En un día como hoy, el Día del Libro, me preguntaba cómo será un 23 de abril de dentro de, pongamos, veinte años. ¿Se seguirán regalando libros como los de hoy en día? ¿Se regalarán e-books y una aplicación de hologramas de rosas en el teléfono móvil? ¿O algo todavía por inventar y que ni siquiera imaginamos?. Sea lo que sea, estoy dispuesto a esperar hasta entonces y luego contarlo en este mismo blog, o en lo que quede del blog dentro de veinte años, si es que queda algo.
Pero mientras tanto, disfrutemos de esta tradición maravillosa. Regalar un libro sigue siendo algo mágico, y si va acompañado de una rosa como símbolo de amor, es una experiencia única. Y es que un libro es mucho más que un conjunto de hojas de papel cosidas. Un libro es una vía de escape, una manera de evadirse de una realidad en la que la mayoría de veces no pasa nada a otra distinta en la que están pasando cosas continuamente. He ahí su magia. En un libro siempre pasa algo, casi no existen los tiempos muertos y las largas esperas que salpican nuestra vida cotidiana. Y cuando un libro no quiere contar una historia ficticia, entonces cuenta una historia real, nuestra propia historia. La historia de todos los que nos precedieron. Es en ese momento cuando un libro enseña, abre los ojos -a menudo como platos- y aumenta la curiosidad por saber. Es tan enorme el poder de los libros que por eso tanta gente a lo largo de la historia ha tratado de prohibirlos, considerándolos como un arma capaz de destruir imperios, pues tal es su poder sobre la gente.
No hay nada más maravilloso que crecer rodeado de libros. Configurar los recuerdos de tu infancia en base al libro que estabas leyendo en este o en aquel momento. Recordar los libros que regalaste o te regalaron. Los que leíste con ardor febril y sentiste un vacío cuando se terminaron, pero también aquellos que tenías prisa por acabar. Y es que todo libro cuenta. Y más en esta época en la que se vive demasiado deprisa, y en la que la lectura queda muchas veces reducida a los escasos momentos de ocio; en la que hay tal oferta de entretenimiento que hay que hacer más esfuerzos que nunca para detenerse y encontrar una hora para ponerse a leer.
Por todas estas razones, y por un millón más, los libros son una parte imprescindible de mi (nuestra) vida. En este día regalar un libro es, y será por mucho tiempo, una bellísima costumbre. Así pues, disfrutemos de la lectura y sobretodo inculquémosla en nuestros hijos. De ello dependerá su futuro.
Feliz día para todos los que estamos enamorados. Y también para los que estamos enamorados de los libros.