A menudo me pregunto cuál de las dos elegir. Sevilla o Triana. Elegancia o duende. Dulzura o tronío. Belleza etérea o personalidad flamenca. Y siempre me quedo con las dos. A las dos las quiero, a las dos les pido y por las dos espero cada Madrugá las horas que hagan falta, aunque se me cierren los ojos, aunque me pueda el cansancio y tenga el cuerpo entumecido.
Este año tengo mucho que pedirles. Como siempre. Pero sobre todo tengo mucho que agradecerles. Y Ellas saben por qué.
Para que os empapéis de su prestancia, os dejo dos vídeos que me parecen dos joyas. Uno, el encuentro casual e histórico de ambas en la Catedral de Sevilla (Madrugá de 1995): escalofriante. Otro, la saeta que cada mañana de Viernes Santo canta Pastora Soler a la Macarena, ya de recogida: sin palabras.