Este es el tipo de libros que no suelo leer; narraciones contemporáneas y en cierto modo experimentales, que no se parecen en nada a las novelas a las que ya estoy más que acostumbrada, pero que de vez en cuando me llaman la atención.
Comencé a leer Devuélveme mi noche rota sin saber qué esperar de ella, ¿y qué me encontré? Una serie de anécdotas del autor robadas al tiempo y al espacio a través de un determinado disco o una canción. El libro está compuesto por capítulos que son el nombre de un artista o grupo y el título de un disco, y en dicho capítulo nos cuenta qué situación del pasado rememora con esta música.
Son capítulos muy cortos (cuatro páginas, poco más) y son anécdotas que no siguen ningún orden temporal, sino que saltamos de la adolescencia, a la vida adulta, a los estudios universitarios, a la vida como padre y marido, etc. No me disgustó este aparente desorden porque enseguida te haces con nombres de lugares y personas que el autor va nombrando a lo largo del relato, y te sitúas muy fácilmente. Además, me ha parecido muy adecuado este repaso de una vida a través de las canciones que la han marcado, porque todos escuchamos de vez en cuando esa canción que nos recuerda a…
Eso sí, tengo que confesar que más de la mitad de los artistas nombrados son totalmente desconocidos para mí. Muchos ya sabéis que mi cultura musical es muy limitada, pero que yo soy feliz así. En fin, que nunca menciona a Britney Spears y que, cuando sale el Boss en un capítulo, es para decir que no le gusta. No encontré muchos puntos en común, no
He leído los primeros capítulos rapidísimo, pues ya os digo que son tipo pipas (venga, una más), pero ha llegado un momento en el que el libro se me empezó a hacer largo. En un par de ocasiones dice el autor que ya debería terminar este relato, y en verdad coincidí en sus apreciaciones; sin embargo estábamos todavía por el 60 o 70% del ebook y aquello no acababa. Además, repite muchos datos varias veces, y en ocasiones de manera contradictoria (habla en un capítulo de un compañero de trabajo que era de Burgos, y 20 capítulos más adelante menciona al mismo compañero y dice que no recuerda si era de Burgos o de León), lo que me hace pensar que no ha existido un proceso de edición previo a la publicación para evitar estos pequeños errores y repeticiones.
Parece ser que estos capítulos fueron escritos en formato blog en un principio, y estoy segura de que así, poco a poco, funciona mejor (lo cual me hace recordar ahora mismo a Tristram Shandy). Pero como libro, es un conjunto que se hace cansado de leer; lo que en un principio devoras con avidez, al final se hace pesado, y por eso le he dejado en una puntuación que está a medio camino.