En la Oscura Edad Media, tan lejana, arcaica, y a la vez fascinante, todos los aspectos filosóficos y artísticos de la vida humana se regían por un estricto e irrompible sistema teocrático, todo, absolutamente todo fluía hacia Dios, y la voluntad del Divino era la causa lógica de todas las cosas. Dios era el centro y la armonía del Universo de la Edad Media y por lo tanto todo estudio intelectual tenía siempre una perspectiva divina y su efecto y orden debían siempre representar la figura del altísimo.
Las cuatro disciplinas centrales: matemáticas, aritmética, geometría y música se agrupaban en un concepto llamado "quadrivium"( cuatro caminos), donde se estudiaban simultáneamente y con estrecha relación entre sí. Por lo tanto es comprensible que de acuerdo a estas doctrinas todo concepto de lo armónico y bello estaba completamente ligado a un centro único y divino. Pero existía un acorde en particular que rompía con toda esta armonía celestial con su sonido tenso, lúgubre y por sus características, que evocaban sensaciones temerosas y a los eclesiásticos les recordaba a Satán se le denominó: " Diabolus in musica" y fue terminantemente prohibido.
Como Dios era considerado la primerísima causa de la creación y orden en el Universo, principio y fin de todas las cosas, los teóricos devotos imitaban toda proporción para que fue consonante, evitando toda disonancia que pudiese significar una ruptura del ideal armónico. Bajo este ideal el tritono o acorde del diablo era considerado una imperfección en una obra que debía ser perfecta, desde el punto de vista de la imitación al trabajo perfecto de Dios, y debido a su sonido tenso y sombrío se creía que podía invocar al mismísimo Satanás.
Fue Guido d´Arezzo, el padre la notación musical moderna, quien personalmente instauró la
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