Adoro el zumo de naranja 100% recién exprimido de Don Simón. Eso sí, si 100 veces lo he comprado, 100 veces me he hecho la misma pregunta: ¿De verdad es necesario poner como 10 idiomas en el etiquetado del producto?
Español, francés, alemán, portugués, italiano, holandés, checo, árabe, ruso, ¿by?, japonés….
¿Crear un sólo etiquetado para todos los mercados es la mejor idea?
A nosotros también nos ha surgido esta duda, por eso me gustaría compartir con vosotros nuestro punto de vista.
¡Seguid leyendo y decidme qué opináis!
Siento si algún trabajador de J. García Carrión se siente ofendido por esta crítica, pero reconozco que me sorprende ampliamente que una empresa tan reputada y reconocida en España, lance al mercado un producto con un envase tan catastrófico. No sólo porque es un sinsentido de tipografías, colores, imágenes (¡¿por qué incluyen la foto de una Avutarda??!), etc., sino porque contiene tales parrafadas que hacen del mismo un envase completamente ilegible y ampliamente inatractivo.
Siendo honestos, creo que es el ejemplo de lo que no se debe de hacer a la hora de presentar un producto…
La “Biblia en verso” me resulta más divertida que este “tochazo”…
Humilde opinión de consumidora, ¡claro!
Pero lo que viene a colación aquí es, ¿es realmente necesario que nuestro producto incluya en su etiquetado todos los idiomas de los mercados a los que éste va dirigido?
Así de primeras, la respuesta sería sí, ya sabemos que el objetivo fundamental de realizar esto es ahorrar costes de producción al elaborar una única tirada de miles de unidades (en vez de diversas tiradas en cada idioma de menores cantidades).
Además, por supuesto, considero que depende enormemente del emplazamiento dentro del producto del que estemos hablando:
No es lo mismo considerar introducir todos estos idiomas en el lateral del envase de un zumo (como ocurre aquí) o de una crema, que en el prospecto de un medicamento.
Sin embargo, desde nuestra experiencia me gustaría enumerar los motivos por los que consideramos que no es conveniente seguir esta pauta, es decir, la de elaborar un envase estándar todos los idiomas:
1) Información del importador:
En la mayoría de los casos, incluir la información del importador es obligatorio a la hora de comercializar el producto en el país de destino. Si no queremos hacer como los importadores chinos, que simplemente incluyen una pegatina con esta información, lo conveniente será preparar envasado exclusivo para nuestro distribuidor, especialmente si se ha acordado una distribución en exclusiva.
Sin duda, esto afecta en el costo del producto, pero si lo que buscamos es competir en calidad, ésta es, posiblemente, la única opción conveniente.
2) Normativa del país:
Al igual que ocurre con los datos del importador, veremos que, para determinados productos, es muy problable que tengamos que enfrentarnos a distintas normativas, las cuales variarán según el país de destino, y que van a determinar lo que debe y no debe incluirse en el etiquetado del producto.
Por ejemplo, en el caso de los reclamos promocionales, veremos que, en determinados países, algunas palabras de marketing son aceptadas, mientras que en otras están totalmente prohibidas (por ejemplo, palabras controvertidas como “sexo”, “sensual”, etc). Lo mismo ocurre con información como “warnings”, números de registro, teléfonos de atención al consumidor, etc.
Para la distribución de nuestro producto en Bélgica fue obligatorio añadir en el envase el nº de registro farmaceútico belga y el teléfono local de atención al consumidor.
3) Cambios en el producto:
Asimismo, hay que contar con que existe la posibilidad de que aparezcan cambios, tanto por causas propias, como ajenas, que deban ser realizados en el producto, y que impliquen la modificación del etiquetado actual: nueva formulación, cambio en las regulaciones, etc.
4) Diseño propio:
Sin llegar a hablar de marca propia (es decir, que el cliente decida rediseñar por completo el envase e incluir su marca), sí es muy probable que el cliente desee realizar pequeños cambios en el etiquetado actual, tales como añadir un párrafo, reestructurar el texto, etc. con el único objetivo de adaptar el contenido al consumidor de destino, respetando así sus gustos y favoreciendo el atractivo del producto.
Ser capaces de proporcionar a nuestro cliente la posibilidad de realizar pequeños cambios en el envase, (siempre respetando el halo de la marca, por supuesto), significa mostrar al cliente una amplia versatilidad y flexibilidad que formará parte de nuestra ventaja competitiva.
5) Diseño inapropiado:
Como, según mi humilde opinión, ocurre en el caso de Don Simón, introducir tal número de idiomas en el envase da una impresión de suciedad y falta de organización en el envasado, que se puede traducir en un rechazo por parte del consumidor.
Además, sinceramente continúo sin entender… ¡¿de qué sirve incluir 12 idiomas en el envase si la parte delantera aparece sólo presentada en español?!
10 idiomas en el envase, pero la parte delantera sólo está en español…
6 ¿Mercado apropiado?
Finalmente, y rizando un poco el rizo, ¿estamos seguros de, por ejemplo, por el hecho de incluir el envasado en inglés estamos preparados para dirigir el producto a todos los mercados angloparlantes? No debemos olvidar los diferentes matices de una lengua en las diferentes regiones o países…
¿Qué opináis vosotros?
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