Día 4: Desde Hanoi al encanto de Hoi An, una ciudad para soñar.

Por Ceciliacarolina

Desayuné con toda la calma disfrutando del variado bufete del Hotel Essence Hanoi, que además del Mango más rico del mundo, ofrecía omelette y French Toast, y la mejor atención; la encargada, quien atenta pero tímidamente me preguntaba acerca de Chile, enseñándome a saludar y dar las gracias en Vietnamita (Xin Chao y Cam on respectivamente), lo que - como siempre he dicho- abre puertas y hace aflorar sonrisas con sólo intentarlo.

Salí de inmediato a recorrer lo que me faltaba del Old Quarter, comenzando por la calle de los joyeros, donde afanaban los orfebres en sus piezas de plata, oro y jade, y repasando la calle de las papelerías (Hang Ma) para ver como lucía de día, con sus colores rojo y dorado.

Las vistas que iba obteniendo a medida que avanzaba eran impresionantes, esta ciudad me sorporendió y fascinó por ser tan contradictoria: a unas cuadras hay un mall de lujo (más lujo que en cualquiera que se puede ver acá) y en esta porción las personas acarrean su mercadería en la espalda como hace diez siglos atrás.

Llegué al Mercado (Cho) Dong Xuan repleto de todo tipo de artículos de vestuario y zapatos y con una porción de artesanía dedicada al turismo, pero a muy buenos precios (venden pack de 6 estuches o monederos por 5 US)

El interior estaba a plena actividad, pues en vísperas del Año Nuevo o Fiesta del Tet, todos estaban comprando ropas y nuevos utensilios para cocinar y arreglar la casa.

A la salida, en la parte posterior del mercado, estaban situados los puestos de comida y frutos secos, donde vendían toda clase de Porotos, además de almendras y castañas.

Regresé al Hotel y me detuve en la tienda vecina donde pude comprar estas lamparitas que hoy cuelgan  en mi dormitorio y de las cuales me enamoré (4 por 7 US), las que me entregaron aplastadas pequeñitas, para que las armara yo  misma en casa con los alambres que vienen incluídos.

Una vez en el Hotel me reuní con mi amiga, hicimos el check out y nos despedimos de Pam, quien hizo toda nuestra estadía más fácil con sus consejos y gestiones, que incluso se extendieron hasta nuestro próximo destino (aun cuando nos quedáramos en un hotel de otra cadena), pues reservó para nosotras el taxi que nos llevaría a Hoi An (por un precio menor al de lista en Da Nang), al igual que el transporte Aeropuerto-Hotel-Aeropuerto en Hanoi por 18 US el tramo.
Después de un atochamiento infernal (por las fiestas) llegamos al aeropuerto y abordamos el vuelo Vietnam Airlines que una hora más tarde nos dejaría en Da Nang, una de las mayores ciudades portuarias del país, grande y moderna y, que tiene el aeropuerto más cercano a Hoi An.
Nos encontramos con facilidad con nuestro taxi, que nos condujo bordeando el mar de China hasta nuestro destino distante a 45 minutos. 
Llegamos al Hotel Vinh Hug Riverside Resort & Spa (www.vinhhungresort.com) que previamente reservamos vía www.booking.com (60 US por noche), que además de ser un lugar encantador, está lleno de pequeñas atenciones que hacen la diferencia, partiendo por el servicio de botes que te llevaban al área del mercado y el encantador Countryside Market (Cho Quê), que montaban cada tarde (entre las 16:00 y 17:00 horas), ofreciendo en pequeños puestos porciones de los platos más representativos de la cocina local, los que se podían degustar en las mesitas de madera ubicadas en el pasto. 

La habitación estaba situada en el segundo piso, al lado de la piscina y era enorme, al igual que el baño, que además lucía impecable.


Una vez instaladas y habiendo disfrutado de la degustación, salimos a recorrer la ciudad, lo que supuso caer en un estado de ensoñación, porque no podía creer que haya un lugar tan bonito y con una onda tan relajada como este.

Nos recibieron un grupo de mujeres ataviadas con sus sombreros típicos y portando a la usanza los canastos con frutas en sus hombros, ofreciéndose como modelos "for free" para ser fotografiadas; la trampa es que luego te piden que compres la fruta, lo que no me parece mal negocio, si no fuera porque la bolsa es llenada como con 2 kilos de plátanos,  otro poco de naranjas y Dragon Fruit, así que lo mejor después de harta insistencia, fue sonreirles de vuelta, devolver el 98% de la fruta y quedarme con un par de plátanos, pagándole  unos dólares por la hermosa postal que me traje.


Nada más cruzamos el Puente An Hoi, entramos al Ancient Town, que parece estar detenido en el tiempo; sin caer en el cliché del viajero romántico, realmente en este lugar se puede ser espectador de una ciudad que ha permanecido intacta desde la Edad Media (exagero porque hay luz eléctrica, sin embargo no pueden circular autos) y digo sin cliché, porque después de la destrucción masiva que supuso la guerra para Vietnam, esta ciudad quedó intacta pagando la furia Estadounidense la  cercana ciudad Imperial de Hue.



Hoi An fue una ciudad importantísima en la ruta comercial que iniciaba en China, siendo declarada Patrimonio de la Humanidad por UNESCO en 1999. Vivió  su apogeo en los siglos XVI y XVII, con la celebración de varias ferias de comercio al año, las que atraían comerciantes provenientes de China, Japón, India y Holanda, quienes fueron estableciendo tiendas y sus propias habitaciones, dejando  a través de los años testimonio de sus costumbres y arquitectura. 


Uno de los iconos de la ciudad es el Puente Cubierto Japonés, que data de 1593, y que fue construido por los comerciantes para unir el barrio Japonés con el Chino, hasta entonces separado por el pequeño afluente del río Thu Bon

En su interior, donde no para de circular gente, encontramos un Templo Vietnamita del 1700 y algo, en pleno funcionamiento.

Al otro lado del puente más turistas enamorados intentando inmortalizar el puente y su movimiento.

El sector  situado al lado contrario también es encantador, su calle peatonal está coronada por cientos de lámparas de género de distintos colores y aloja a ambos lados varias tiendas, mayormente de souvenir y ropa, siendo  esta zona conocida por tener a los mejores modistos y sastres del país.

Llegamos hasta el final de la calle y doblamos hacia el puente Cam Pho y nos devolvimos por la orilla del río, recogiendo postales, cada vista maravillosa del atardecer aparecía hermoseada además con los colores de las lámparas que se comenzaban a encender.

Alrededor estaba lleno de pequeños restaurantes y puestos de comidas que usaban la costanera como cocina y comedor, con mesas y sillas bajitas.

Y llegamos nuevamente al área del puente Japonés, donde estaban de nuevo las "modelos", ellas decían "not for money, i like pictures",  riéndose a todo lo que da cuando le mostré la foto de una de ellas, que había tomado un momento,  regálandome ella un Lychee, con el que sellamos nuestra complicidad.


Seguimos avanzando hacia el área del Mercado Central, deteniéndonos para tomar fotos y hacer algunas compras. (Un vestido precioso de algodón con lotos estampados por 15 US en una tienda más moderna adornada con varas de bambú cuyo nombre no puedo recordar). 

El Mercado a esa hora estaba en total ebullición, dedicado mayormente a las flores y frutas, disponía toda la mercadería ordenada, de manera que lucía aún más bella y colorida.


Regresamos al área del hotel, cruzando el puente nuevamente y encontrándonos con el espectáculo maravilloso de las tiendas de lámparas en las que ni habíamos reparado cuando pasamos de ida, porque ahora estaban encendidas.


De regreso en el Hotel hicimos una parada en el SPA que funciona ahí mismo (www.vinhhungresort.com/beauty-salon.html), donde por 6 dólares tomé un agradable masaje de piernas y pies de una hora, mientras mi amiga eligió un masaje Thai, con el que pagó todos sus pecados, según ella misma definió, por lo intenso de las maniobras descontracturantes.
Una vez descansadas y relajadas (al menos yo), salimos a comer, buscando las joyas que nos habían recomendado (Secret Garden, lindo pero vacío y Morning Glory, que estaba por cerrar), dirigiéndonos a la zona de la calle Le Loi, donde encontramos el animado restaurante Before and Now.
El lugar estaba llenísimo, pero encontramos justo una mesa en la puerta que permitía ver el movimiento exterior y el interior, mesa de pool incluida  y los murales de alto contenido que nos recordaban también donde estábamos. Pedimos sandwiches de atún (riquísimo) y cervezas, anunciándonos el garzón que pronto cerraría la cocina y bar.

www.thebackpacker.net

Luego de disfrutar la rica comida y la música regresamos al Hotel caminando tranquilas por la serena noche, en medio del pueblo ya dormido, y como yo aún estaba en estado de ensoñación, sólo me quedó cerrar los ojos  y hasta mañana!
Hotel: Vinh Hhung Resort & Spa (www.vinhhungresort.com) Recorrido: Hanoi- Da Nang- Hoi An