Día del hombre

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Aún no lo recoge el calendario de Naciones Unidas, pero desde 1992 se viene celebrando el Día Internacional del Hombre. Cada 19 de noviembre, aunque pasa muy desapercibido pese a aludir aproximadamente a la mitad de la población mundial, hay un espacio para promover modelos masculinos positivos, recordar la contribución de los hombres a la sociedad y exponer nuestras inquietudes en materia de salud y bienestar, entre otras cuestiones.

Sí, digo bien. Nuestras inquietudes. No tengo una sola ayuda por el mero hecho de ser hombre y formar mi propia entidad unifamiliar. Pago la misma basura, el mismo rodaje y vado que pagan familias de cinco miembros, aunque mi consumo sea infinitamente menor. Nadie se ha planteado nunca eso. También hago frente solo al coste de una hipoteca, a los muchos recibos del mes y a la letra de mi coche. A cambio, no se legisla a mi favor. Tampoco tengo acceso preferente a ningún bien ni servicio, ni hay leyes que me discriminen positivamente.

Nadie se plantea jamás que podemos tener alguna necesidad objetiva como ciudadanos. Ese inmenso grupo de profesionales solteros y, probablemente, sin ayuda concreta de ningún tipo, ejemplo de clase media sin aspiraciones, lleva ya varias décadas asumiendo en silencio el peso de cualquier medida, sin que nadie se pare a pensar que podamos ser algo más que contribuyentes. O, más aún, destinatarios de calificativos como machista y señoro, cuando no directamente etiquetados como potenciales maltratadores.

No es así. Como hombre comparto mi preocupación por todo lo que pasa a mi alrededor, y me inquietan los terribles datos que, precisamente, facilita Naciones Unidas: Cada once minutos una mujer o niña muere asesinada por un familiar en algún lugar del planeta. El 25 de noviembre, Día Internacional para eliminar la Violencia contra la Mujer, viene acompañado de 16 jornadas de activismo a las que me adhiero y te invito a sumarte, bajo el lema ¡ÚNETE! Activismo para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas.

Desde 2008 se desarrolla está campaña con el objetivo de movilizar a la sociedad para que todos seamos activistas y contribuyamos a evitar el retroceso de los derechos de las mujeres, en un mundo libre de violencia de género.

No en vano, se ha producido un extraño y cobarde renacer de los movimientos antifeministas que llegan a negar la realidad de este tipo de violencia. Es posible que determinadas posturas enconadas y no siempre inclusivas hayan despertado antipatías en algunos sectores de la sociedad, y en España lo hemos podido testar estas últimas semanas. Ese desmedido afán por controlar desde la política a movimientos sociales que deberían funcionar autónomamente, como la defensa de los derechos de la mujer, los animales, las personas sin hogar, el colectivo LGTBI y nosecuantas cosas más, ha tenido nefastas consecuencias estos días, y no vamos ahora a seguir desgranando consecuencias no deseadas de reformas legales concebidas, se supone, para proteger a las víctimas.

Lo único claro es que ninguna representación política encarna el feminismo, ni nadie ha de definir quién defiende más o mejor a las mujeres y las niñas. La reducción del espacio reivindicativo y esta indeseable inquina de la que hablaba frente a organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres son lo menos que necesita la sociedad. Pensemos que de la unidad y el apoyo del que hablan en Naciones Unidas se nutre la lucha a favor de los derechos de las mujeres allí donde más dura es la contienda, en zonas muy deprimidas de África y América, por ejemplo, o en países de Asia donde la vida de una persona no vale nada, y la de una mujer menos.

Nací hombre y no tengo que pedir permiso para serlo y sentirme como tal. Y pienso: Menos mal que tenemos un día que reconozca que la inmensa mayoría de los hombres no somos machistas, no somos maltratadores, no somos acosadores, no le ponemos un yugo a nadie, queremos a nuestros hijos, a nuestras parejas y a nuestras familias, compartimos tareas domésticas, estudiamos y trabajamos, pagamos nuestros impuestos, procuramos no contaminar, somos sensibles y no fomentamos eso que llaman heteropatriarcado, un término que detesto. Somos tan sociedad como el que más.

Sí, hace falta un Día Internacional del Hombre que ponga en valor que seguimos siendo necesarios para construir una sociedad más justa y mejor. Lo somos más que nunca.