Día 18 – La sal

Por Marikaheiki

Me preguntaba por qué las cosas a las que más tenemos son, al mismo tiempo, las que más nos atraen.  Yo le temo al mar pero hay una cuerda tensa entre nosotros que me lleva hacia él. Todavía no entiendo su idioma: lo estoy aprendiendo poco a poco. El océano me habla y yo solo oigo sus susurros en la lengua muerta de la sal. Llego.

Que no soy alma y soy cuerpo al mismo tiempo. Ahora soy mente que escribe y voz que dicta, por la tarde era solo cuerpo y me confundía entre la espalda y la roca. Caminaba por la playa y de repente me vino: ese calor. Me apetece que me acaricien toda la epidermis. Me apetece: que me disfracen de hálito la nuca. No es lo sucio, es lo erótico en potencia, el ideal y el imaginado. Son solo manos fecundándome las células.

Me apetece fundirme en el mar, disolverme y que con su lengua de cristal me vacíe. El mar me purifica. Buscaba silencio y encontré olas rugiendo y calmaron mis oídos. Eso es el orgasmo natural: encuentro más erotismo en la naturaleza que en el sexo con extraños. Hoy me apetece mi vestido de batik agitado por el viento, ondeándome las piernas. Me gusta lo que hay dentro y hay debajo, y sentir como si acabara de despertarme. Hoy estoy tranquila y silenciosa. No pregunto, no respondo, solo siento.

El mar, la sal, la lluvia, la tormenta. La energía. Pronto la selva. Son símbolos, son mis símbolos. Y la tierra yerma trazando geometrías. Yo soy la unión de los elementos en este instante y en el que viene. Soy solitaria y abundante hoy, soy terremoto mañana. ¿Y qué no puedo ser, me pregunto, si en potencia mi cuerpo contiene todos los colores?

Acepto el mar. Lo acepto.

Te interesa también...

If you enjoyed this post, make sure you subscribe to my RSS feed!