En esta temporada se ha explorado más que nunca la relación entre Dexter y Deb. Pero después de todo lo sucedido en las temporadas anteriores, de como ella descubrió la realidad sobre su hermano al finalizar la sexta, y de todo lo acontecido en la séptima (en especial el asesinato de María Laguerta) esa relación ha quedado muy lejos de las cervezas y las confesiones a las que nos tenían habituados. La relación estaba más dañada que nunca, y Deb también. Ambas cosas, tanto ella como su relación con Dexter, han tenido que ir recomponiéndonse poco a poco a lo largo de la temporada. Y yo diría que lo han conseguido. Hemos visto una Deb más perdida que nunca, y todo debido a esa mala idea del enamoramiento medio incestuoso que se nos ha traído con Dexter. En las dos temporadas anteriores me ha parecido que el personaje perdía toda su fuerza, su interés y su fuelle debido a ese tema, que no me convencía para nada. Me alegro de que al menos, haya tenido un fin lógico, y de que nuestra Deb haya ido volviendo a lo largo de la temporada a ser ella misma. La relación con Dexter se recompuso, y aunque la distancia estaba allí, al final ambos volvieron a ser lo que eran: dos hermanos que se amaban como tales, y punto. Lo que nunca debió dejar de ser, pero con las lecciones aprendidas que analizaremos en el acto final. Y si ha habido un personaje que ha ayudado a Dexter y Deb a recomponer su maltrecha relación y que nos ha aportado una visión bastante interesante, esa ha sido sin duda la doctora Evelyn Vogel, creadora real del Código que asesoró al padre adoptivo de Dexter Harry Morgan, para ayudarle (muy simbólico por cierto que Harry, la eterna voz de la conciencia, desapareciera de las visiones de Dexter en un punto de esta temporada, alegando que este ya no le necesitaba) Las relaciones entre padres e hijos siempre me han parecido de alguna manera, un tema central en esta serie. El personaje de Evelyn, además de revelarnos el origen del Código (cosa que aunque pudiera parecer algo forzado a estas alturas, y entendería esa crítica, a mi me ha resultado interesante) nos ha permitido reflexionar un poco sobre la figura materna y su vital importancia en la vida, cosa que estaba muy abandonada en Dexter desde los comienzos de la serie, cuando supimos de su madre biológica, Laura Moser, y como esta fue brutalmente asesinada. La doctora Vogel nos ha traído además de su mano al último enemigo de Dexter, su propio hijo, Daniel, más conocido como Oliver Saxon, que aunque solo ha permanecido poco menos de media temporada, ha resultado ser un rival formidable, una buena horma del zapato de Dexter que no se lo ha puesto nada fácil en este final. Y antes de llegar a cerrar el tema, no podemos no hacer mención a la mujer más completa e interesante que se haya cruzado en la vida de Dexter. En esta temporada hemos contado de nuevo con la presencia de Hannah McKay (Yvonne Stravisnky) y con ella, el amor, la pasión, la dulzura, la sensualidad, la inteligencia... y la posibilidad abierta de un futuro feliz para nuestro protagonista. Pero naturalmente, las cosas no podían ser perfectas, ¿verdad?
Llegados al final, debo decir que los últimos tres episodios, y sobre todo, el último, han sido bastante emocionantes de ver. Hemos visto a Dexter despedirse de Miami, enfrentarse a su último rival, y hemos soñado con que él y Hannah tuvieran un final feliz, con nueva vida incluida en Argentina. A esa esperanza nos aferrábamos todos, pero al final, se ha impuesto la cruda realidad. Claro que me hubiera encantado ver a Dexter y Hannah con un épico "Happy Ending" , viviendo felices con el pequeño Harrison en una granja de la Pampa. O tal vez, todo lo contrario... una cruenta repetición de la muerte de Rita, en que Dexter llegara a la linda granja en Argentina, y encontrara a Hannah y al niño muertos (a manos de Saxon, o de quien fuera) Pero no, no ha sido eso por lo que han optado. En vez de eso, hemos visto a Dexter despedirse de Deb, cuya muerte me esperaba a raíz de unas declaraciones de Jennifer Carpenter de hace no mucho tiempo, y también era de esperar por el modo en que su personaje se ha ido recomponiendo en esta temporada. Ha sido una despedida amarga, que me ha conmovido a pesar de todo. Y por un momento, parecía la despedia de Dexter también... pero no hubiera sido muy lógico, puesto que los psicópatas no suelen tener tendencias suicidas. Al final cierra agridulce para esta serie, como debe de ser en las grandes historias: nos alegramos de que Hannah y el pequeño Harrison estén bien y a salvo, pero lloramos la muerte de Deb. Nos alegra que nuestro antihéroe y protagonista siga vivo, pero nos entristece su soledad. Tras la muerte de su hermana, es lo que Dexter elige: después de todo, siempre le fue mejor solo. Y así, redondeamos la jugada y le dejamos donde comenzó: como un asesino solitario, lo que quizá siempre fue.
En resumen, creo que hemos asistido durante ocho años al espectáculo de una excelente serie, con sus puntos flojos, por supuesto, entre los cuales destaco la tercera, sexta y séptima temporadas que me han parecido las peores, y positivamente, las demás, destacando sobre todas la cuarta, seguida por la quinta y por esta última. Durante ese tiempo, hemos conocido a Dexter como a un antihéroe y un psicópata único y muy especial, debido al Código. Una criatura única en su especia, podríamos decir. Le hemos visto construir a su alrededor una vida casi ficticia, en la que creyó poder ponerse la máscara para ocultar a su oscuro pasajero. Le hemos visto en su trabajo, en la vida familiar, como esposo, padre, hermano, amante. En muchas ocasiones, creyó equivocadamente que podría ser alguien distinto. Pero al final, la máscara se ha derrumbado. Después de todo lo vivido: años como forense en Miami, una familia, un hijo, numerosos amores (por cierto, analizaremos de nuevo en algún momento el tema de las mujeres de Dexter, hay que actualizar esa entrada, y la ampliaremos con muchas cosas más) Dexter elije desaparecer con su Oscuro Pasajero... ¿hubiera podido ser feliz junto a Hannah y con su hijo, o su lado más oscuro les hubiera consumido también a ellos? Nunca lo sabremos, y quizá es mejor así. Termina una estupenda serie, que echaré mucho de menos, pero nos quedan muchas más, y la temporada americana esta ahora mismo empezando, así que las reseñas no van a parar. Y descuidad, que no será la última vez que hablemos de nuestro amigo Dexter por aquí. Ah, y por cierto... 96 veces. Han sido 96 veces, una por cada episodio, que ha muerto en mosquito de esa magnífica intro que es, como mucho, el más genial minuto y medio de la televisión mundial, y con la que cerramos la entrada. ¡¡Nos vemos pronto, gente!!