Cuando las lágrimas se reprimen ya está la naturaleza para hacerlas brotar del cielo, recordándote la tristeza que quieres superar para volver a ser la mujer fuerte y feliz que quizás pueda volver a enamorarte. No hay campaña difícil, las barreras las ponemos nosotros. Y aunque tal vez las que yo he puesto en el camino parezcan insalvables a día de hoy, espero que en un tiempo podamos considerarlas como una prueba muy difícil por la que teníamos que pasar.
Aunque a pesar de todo, cuando intento ser la mejor en una mierda de trabajo, en un sitio donde casi nadie se esfuerza por destacar, me acuerdo de ti y pienso que si me vieras sí te encontrarías de nuevo a la mujer que sigue en tus pensamientos, la que nada la detiene, la que se hace fuerte ante las adversidades, la que convive con la soledad de su duelo.
He leído hoy una frases de esas de motivación, antes eran filosóficas, decía algo así: “aunque las hojas se caigan, el árbol sigue en pie”. Y yo le añado, que aunque talen ese árbol, aunque lo mutilen emocionalmente, las raíces siguen estando intactas, porque la savia y los nutrientes que le llegan harán brotar de nuevo la vida en él y lo harán más fuerte y más esbelto para la próxima primavera.
Yo he dejado atrás la primavera, el verano casi. Llevo aquí solo desde el martes y me parece una década anclada en un inverno perpetuo. Esperaré a que llegue la primavera a mi vida, que el sol derrita las primeras nieves como ha de derretir las murallas que ahora protegen tu corazón. Soplarán vientos de esperanza y la sonrisa volverá también a tu rostro. Mientras, puedes sonreír como decía el poeta, como te dije la última noche, como ya he hecho referencia otras veces. Pero, aunque sea fingida, todo parece mejor con una sonrisa.