Ell 20 de noviembre se celebró el Día de la Historia Insurgente. En ese marco, la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, durante la entrega del Premio Nacional de Historia, 2023 y 2024, ratificó la posición antiimperialista del Gobierno nacional sobre la base de la emblemática proclama del año 1818, donde Simón Bolívar dejó en claro nuestra independencia y soberanía frente a la apetencia colonialista del otrora imperio español.
Su extraordinario discurso, eminentemente bolivariano, ratificó la posición ideológica y política anticolonialista del gobierno liderado por Nicolás Maduro. Hoy, ante la asechanza injerencista de los EEUU y sus satélites, doscientos siete años después, los valores que sostienen la soberanía nacional y el sentir americanista quedaron ratificados, una vez más, en la conciencia de los venezolanos.
Omar Hurtado Rayugsen en el Cneh, Pedro Calzadilla en el Celarg, Alejandro López en el Cesb, José Gregorio Linares en el AHM, Rosario Soto en el AGN, Héctor Rodríguez en el Mppe y Ernesto Villegas en el Mppc impulsan, a través de jornadas, libros, revistas, redes, congresos, etcétera, los valores y las normas que garantizan la conformación de una conciencia histórica y de clase desneocolonizada.
Si bien, como modesta opinión, en relación con lo planteado, creo que debe reconsiderarse el impulso del currículo por competencia que enarbola los valores propios del capitalismo en su fase de acumulación perversa-financiera y sin “rostro humano”. Requerimos un estudiante, en primer lugar, bolivariano y rodrigueano; en segundo término, dialéctico y no hermeneuta, porque el proceso de descolonización se fundamenta en la lucha de clases.
Para ello, es de sumo estratégico asumir el estudio de la teoría de la dependencia marxista venezolana, explicativa de nuestros pilares de la venezolanidad: Bolívar, Rodríguez y Zamora. Sin obviar a otros grandes como Miranda, Roscio, Acosta, etcétera. En tal sentido, es importante ratificar que los estudios de los pioneros marxistas venezolanos jamás intentaron alienar la conciencia a preceptos foráneos a la propia nacionalidad.
En consecuencia, la Unesco debe aceptar que la concepción pedagógica e histórica del currículo venezolano también es un acto de soberanía. La acreditación debe pasar por el respeto a la memoria nacional, regional y local.