Si bien la actividad física cumple un papel importante en la prevención de las enfermedades crónicas, un porcentaje alarmante de adultos confiesa que no practica actividad física durante su tiempo libre. La Organización Mundial de la Salud (2002) señala que un 60% de los habitantes del mundo no cumplen la recomendación mínima de realizar 30 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada. La falta de ejercicio regular eleva el riesgo de sufrir trastornos crónicos, como enfermedad coronaria hipertensión, hipercolesterolemia, cáncer, obesidad y alteraciones musculoesqueléticas.
Hay una epidemia mundial de diabetes. Durante un período de 10 años (1985-1995) el número de personas con esta patología aumentó un 78% en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (2002) predijo que para el año 2025 la prevalencia global de diabetes seguirá en ascenso, con mayor aumento del número de individuos con diabetes en los países en vías de desarrollo que en los industrializados. Desde 1994, la prevalencia de diabetes ajustada de acuerdo con la edad para los adultos estadounidenses aumentó un 54% desde 4,8 hasta 7,3% (American Heart Association, 2004). En comparación con los adultos estadounidenses blancos, la prevalencia de diabetes y alteración de la glucemia es mayor en los individuos negros, los hispanos y los indios norteamericanos (Centers for Disease Control, 2003). De hecho, la prevalencia de diabetes en los indios norteamericanos y los nativos de Alaska adultos (15,3%) es una de las más elevadas de todo el mundo; el 43,5% de los varones y el 52,4% de las mujeres del grupo de los indios norteamericanos tienen diabetes (American Heart Association, 2004).
La diabetes mellitus insulinodependiente (DMID) o de tipo 1 suele presentarse antes de los 30 años, pero se puede desarrollar a cualquier edad. La diabetes mellitus no insulinodependiente (DMNID) o de tipo 2 es más frecuente; entre el 90 y el 95% de los individuos con diabetes mellitus pertenecen al tipo 2 (Kriska, Blair y Pereira, 1994). Algunos de los factores de riesgo para el desarrollo de la diabetes son la edad, el sexo, la etnia, antecedentes familiares, tabaquismo, nutrición, actividad física… La nutrición saludable y el aumento de la actividad física pueden disminuir hasta un 60% ese riesgo en los individuos de alto riesgo.
La investigación sugiere que la actividad física regular reduce el riesgo de desarrollar DMNID a través de su asociación con el descenso de peso y los efectos del ejercicio sobre la sensibilidad a la insulina y la tolerancia a la glucosa (Kelley y Goodpaster, 1999; Kriska, Blair y Pereira, 1994; Wells, 1996). Manson y cols. (1991) comunicaron que las mujeres que practicaban ejercicios intensos por lo menos una vez por semana tenían un riesgo menor. Sin embargo, esa reducción parece asociarse con la frecuencia del ejercicio. El riesgo de diabetes disminuyó 23, 38 y 42% en médicos que evaluaron la realización de ejercicios intensos una vez, entre dos y cuatro veces y cinco o más veces por semana (Manson, Nathan, Krolewski, Stampfer Willett y Hennekens, 1992).
Bibliografía:
– Heyward, V. H. (2008). Evaluación de la aptitud física y prescripción del ejercicio. Editorial Médica Panamericana.