Día 13/30 de #30diasenbici 2018

Por Carlosr

The KO – Día 13/30 de #30diasenbici 2018

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Viernes 13. La minivelo que me lleva acompañando cada día de abril (y de los otros once meses) desde hace cuatro años ha sufrido su única avería posible: bloqueo del freno contrapedal. Irreversible. Kaputt.

Son cuatro años de uso intensivo sin mantenimiento ni ajuste alguno. Cuatro años viviendo la efectividad y uso sencillo en la ciudad. Cuatro años disfrutando de la pureza de líneas de una bici sin cables ni manetas…

No hay opción: el lunes me radio otro. Mi freno contrapedal ha muerto. ¡Larga vida al contrapedal!

¿Cómo funciona un freno contrapedal?

En los países del norte de Europa, donde pedalean los hiperbóreos, son muy comunes las bicicletas con freno contrapedal, desde los ya lejanos años 50 en los que los frenos de varilla no se distinguían por su eficacia.

El freno contrapedal es interno y se sitúa en el centro de la rueda trasera, en el buje. Para frenar, en vez de accionar la maneta de freno en el manillar, simplemente das pedal hacia atrás y esta acción frena la rueda. Es dulce y progresivo. A más fuerza sobre el pedal más potencia de frenada y presionando suavemente se consigue moderar la velocidad a la perfección.

Entre sus múltiples ventajas podríamos contar:

  • Tienen un frenado suave y progresivo con una potencia de frenado muy eficiente en el tráfico urbano.
  • Deja una mano libre para señalizar.
  • Requieren muy poco mantenimiento.
  • Un freno contrapedal nunca deja de frenar. Ni en medio de una tempestad ni en el Desierto del Gobi. Y cuando se estropea, se bloquea.

Por contra, a sus conspicuos detractores:

  • Frenar al dar marcha atrás con los pedales les parece raro y confuso.
  • Les resulta incómodo… aunque baste usarlo un poco para acostumbrarse a dejar la pedalada preparada al parar en los semáforos.
  • Creen que no sirve para frenados de emergencia. Pero como en la ciudad no vas a 50 km/h como por la carretera, tampoco te hace falta.
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