Jaisalmer, fundada en el siglo XII, es hoy una pequeña población del desierto del Thar. En otro tiempo fue un importante centro de comercio, con una situación estratégica en la ruta de caravanas a Afganistán y Asia Central.En el siglo XVI era una tranquila ciudad donde los ricos mercaderes y gobernantes competían para embellecer el paisaje con espléndido palacios y havelis.Jaisalmer perdió importancia en el siglo XVIII con la construcción de los puertos marítimos, pero, los edificios dorados siguen en pie en torno al magnífico fuerte.
Antes de visitar el Fuerte de Jaisalmer hacemos una parada en el Lago Gadisar.
Se trata de una reserva de agua de lluvia construida en 1367, en un principio era el único suministro de agua para la ciudad. Una bonita puerta sirve de acceso al lugar.
Gadisar se encuentra rodeado de Ghats y templos y sus aguas están llenas de peces gato considerados sagrados por los locales.
Después de esta visita nos adentramos en el Fuerte de Jaisalmer, construido en 1156, se eleva sobre la cima de la colina de 80 metros de altura.
Una vez que pasamos la inmensa puerta de acceso, podemos disfrutar de tiendas con muchos productos de artesanía.
Dentro de las murallas podemos visitar el palacio del maharajá, palacios, templos jainistas, mansiones y muchas tiendas.Lo primero que nos llama la atención son las fachadas de sus casas donde no queda un centímetro de piedra sin trabajar.
Sus estrechas calles se convierten en un laberinto para nosotros, es inevitable pararse a observar la vida que hay en esta ciudad. La mayoría de las casas dejan las puertas abiertas dejando al descubierto la vida que hay dentro.
En una de las plazas está el Palacio del Maharajá, con una fachada impresionante.
Decidimos no visitar el interior del palacio porque nos han dicho que hay otras cosas mejores para visitar. La plaza, rodeada por el complejo palaciego, acogía festivales, ceremonias y festivales. En las escaleras se encuentra el trono de mármol blanco desde donde los gobernantes presenciaban los acontecimientos.
Seguimos paseando por sus calles y en más de una ocasión nos tenemos que apartar para que pasen las vacas…
La siguiente parada la hacemos en los templos jainistas donde tenemos que pagar 150 rupias para poder entrar. Dentro del fuerte hay siete templos jainistas, pero, sólo dos están abiertos para el turismo.
Los templos jainistas fueron construidos durante los siglos XV y XVI por los ricos mercaderes de la ciudad.Como norma general, todos los templos jainistas tienen un exterior muy austero y el interior muy decorado, esto simboliza la creencia jainista de la insignificancia de la apariencia exterior y la importancia de una vida interior rica.Una vez pasamos las puertas del templo nos quedamos maravillados con el interior, está lleno de columnas muy trabajadas donde no queda ni un solo hueco sin tallar.
Imágenes de todos los dioses, animales y cenefas geométricas hacen que cada columna sea diferente.
Tanto en el centro como en los lados del templo hay diferentes imágenes de Buda.
Es una maravilla ver el sol entrando entre las columnas y la cúpula del templo.
Seguimos callejeando por el fuerte y paramos en varios lugares donde las vistas de la ciudad rodeada del desierto son muy bonitas.
De repente se escuchan cánticos y nuestro guía nos hace correr por las estrechas calles; tenemos que esquivar vacas, niños.. y sin saber que está pasando!Entramos rápido a un pequeño templo, nos descalzamos y cuando nos damos cuenta ya no vemos al guía entre tanta gente.
Es el momento de uno de los siete rezos que realizan durante el día y se convierte en algo muy especial para mí. No puedo dejar de observar las caras de devoción tanto de hombres, mujeres y niños mientras se unen en un solo canto.
Cuando termina el rito, entre ellos se ponen la marca en la frente y se dirigen hacia nosotros para ponérnosla ofreciéndonos esencias empapadas en algodones, seguimos en una esquina del templo mientras el monje da las ofrendas personales a cada devoto y les invita a dar las siete vueltas al templo, las mujeres siguen cantando sentadas en una esquina.Este momento ha sido muy especial, estoy convencida que me acordaré de él en más de una ocasión.
Después de este momento único salimos del fuerte y vamos a pasear por las calles de la parte antigua de Jaisalmer.
A pocos pasos del fuerte nos espera el caos absoluto: coches, motos, bicis, vacas, personas, ruido, olores y colores se mezclan en las estrechas calles de Jaisalmer.
En las calles hay gran actividad comercial, montones de tiendecitas exponen sus productos de artesanía y sus comidas típicas.
Las fachadas de las casas son impresionantes, la siguiente mejora con creces la que has visto unos pasos más atrás. Uno de los mayores atractivos de esta ciudad, junto con el fuerte, son sus havelis. Construidas en el siglo XIX por los mercaderes y ministros de la ciudad, estas mansiones dominan el paisaje de estas calles.
Paseando por la parte antigua de Jaisalmer se puede disfrutar de estas casas típicas, sus fachadas de piedra dorada están tan elaboradas que parecen encajes. Las celosías tienen diferentes tipos de grabados, con dos funciones principales por un lado servían para proteger el interior del abrasador sol de desierto y por otro les permitía a las mujeres observar la vida en la calle sin ser vistas.
Nos paramos delante del haveli del mercader más importante de la época porque nos parece impresionante. La sorpresa nos la llevamos cuando se acerca un niño para pedirnos monedas de euro, en un principio pensamos que es otra historia más porque nos dice que es para colección, pero, la cara que pone cuando Mateo le da unas monedas y nos pregunta si tenemos tiempo para ver todo lo que tiene, nos arranca una sonrisa. El chico se va a la carrera y cuando vuelve pasamos con él un buen rato compartiendo su colección, el chaval es muy listo y nos pregunta curiosidades sobre los países que hemos visitado. Momentos como éste hacen que el viaje se convierta en inolvidable!
Llevamos bastantes horas caminando por Jaisalmer y el calor a estas horas aprieta con fuerza, así que decidimos comer y descansar un rato en la piscina del hotel.Repetimos en el restaurante Saffron porque las vistas del fuerte y la casa del maharajá de día deben ser impresionantes. La comida vuelve a estar exquisita y las vistas no defraudan, si tenéis pensado viajar a India y parar a conocer Jaisalmer os recomendamos este encantador restaurante.
Pasamos un rato relajante disfrutando de la piscina y de una reparadora siesta que consigue reponer nuestras pilas para el resto de día.
Callejeamos un poco por Jaisalmer descubriendo nuevos rincones de la ciudad espectaculares y disfrutamos del ambiente de la ciudad.
Nuestra primera parada de la tarde nos llevará a una colina de Jaisalmer desde donde podemos disfrutar de un atardecer con el Fuerte de fondo.
Desde este punto podemos ver el laberinto de callejuelas que forman la ciudad, a estas horas siguen llenas de vida.
Cuando ves un atardecer en Jaisalmer entiendes porque la llaman la ciudad dorada, los rayos de sol iluminan la piedra tanto del fuerte como de sus casas haciendo que brillen de una manera muy especial.
Para acabar con este intenso día tenemos reserva para darnos un masaje ayurveda. Después de probar la experiencia os podemos decir que es uno de los mejores masajes que he probado; durante una hora impregnan tu cuerpo de diferentes tipos de aceites y esencias hasta conseguir la relajación completa, vamos que yo he dado alguna que otra cabezadita!!
Hoy Bauart nos ha recomendado el restaurante Kabab Corner para cenar y hemos de decir que ha sido todo un acierto; tiene varias mesas en la terraza para poder disfrutar de vistas al fuerte. Hemos cenado genial, la calidad de la comida excelente y el precio inmejorable; la cena de los tres nos ha salido por 7 euros (500 rupias).
Caemos rendidos en la cama, después de todo el día caminando y con todos los sentidos más que despiertos, el masaje nos ha dejado listos para dormir como niños.
Mañana seguiremos con nuestra ruta, la siguiente parada nos llevará a Jodhpur.
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