No me voy a desgastar en explicar eso último, sólo diré que el Día Internacional de la Mujer nació, no de una historia sangrienta provocada por la explotación y la impunidad, sino de muchas historias así. Sucedió en un año o en otro, en un siglo o en otro, en un país o en otro, en un continente o en otro. Wikipedia tiene una larga
lista de eventos que dieron lugar a la proclamación de este día, escoja el que más le acomode. Todos nacieron de una tragedia.Para lograr esto, la ONU tiene una lista de metas en su programa ODS 5 (Objetivos de Desarrollo Sustentable), mismas que pretende alcanzar en el año 2030. Tal vez nos sea un poco difícil de visualizar la complejidad de alcanzar esa meta en quince años más, pero en pleno siglo XXI seguimos hablando de millones de niñas y mujeres que sufren la mutilación genital, hablamos de que una de cada tres mujeres en el mundo son víctimas de la violencia. Hablamos también de millones de niñas casadas a la fuerza, de un número incontable de mujeres que reciben un salario menor al de los hombres por el mismo puesto, incluso por mayor cantidad de trabajo realizado. Hablamos de millones de niñas y jóvenes en el mundo a quienes se les ha negado el derecho a la educación, a la dignidad y a la vida.
Hoy por hoy, las mujeres siguen llevando una familia y trabajando al parejo que los hombres. En cifras, la mayor fuerza laboral de nuestro país podría estar pintada de rosa. Las mujeres juegan un papel importante en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, continúan alcanzando metas deportivas más altas y además; siguen siendo pilares del núcleo familiar, de la sociedad y la cultura. Sin embargo, y sin ir más allá de nuestras fronteras, en México mueren diariamente siete de esas maravillosas mujeres víctimas de feminicidio. Ser mujer en México, significa que la posibilidad de morir, por causas no naturales, es mucho más alta que la de los hombres.
Con orgullo reconocemos en este día la lucha de las mujeres por alcanzar la igualdad de derechos y oportunidades. Lo utilizamos también para hacer conciencia y para motivar a otras mujeres a no perder la fe. Aplaudimos los logros de las mujeres obreras o sin escolaridad, que son capaces de mantener una familia con el fruto de su trabajo. En igual medida aplaudimos a las mujeres profesionistas que requieren un doble de esfuerzo para alcanzar la cima. Por sobre todas las cosas nos unimos a la voz que grita ¡no más violencia contra las mujeres y las niñas!