La feria es una perdición, como todos los años, pero logré limitar mis adquisiciones a las dos únicas cosas que andaba buscando:
Después, cuando vuelva a ir, voy a dejar que otros libros me encuentren a mí y ahí sí me iré con bolsas repletas de páginas con historias.
Por supuesto, tampoco sabía qué esperar.
Pero la sorpresa fue nuevamente grata cuando la presentación se transformó en una narración de las historias. De pronto, había un grupo de chicos sentados en el piso escuchando absortos el relato de los horrores vividos por un vampiro y de los tormentos de un niño perseguido por criaturas de la noche.
Los nenes especulaban, hacían preguntas, hacían afirmaciones rotundas ("¡es un hombre lobo!", "¡esos colmillos son de vampiro!") y la narradora invitaba y mostraba las ilustraciones.
Me resultó refrescante volver a una experiencia tan despojada de lectura. Ahí sólo importaban la historia y los dibujos escalofriantes.
Mis copias tienen dedicatorias muy especiales.
¡Aparece el nombre del blog!
Las historias son ingeniosas. Y tienen seres sobrenaturales, que para mí siempre es un mega plus. Pero lo que más disfruté fue ver el pasaje de historias que se presentaban como relatos horroríficos a anécdotas cómicas y familiares. Probablemente se las preste a alguna de mis amigas maestras.
La Feria del Libro sigue linda. Y cada vez tiene más. Ya voy a volver, y ojalá me pueda cruzar con más cosas como esta.