El primer tramo era hasta Bort, pero a diferencia del camino de los lagos que era apto hasta para familias con cochecitos, este era ya mas sendero con algún tramo complicadillo y no olvidemos que llovía.
A nosotros nos encantó desde el minuto uno, ibas al borde de la montaña, a la derecha las montañas verdes con sus cascadas, a la izquierda las montañas nevadas que parecían de postal y abajo del todo a lo lejos veías el pueblo. Lo que no veíamos claro era como íbamos a bajar pero nos fiaríamos de los suizos y seguiríamos sus indicaciones. Hicimos tramos andando, tramos corriendo, incluso tuvimos que atravesar cascadas. Recuerdo que uno de los críos se apoyó en una roca y se le movió y me miró muy serio y me dice: estoy apunto de caerme y tu estás feliz... y era verdad, es que miraras donde miraras era una pasada, nos estaba cayendo el agua encima y nos daba igual, mas verde se veía todo, no queríamos que se acabara nunca, cada tramo era mejor que el anterior. Solo cogimos un pequeño tramo de pista, este nos llevó a un cruce donde se podía elegir entre 1h por pista o 40min por el bosque y en picado hacia el pueblo y es que llevábamos 1 hora caminando y todavía estábamos muy arriba. Como comprenderéis ni nos lo pensamos, 40min por medio del bosque.
Era tan en vertical que en muchos tramos habían hecho como escaleras con troncos, pero es que el bosque era una pasada, era el típico de las películas con abetos altísimos. El peque que su fuerte son las bajadas se puso delante a correr y a tirar del grupo. Sólo parábamos para hacer fotos y es que era imposible no parar, a riesgo de mojar el móvil, pero valía la pena.
Aquí teníamos 3 opciones: seguir caminando, coger el teleférico o la sorpresa que les tenía preparada, las trotti bike.
Como habréis supuesto cogimos la tercera opción, era la típica trampa para turistas, pero estuvimos encantados de caer en ella. Los críos se lo habían ganado, era una especie de híbrido entre bici y patinete, tu única misión era aguantar el equilibrio y frenar porque todo el camino era bajada y preparado para las bicis, los críos disfrutaron como enanos, bajaban a una velocidad de vértigo, iban picados con unos japoneses...jajaja
Pero claro tenían que esperarme porque a mi me daba algo de respeto, por su parte los japoneses tenían que esperar a las japonesas que eran peor que yo, éstas hicieron tramos incluso andando porque les daba miedo según que bajadas.
Aunque a mis hijos ya les iba bien, porque aunque querían correr no querían que se les acabara el camino, se lo estaban pasando genial, ni se acordaban del tute que se habían dado caminando. La verdad que tenemos suerte, porque no se quejaron en ningún momento, y eso que estaban empapados, porque llevábamos chubasquero si, pero los pantalones, las bambas... todo iba mojado después de tantas horas y ellos tenían una cara de felicidad difícil de explicar. Al llegar al coche lo único que preguntaban era... mama, mañana que haremos porque superar esto será difícil....