesma para que puedan entenderlo.
En cuanto a la reserva y exposición, se dio el precepto de que hubiese reserva y se exponen las razones para ello y las atenciones especiales. Había exposición los días de Jueves Santos y Corpus. De igual modo, salían procesiones eucarísticas con motivo del Corpus Christi, la Pascua de Resurrección y con ocasión de rogativas por diversos motivos.
La cofradía del Santísimo Sacramento
Se constituyen en iglesias y parroquias bajo la advocación de los misterios de Cristo y el patrocinio de María y de los santos. Por el objeto de su culto, la más importante era sin duda la cofradía del Santísimo Sacramento. En Lima se creó el año mismo de la fundación de la ciudad por Francisco Pizarro. En el Virreinato, según el minucioso censo eclesiástico de 1619, ejecutado en tiempos del tercer arzobispo de Lima, Bartolomé de Lobo Guerrero, consta que en casi toda la extensión de la arquidiócesis tenía vida la cofradía del Santísimo Sacramento; en primer lugar, en la Catedral de Lima, pero también en las parroquias de Santa Ana, San Sebastián y San Marcelo; en el pueblo del Cercado; en el puerto del Callao; en la Magdalena, a cargo de los franciscanos; en la doctrina de Lunahuaná, en la de Chinchán a cinco leguas de Pisco; en Coayllo y Calango, en lea, Luren, Nazca, puerto de Pisco, (cofradías de españoles y de indios), Chunchanga, Sumay (sic), Villa de Arnedo (o Chancay), Huacho, Carrión de Velasco Uunto a la actual Végueta), San Damián (en Huarochirí), San Lorenzo de Ouinti (también en Huarochirí), Cajatambo, Reyes (cerca de Junín), Ninacaca (en Huánuco), Óndores, San Juan de Huariaca (en Paseo), Concepción, Matahuasi, San Jerónimo de Tunán, Orcotuna, Cincos (estas seis últimas en el valle del Mantaro, a cargo de los franciscanos), Llapo, Chacas y el Obraje, Tauca, Piscobamba, Llamellín, Santo Domingo de Huari, Huántar y Chavín, Ichopincos, Huaraz (estas ocho últimas en Ancash), y en la iglesia mayor de la ciudad de Huánuco.A decir verdad, de la estadistica revisada consta que la más extendida era la Cofradía del Santísimo Sacramento, seguida de las de Nuestra Señora y de las Animas, en ese orden. Los cofrades se obligaban a una particular devoción al misterio eucarístico y se esmeraban en hnrarlo, con el máximo esplendor posible, en la fiesta del Corpus Christi.
En cuanto a la reserva y exposición, se dio el precepto de que hubiese reserva y se exponen las razones para ello y las atenciones especiales. Había exposición los días de Jueves Santos y Corpus. De igual modo, salían procesiones eucarísticas con motivo del Corpus Christi, la Pascua de Resurrección y con ocasión de rogativas por diversos motivos.
Una noche, el Santo Arzobispo, al asomarse a la ventana de su cuarto, observó que uno de sus criados padecía un fuerte dolor. Enseguida, mandó a uno de sus capellanes para que se informara sobre la enfermedad del criado. Eran como las dos de la mañana. Como la enfermedad era grave, el Arzobispo vio la conveniencia de administrar el Viático al enfermo, y así se lo manifestó al Capellán. Éste le contestó que no le parecía que el criado estuviera preparado para recibir el Sacramento, a lo que el Santo le replicó que entonces él lo preparase. Y sin aguardar más, bajó y se fue con el sacerdote al aposento del criado. Sentándose en la cama, con sumo amor y humildad, le empezó a disponer su ánimo, y con palabras cariñosas y llenas de fervor, le dio a entender lo que había menester para aquella hora. Así consiguió que el enfermo, entendiendo lo suficiente, deseara recibir el Viático. Llamó a los otros criados y les mandó que limpiasen y arreglasen el pobre aposento y pusiesen un altar digno. Hizo llevar el Viático bajo palio y pendón y con velas encendidas, y con algunas gentes que se juntaron al toque de la campana. El criado recibió la Eucaristía con mucha unción y consuelo de su alma y edificación de los circunstantes. Luego con el mismo acompañamiento regreso a la Iglesia para dejar a Cristo Sacramentado en su lugar.Entró por segunda vez en el aposento del enfermo, a quien quería confirmar, y haciendo traer el Pontifical, le administró la Confirmación y, además, le exhortó a que pidiese la Extremaunción. Así pasó realizando estos afanes pastorales hasta el alba, demostrando de esta manera cómo sabía estar al servicio de Dios, del bien de las almas y del cumplimiento de su cargo de Pastor.
En la lista de obispos peruanos en proceso de beatificación y que siguieron esta ruta eucarística toribiana habría que citar al conetáneo y amigo de Santo Toribio, consagrado por él precisamente en Trujillo como obispo de Quito, Fray Luis López de Solís. 1535-1606. Y, ya de nuestros tiempos al salesiano Octavio Ortiz Arrieta.1879-1958, obispo de Chachapoyas; el pasionista Martín Fulgencio Elorza Legaristi. 1899-1966, prelado de Moyobamba, y el vicentino Emilio Lissón Chávez 1872-1961, arzobispo de Lima. Todos ellos devotos de la Eucaristía. Remarquemos la divisa de este último, grabada en la lápida donde reposan sus restos en la Catedral de Lima, desde el 24 de julio de 1961: “No me basta amar a Dios si mi prójimo no le ama”; al escribir sobre un evento como el nuestro escribirá: “El Congreso Eucarístico ha sido ciertamente un milagro, una pesca milagrosa, un nuevo Pentecostés”.
4. Rosa de Lima: Ciudadana y Santa
En el resumen de su vida en forma de cuestionario que se elaboró para interrogar a los testigos con motivo del proceso de beatificación se dice: “Que Rosa de Santa María era devotísima del Santísimo Sacramento de la Eucaristía, por toda su vida fecuentó el recibirle muy a menudo dos o tres veces cada semana o más, connforme a la licencia que sus confesores le daban y para recibirle con más pureza de su conciencia se confesaba primero sacramentalmente, con grandísimas muestras de dolor y sentimiento de sus pecados, haciendo conciencia de cosas muy menudas y ligeras negligencias, como su fieran grandes delitos, con lo cual sus mismos confesores quedaban confusos y edificados, y después de haber recibido el manjar de vida era tanta la suavidad y regalos que sentía su alma, que todo aquel día ni estaba para comer ni para tratar cosa del suelo, y así los de comunión, no comía hasta la noche[2].
Atraída por el ejemplo de Santa Catalina de Siena, quiere vivir también su matrimonio espiritual con Jesús cuando le entregó en arras un anillo invisible para todos y sólo visible para ella; Rosa quería tener también su anillo que le recordase el día de su boda y se lo dijo a Hernando, quien se lo encargó a un platero. El jueves Santo lo llevó a Sto. Domingo pidiéndole al sacristán lo colocase en la urna en que el Santísimo Sacramento iba a ser expuesto. La santa le veló hasta los Oficios del día siguiente como preparación a su boda el Domingo de Pascua. El 26 de marzo, acabada la Misa solemne, se celebró otra y el sacerdote, sin que nadie lo advirtiese como deseaba ella, puso en sus dedos el anillo, símbolo del matrimonio espiritual que anticipa a la tierra las bodas eternas.
Doña María de Uzáteguideclara que “los días que estaba descubierto en Santo Domingo o en la Compañía, y en toda la oactaba de la festividad del Santísimo Sacramento, como en todos los jubileos de las cuarenta horas y en otras ocasiones, siempre estaba puesta de rodillas, delante del SS, desde la mañana hasta la noche; que ponía admiración, ver ls fuerzas que tenía un cuerpo con tan poco mantenimiento, y los más días de éstos, comulgaga con licenica de sus confesores y esto lo hacía on mucho recato por no ser notada, como era tan conocida por el hábito que traía, y algunas veces decía que quisiera no traerlo, por poder gozar de las grandes misericordias que Nuestro señor le hacía en tales ocasiones y preguntándola esta testigo, cómo podía pasar tanto días sin comer al medio día, y alguans veces como queda dicha, quedarse sin hacer colación algunas noches de estas, lerespondió a esta testigo la bendita Rosa: Qu era grandes las mercedes que recibía de aquel gran Señor cuando comulgaba, porque sentía en su alma una llenura tan grande de gozos y consuelos, que estaba de manera, que si probara a tomar un bocado tan sólo de pan, le parecía que de ninguna suerte lo pudera tragar, y ésta le duraba muchas veces todo el día. Y otras veces no tanto, y en los demás días, como tiene dicho, comulgaba dos o tres veces en la semana; y según le precía a esta testigo, y sabía de sus padres espirituales, que era la pureza de su conciencia, podía gozar de estos reglaos como era comulgar cada día, porque lo que en esta bendita alma conoció, nunca vio ni oyó decir cosa en que pudiese sentir hubiese defecto, ni aún de pecado venial; porque su modo de vida, lenguaje y obras con los demás movimientos de su persona, más parecían de ángel, que de criatura mortal y así ha oído decir, que siempre estuvo en la gracia bautismal, tenía grandísima reverencia a los lugares sagrados, particularmente donde estaba el Santísimo Sacramento. Ofendíales grandemente, oír hablar en ellas y si podía le reprendía con gran suavidad” (9-X-1617)
Quien fuese su confesor, Fray Pedro de Loayza, el 19 de enero de 1618, declara que ·”siempre la santa se ocupó a servir el SS, en labrar cuando podía corporales y palias y en particular en hacer ramilletes de seda para enviar por las iglesias para que los jueves santos asistiesen como ella decía, en prescia de su celestial esposo. También sabe este testigo que recibió muy a menudo al Señor y en particular los jubileos que duran cuarenta horas, recibiéndole todos tres días, aunque por no ser notada lo hacía con recato y para recibir este Gran señor, se prevenía con la confesión vocal, con tantas lágrimas y dolor y senitmiento, que este testigo quedaba absorto, confuso y fuera de sí. Y así con este aparejo se llegaba a aquella divina mesa, donde recibiendo a Nuestro Señor recibía tantas misericordias, que no se pueden en breve decir; entre las cuales le dijo la santa que todas las veces que recibía a Nuestro señor no parecía sino que el sol de este cielo que vemos se le pasaba al pecho; porque así como este sol con la luz que tiene alumbra al mundo y con la virtud produce varios efectos admirables, así este Señor en su alma, no parecía sino un sol, que la alumbraba toda e infundía en su alma afectos de amor, de caridad, de paciencia y masnedumbre y de todo lo bueno que se peude desear; y eso duraba en su alma muchas horas y así le mandaban sus confesores que no comiese, hasta que las sagradas especies se consumiese; y la santa lo hacía de muy buena gana”
Catalina de Santa María, terciaria dominicana, el 7 de febero de 1618, los días que no comulgaba, cantaba: “De hambre me estoy cayendo y de sed me estoy secando”.
El P. Luis de Bilbao, 14 de febrero de 1618, OP, “le parecía siempre era un volcán encendido del amor de Dios y así echaba a veces llamaradas por la boca, sus razones y sus palabras, todaseran de amor de Dios. Etnraba en el confesionario diciendo: Dios sea en su alma de vuestra paternidad, padre de mi alma; amemos mucho a Dios, oh quién le amase; no le aman, porque no saben lo mucho que merece ser amado. Cuando quería encarecer el buen espíritu de alguna persona devota decía: Ama mucho a Adios, trata mucho de amor de Dios, quisiera yo padre hacer algo en que mostrar mi amor, pero soy una ingrata que no le sé amar. Rezaba de ordinario esta oración de amor, que por ser tan encendida y de provechos para otro le parece a este testigo decirla aquí:
Oración: Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, creador y redentor mío, a mí me pesa de haberos ofendido por ser vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas. Dios mío y verdadero esposo de mi alma, alegría de mi corazón, yo os quiero amar benginísimo Jesús con aquel perfectísimo amor, eficacísimo amor, verdaderísimo amor, inefabilísimo amor, intensísimo amor, incomparable amor, incomprensible amor, incontrastable amor, invencible amor, que todos los cortesanos del cielo os aman. Y más os quisiere amar Dios de mi corazón y de mi vida, quisiera os amar, regalo mío tanto como la Santísima Madre vuestra y Señora mía Virgen Purísima os am´´o y más os quisiera amar salud y alegría mía y de mi alma, quisiera os amar tanto como vos Diso mío os ama, yo abráseme, yo deshágame, yo, consúmame yo, en el fuego de vuestro divino amor benignísimo Jesús”
Hay un cuadro referido a la defensa que hace de la Eucaristía. En 1615, el pirata Jorge Sipilbergen penetró en el Pacífico con cuatro bajeles armados; en Cañete, salió la armada española a las órdenes de Rodrigo de Mendoza y los navíos holandeses siguieron, presentándose el pirata a la vista del callao, víspera del 22 de julio. Cundió el pánico en la ciudad y el virrey Marqués de Mojtesclaros mandó aprestar las milicias y ordenó se dirigesen al puerto todos los hombres d earmas y caballero principales para evitar su desembarco. Parece que el pirata se contentó con disparar dos de sus piezas contra el recinto del puerto, levó anclase e izando las velas se alejó rumbo al note. Entre tanto, en la Iglesia de Santo Domingo se expuso a la adoración de los fieles el Santísimo sacramento y Rosa, voló ante el santísimo, permaneciendo inmóvil, acompañada de otras mujeres, entre las que seencontraban su madre y alguna de sus hermanas. Rosa temía que los herejes ingresasen en la ciudad y profanasen los vasos; de ahí que fuese al templo no sólo para adorar sino para defender con riesgo de su vida el Sacramento; así, llevó consigo las tijeras que le sirviern para cortar como lo hizo los bajos del hábito para acercarse al altar y librar las sagradas especies de caer en manos impías. Cuando cundía el pánico, Rosa, desde la capilla de San Jerónimo elevaba sus súplicas al cielo, y exhortó a sus compañers a dar la vida en defensa del Sacramento.
Su madre María de Oliva, el 15 de febrero de 1618, nos lo cuenta: “cuando los enemigos pechilingues entraron en el puerto de esta Ciudad de los Reyes, a cuya causa estaba descubierto el SS y la bendita santa que a a la sazón estaba en Santo Domingo, envió a llamar a esta testigo y habiendo ido a la dicha iglesia, la lahlló que se había quitado los chapines y que se estaba alzando y acortando el hábito; y porque el escapulario le arrastraba, con gran fervor con sus dientrs lo cortó y díjole esta testigo: para qué haces eso hija, le respondió: porque dicen que los frailes han entrado a tomar armas, por estar los enemigos en el puerto; que se teme que han de saltar en tierra y venir acá y si vienen madre mía, me tengo de subir al altar mayor, donde estaba el Señor dsscubierto, y con este rosario los tengo de rendir a todos. Y esto le decía con grande fervor, y rie´ndose esta testigo, le respondió: No se ría madre mía, vuestra merced verá cómo, con este rosario de la Madre de Dios, los tengo que rendir a todos. Y esto pasó.
Juan Costilla de Benavides, oficial mayor de la Contaduría Mayor de la Santa Cruzada, el 1 de marzo de 1618, en “algunos papeles que este testigo vio escrito de su mano al dicho contador GM, se firmaba Rosa de Santa María, esclava del Santísimo Sacramento”.
5. San Martín
En la enfermería y en la portería del convento del Rosario (Santo Domingo) atendía con acogedora bondad y amor a los pobres y enfermos. Si a todos los dolientes trataba exquisitamente, a sus hermanos religiosos los servía de rodillas. Su caridad universal le llevará a convertir el convento en hospital. Sabe que el amor es la ley suprema. De este modo, una tarde se encuentra en la plaza con un enfermo vestido de andrajos y devorado por la fiebre. Le carga sobre sus espaldas, le lleva al convento y le acuesta en la cama. Al ser reprendido por uno de los frailes:
- ¿Cómo traéis a clausura enfermos?
El santo, con paciencia serena, contesta con sencillez:
- Los enfermos no tienen jamás clausura.
Su caridad con el prójimo nacía de la unión íntima con Jesús y con María. Comentan sus compañeros dominicos que recibía a Jesús Sacramentado "con muchas lágrimas y grandísima devoción", ocultándose de todos para "mejor poder alabar al Señor".Fray Martín, rezaba en su celda, en la Iglesia, ante el Santísimo Sacramento, Virgen de los Santos, en los altares del templo, en las capillas y oratorio del convento. Oraba arrodillado y echado en cruz sobre el suelo. Así Juan Vázquez de Parra, amigo suyo, nos cuenta lo siguiente: “que una noche estando este testigo recogido como a horas de las once de la noche, poco más o menos, hubo un temblor muy recio, y recalándose este testigo de lo que podía resultar, se levantó de la cama en que estaba echado dado voces y llamando al dicho venerable fray Martín de Porras, al cual halló (en su celda) que estaba echado en el suelo boca abajo y puesto en cruz con un ladrillo en la boca y el rosario en la mano haciendo oración”. Además sus mismos amigos decían que rezaba después de su trabajo en la enfermería.
Su comunión era frecuente; cada dos o tres días pues los donados solían hacerlo cada ocho días; entonces sólo los sacerdotes lo hacían a diario. Otra vecdes no comulgaba por ener quequedarse en la enfermería atendiendo a los dolientes. Cuando comulgaba iba al comulgatorio en la fila de frailes por el lado izquierdo, ocupando el lugar postrero. Llegado el turno se arrodallaba en el comulgatorio y recibía la Sagrfada Forma con muchas lágricmas, con muchísima devoción. Conviene destacar la importancia que le daba a sus acciones degracias: “el día que comulgaba se retiraba a rezar, que de ninguna manera aparecía en el convento…Se metía en lo más oculto y escondido en él, para poder allí mejor alabar a Nuestro Redentor y salvador Jesucristo” no pudiéndo le encontrar porque se metía “debajo de una cátedra que estaba en la sala del capítulo de dicho convento y otras en desvanes y sótanos”. Y esto, siempre que recibía el Santísimo Saacramento, “de quien era muy devoto”.
6. San Juan Macías
El milagro de su canonización tiene mucho que ver con la multiplicación del pan y los peces de Jesús y también con la multiplicación de alimentos en la vida del santo. El 23 de enero de 1949, desde Olivenza (Badajoz), la cocinera Leandra Rebello Vásquez no podía dar crédito a lo que vieron sus ojos. Se encontraba en el Hogar de Nazaret, colegio de niños acogidos a la Protección de Menores, regentado por una institución religiosa fundada por el párroco del pueblo don José Zambrano. Era domingo y, además de la comida para los 5O chavales, había de preparar alimentos para los pobres de la población. Los bienhechores designados para ese día no trajeron los alimentos. La criada encargada de preparar la comida, advirtiendo la exigua cantidad de arroz (unos 750 gramos), la arrojaba para su cocción al tiempo que se abandonó en su paisano beato Juan Macías:"¡ Oh Beato, hoy los pobres se quedarán sin comida!"
A continuación, aquella minúscula cantidad de arroz, al cocer, fe vista crecer de tal modo que al instante fue preciso trasladarla a una segunda olla; lo que se hizo una y otra vez. La multiplicación del arroz duró cuatro horas de una a 5 de la tarde cuando el recipiente que rebosaba fue apartado del fuego por mandato del párroco. Del alimento gustaron hasta hartarse los chicos del hogar, como la ingente multitud de pobres y necesitados. Leandra Rebello, protagonista del milagro de este "conquistador espiritual", presente el 28 de septiembre de 1975 en la canonización de Juan Macías, es digna sucesora de espíritus tan sencillamente magnánimos. Lo demuestra su confianza audaz que atrae el milagro del Cielo.
Relata el cronista dominico P. Juan Meléndez acerca de su gran devoción eucarística: “Comulgaba con la frecuencia que el parecer de sus confesores y la licencia del prelado le permitían. Y nunca se la regatearon, pues veían los grandes frutos y las singulares medras que cogía para su alma en mesa tan soberana”. Cada jueves en que se renovaba el Santísimo participaba de la misa cantada de rodillas, con gran fervor y recogimiento. En la Octava del Corpus, permanecía expuesto el Santísimo todos los días en la iglesia del convento dominico y fray Juan , iba y venía de la portería a la iglesia, rezando con devoción la estación del Santísimo Sacramento. Pero, Juan Macías, humilde campesino y pastor, emigrante sin retorno, será pan partido para su prójimo en los detalles diarios de su peregrinar. Como en las florecillas franciscanas, es emocionante leer cómo se servía de un borriquillo para atender las necesidades materiales y espirituales del prójimo, particularmente de Pedro Ximénez Menacho y Andrés Martín de Orellana. Relata el doctor Baltazar Orozco Carrasco que envío a su pueblo, Ribera del Fresno, una lámpara de plata para la capilla del Santísimo Sacramento.
7. Francisco Solano
A Solano le tocará encargarse de poner en marcha la nueva "recolección" (convento descalzo). Lo hará como en Montilla, "austeridad con música". Se revive la primitiva espiritualidad de los eremitorios de Asís. "Una espontaneidad de ascesis, oración, silencio y gestos penitenciales que combinan lo desconcertante y lo estético" (J.García Oro). Allí se interrumpe el ambiente de silencio para contactar con la naturaleza en donde el santo improvisa orquestas pajareras a la vez que alimenta a los "pajaritos del Señor". Un día, Solano danza delante del Santísimo, saca coplas de enamorado a María y canta villancicos andaluces al Niño Dios, contagiando a los hermanos. Fray Juan Navarrete, que le reprende por estas "irreverencias", termina tarareando él mismo coplas de su tierra en honor del Creador.
8. Nicolás de Dios Ayllón (1618-1677) el Juan Diego del Perú
Nicolás Ayllón, indio natural de Chiclayo, fue educado por los franciscanos, en particular por el Padre Fray Juan de Ayllón que le protegió y le dio su propio apellido como muestra de afecto. Con él viajó a Lima para vivir en el convento de San Francisco donde se dio a la oración. Antes de los 21 años, edad a la que contrajo matrimonio con la india María Jacinta, había tenido un hijo natural de una joven mestiza. Después de este suceso ejerció como sastre en Lima dedicándose a la práctica de obras de caridad como un nuevo buen samaritano. Todos los años por Jueves Santo convidaba a 13 pobres y luego de lavarles los pies como Jesús, los sentaba en su mesa les servía por sí mismo. Para cumplir con el cometido de asistir a los enfermos creó el Hospital de Santa Ana. Fueron tantas las ocupaciones que sus amigos sospecharon que poseía don de la ubicuidad y fue muy respetado por su papel de defensor de indios y negros frente a los poderosos. Miembro activo de la Cofradía del Santísimo Sacramento, participaba afanosamente de todos sus actos en honor a la Eucaristía, haciéndola alimento y fuente de sus múltiples acciones caritativas. Hoy, la casa se ha convertido en monasterio de Jesús María, para doncellas españolas e indígenas, bajo la estricta regla capuchina.
Además fundó el asilo de Jesús María con capacidad para 12 muchachas pobres a las que atendió con su mujer, una mestiza mundana a la que hizo mudar de vida gracias a su acción caritativa pues cuidaba mujeres pobres en su propio hogar.
9 Pío Sarobe Otaño (1855-1910)
Este celoso franciscano, afincado en tierras de Ica, dedicaba a la oración a horas ordinarias y horas extraordinarias; fue “un hombre de oración”, la que veía como penitencia expiatoria de las faltas propias y ajenas. Su devoción centrada en el Santísimo fue lo que más impactó a sus alumnos, compañeros de fraternidad y fieles que sabían cuando el P. Pío se encontraba o en el Confesionario o postrado en el Sagrario. Reiteradamente se complacía en hacer el ejercicio del Vía Crucis. El misterio de la Inmaculada Concepción era el preferido entre sus devociones marianas. Mientras lavaba los platos con sus estudiantes, decía pausadamente las letanías de Ntra Sra. Cuando iba de camino rezaba el rosario con sus acompañantes. Devoto del ángel de la Guarda, de su Santo Patrono San Pío V, y de las almas benditas del purgatorio. En sus cartas siempre no faltan palabras de piadosas recomendaciones, con gran aprecio de las virtudes que creía, que vivía y que recomendaba.
10. Luisa de la Torre, Beatita De Humay (1819-1869)
Nació en Humay (Pisco) el 21 de junio de 1819. Fueron sus padres Agustín de la Torre e Isabel Rojas, quienes fallecieron cuando era muy niña, quedando tanto su hermana melliza Carmen como ella al cuidado de sus tías Francisca y Juana. Desde su más tierna infancia se consagró enteramente al servicio de Dios y a la práctica de todas las virtudes, al punto que sus coterráneos la llamaban la “Beatita” o “La Niña Luisa”. Modelo de penitencia, torturaba su cuerpo con cilicios y disciplinas. Su caridad no tenía límites, dándolo todo a los pobres. Pasaba largas noches den oración y a menudo penetraba a la iglesia estando las puertas cerradas y caía en éxtasis. Alguna vez recibió la comunión de manos de los ángeles. Su confesor afirmó que Luisa fue un ángel de pureza. Dios la favoreció con carismas extraordinarios, tales como el éxtasis en momentos de oración, visiones premonitorias con curaciones extraordinarias. El caso más célebre fue el del Padre Julián Endérica –uno de sus confesores- que fue desahuciado en Lima por los médicos; en medio de la grave enfermedad, apareció Luisa, le llevó una medicina y el mal desapareció; el Padre Endérica sanó de la noche a la mañana sin que Luisa se hubiese movido de Humay. Curaba a los enfermos y a los niños los sanaba con solo una caricia. Daba de comer a multitud de personas, con el alimento que se multiplicaban maravillosamente en una ollita diminuta.
11. Pascualito Fuster (1888-1950).
Nació en Caína, Huánuco, de familia indomestiza. A los 20 años se trasladó a Lima y pronto se convirtió en una de las personas más queridas del distrito de Barranco. Mendigo, tullido de las piernas, no se amargó con su enfermedad sino todo lo contrario, se creció e hizo crecer a cientos de jóvenes. Se desplazaba sobre una tabla con chirriantes rodajes e impulsándose con dos planchas de lavandera. Cada mes iba pidiendo limosna en las casas de los vecinos adinerados de Barranco y en las puertas de las iglesias de Santo Domingo y de La Merced. Todo lo que recaudaba lo empleaba en obras de caridad, destacando de modo especial el pago de los estudios de seminaristas pobres, así como el socorro a indigentes y enfermos de tuberculosis. Se destacó por su vida de piedad, especialmente eucarística, por organizar retiros esprituales y por obsequiar rosarios elaborados por él mismo con semillas endurecidas. Siempre estaba listo para dar consejo a los necesitados. Hasta el mismo Nuncio de Su Santidad no dudaba en pedirle consejo.
Dice el P. Lienhart que su figura era conocida en los templos limeños, San Alfonso, San Pedro, La Merced, La Concepción, Santo Domingo o La Recoleta…”Era familiar su figurilla aduendada: el ponchito sobre su endeble espalda, el negro sombrerito de paño, el ágel cocheicto y en su rostro moreno los vivaces ojos de brillante mirada como los de un pájaro, con inefable sonrisa y cordial humildad. Se le escuchaba entrar en la iglesia, con las rápdias ruedecitas hasta que llegaba a la banca delantera de la nave central. Allí, frente al altar mayor, de un salto preciso, se encaramaba al asiento, donde permanecía absorto durante la Santa Misa. Recibía la Comunion con unciosa actitud”.Murió en marzo de 1950 y su entierro fue acompañado por toda Lima como otrora lo hacía en el periodo virreinal con los que morían en olor de santidad.
12. Teresa de la Cruz Candamo (1875-1953)
Nació en Lima, Perú, el 19 de agosto de 1875. Fueron sus padres, don Manuel Candamo, presidente del Perú, y doña Teresa Alvarez Calderón. Contemplando al crucificado, percibió estas palabras: “Si buscas ideal, amor, modelo, Aquí tienes”, a través de las cuales comprendió la profundidad de su vocación, a la que fue fiel hasta el heroísmo. Fundó la Congregación “Canonesas de la Cruz” el 14 de Setiembre de 1919 dando a sus hijas admirables ejemplos en todas las virtudes y en el apostolado de catequesis y liturgia al que se dedicaría su Congregación. En medio de un mundo materializado, donde se impone la filosofía del alejamiento, de la negación y del olvido de Dios, nos presenta la teología de la fe y del abandono total a la voluntad divina. Entregó su alma a Dios el 24 de Agosto de 1953. Su causa de Beatificación está introducida en Roma desde el año 1980.
De su espiritualidad, rescatamos una poesía compuesta por la Sierva de Dios y dedicada a Su Santidad –san- Pío X, Pontífice reinante cuando ella estuvo en Roma en 1906, titulada ”Ecos del Mar de Tiberíades”:
¡Por tu amor, Señor, yo iría a su encuentro desde que se muestra tímidamente el alba matinal asciende llevando entre mis manos tu blancura en la Hostia para alimentar a tus corderos dándoles tu vida! ¡Encenderé para ti la blancura de tus llamas en la claridad de la aurora del candor de las almas y yo haré de ella la ofrenda de mi corazón a tu corazón! Y mi corona más blanca que todas las blancuras!
13. Un arequipeño, apóstol mundial de la Eucaristía (1875-1960)
Lo fue el Padre Mateo Crawley-Boevey, nacido en Sachaca un 18 de noviembre de 1875, religioso de los Sagrados Corazones, padrino de nuestro querido Cardenal Landázuri, quien promovió la "entronización del Sagrado Corazón de Jesús en los hogares", la adoración nocturna en el hogar, así como los monumentos dedicados a Cristo en lugares visibles. Su objetivo era "hacer vivir en el hogar y por el hogar, célula social, el divino llamado: 'Quiero reinar por mi Corazón'. Una de sus obras escritas fue "Horas Santas", auténtica llamarada de amor a Cristo como muestra en esta oración: "Jesús sigue revelando las maravillas de tu Corazón desde esa Hostia!...Avanza, Dios oculto y vencedor, avanza, conquistando en el comulgatorio alma por alma, familia por familia hasta que la tierra entera exclame, alborozada: ¡Alabado sea el Divino Corazón en su Eucaristía salvadora...; a Él, sólo a Él, en los altares, gloria y honor por los siglos de los siglos; venga a nos tu reino!".
14. Monseñor Emilio Lissón, cm (1872-1961)
En estos tiempos de globalización cultural, conviene poner en candelero a los auténticos pioneros de la única globalización digna de tal nombre, la que rompe fronteras egoístas para abrir espacios de encuentros solidarios. Los santos, “los revolucionarios del amor” –como los definiera el Papa en su encíclica “Dios es amor” se han adelantado con sus gestos de gratuidad y compromiso a lo ahora a duras penas intentamos. Tal sucedió con Emilio Lissón, arzobispo limeño, natural de Arequipa, egresado de la UNSA, desterrado en Europa (Roma, Valencia, Sevilla) y que supo aprovechar este auténtico martirio como oportunidad de crear lazos entre peruanos y españoles, convirtiéndose un peruano en España y un español en Perú. La peruanidad y la hispanidad se fundieron en un encuentro feliz que potenció estas queridas realidades.
La expresión “otro Toribio Mogrovejo” la empleó el escritor V. García Calderón cuando lo conoció en París con motivo del homenaje al Almirante Petit Thouars. El 17 de diciembre del 2002, se incoó en Valencia –última morada de su peregrinar y lugar de su deceso- el proceso de beatificación que culminó en su fase diocesana el 31 de mayo del 2008.El Arzobispo de esta diócesis, S.E. Agustín García-Gasco, destacó su itinerario martirial, “a partir del derribo o destierro de Lima” pero que él vivió como “misionero de la evangelización, recorriendo su “vía crucis con paz, esperanza y sentido de resurrección”.
En la primera carta pastoral, 20 de julio de 1918[3], traza su programa en el amor a Dios y al prójimo: “Y ante todo, para entrar en el santuario de la Caridad es preciso purificar el corazón. El corazón puro es el único capaz de este altísimo amor de caridad;..el único que con mirada penetrante puede descubrir y amar la Eterna Verdad... El primer fruto de la caridad es la Unidad...”. Como fruto de su primer trienio pastoral escribe una ardiente pastoral sobre “el espíritu parroquial” el 9 de febrero de 1921 en la que reconoce que la “parroquia es por excelencia la organización católica universal, perfecta y eficaz”, cuya función es “por excelencia el nervio de toda acción religiosa”; devoto y pragmático insta a los párrocos y a las familias a renovar la vida parroquial, exhortando al establecimiento de la congregación del Santísimo Sacramento o Liga Eucarística. En 1925 asistió en representación de la Iglesia Peruana al Congreso Internacional Eucarístico de Chicago.
Ya en el destierro, escribe desde Roma, 21 de febrero 1936. Hay que pensar que, en proporción a sus población católica, el Perú tiene diez veces menos sacerdotes que la China; allí hay un sacerdote para cada 500 fieles, en el Perú no hay un sacerdote para cada 5000. El Congreso Eucarístico ha sido ciertamente un milagro, una pesca milagrosa, un nuevo Pentecostés, Pero la necesidad de que le hablo no tiene todavía remedio.
Su devoción eucarística merece un tratado. Basta con rescatar la divisa de su vida: “No me basta amar a Dios si mi prójimo no le ama”. Grabada en la lápida donde reposan sus restos en la Catedral de Lima, desde el 24 de julio de 1961, nos ofrecen un bello testimonio de coherencia de la auténtica devoción eucarística, la que lleva al compromiso.
[1]Santa Teresita del Niño Jesús, Historia de un alma, IX.
[2] Primer Proceso Ordinario para la Canonización de Santa Rosa de Lima 1617 Transcripción, introducción y notas del P. Dr. Hernán Jiménez Salas, O.P. (Monasterio de Santa Rosa de Santa María de Lima, Lima, 2003, pp.604 pp.)
[3] Si no se advierte lo contrario, todas las pastorales y los documentos del Arzobispo se citan de la revista “El Amigo del Clero” publicada por el Arzobispado de Lima.