Nicolás tenía el plan perfecto para asesinar a su víctima: Le habían pagado las altas jerarquías de una misteriosa organización criminal para que eliminara para siempre a un joven recién graduado de la academia de policía. Debía encargarse de una buena vez por todas del Cadete Anagnórisis Carbonell.
Se le había ocurrido que podía hacer la fatídica faena durante la Gran Parada Anual de Navidad. Iría disfrazado de Papá Noel. Cuando las Caravanas pasaran cerca de la Estación de Policía, se acercaría por la espalda del tal Carbonell y le dispararía justo en la columna vertebral una bala dum-dum envenenada. En medio de la confusión le sería fácil escapar entre los participantes del desfile, mientras huía se quitaría el disfraz de gordo rojo y quedaría vestido en un segundo disfraz de duende verde, que portaría por debajo del otro. Todo estaba fríamente calculado. ¿Qué podría salir mal?. Incluso si no llegara a finiquitar su objetivo al menos lo dejaría parapléjico de por vida o en últimas con una herida mortal difícil de tratar aun por un equipo médico de expertos y competentes en heridas de guerra.
Nicolás durmió bastante bien la noche anterior, tomo algunas pastillas de melatonina para conciliar el sueño (la experiencia en trabajos anteriores le habían hecho caer en cuenta de ello). Se despertó de buen ánimo, eran las 9 am. Repaso mentalmente cada uno de los pasos de su plan de ataque, preparo los disfraces, el arma y algunos bocadillos para comer. Incluso tuvo tiempo para charlar vía WhatsApp con su esposa e hijos. Luego de peinarse, salió a cumplir con su destino. Las comparsas del desfile pasarían alrededor de las 12 meridiano por el frente de la Estación de Policía.
Camino al trabajo, en su lujoso vehículo sintonizo la radio y se entretuvo escuchando la voz de la bella locutora del programa "Es cierto aunque parezca irreal". En la logia de asesinos se aseguraba que había una buena recompensa para "borrarla" de la existencia o enviarla al vacío. Supuso pues que el mismo con suerte podría hacerse cargo de ese contrato tan jugoso una vez terminara con el asunto del policía.
Estaba un poco nervioso y se le comprende: El uniforme de la Policía de Aragca es casi indistinguible del que alguna vez usaran los efectivos de la SS, en especial la replica de las botas claveteadas reforzadas con acero es bastante notorio en dicha indumentaria. Ese uniforme le da a cualquier loco que se lo ponga una apariencia terrorífica.
Para Carbonell el día del desfile representaba una jornada pesada, tendría que ayudar en las labores de logística, poniendo las vallas de metal para separar a la multitud de los participantes. Era ya el mediodía y tenía una vista envidiable del evento. Pegado a la valla podía ver como pasaban a escasos centímetros las comparsas, caravanas y carrozas de fantasía. El desfile era muy placentero y el público asistente más bien era fácil de dirigir, se entretuvo viendo a una de esas personas que andan en zancos y que portan una cabeza gigante de felpa representando un venado con nariz roja. El ambiente era tan alegre, colorido y ruidoso, que por un instante se transportó a sus mejores épocas de la infancia. Cerro los ojos para incluso captar el olor de la escena.
Sin saber ni como ni porque, la gente que estaba cerca a Carbonell lo vieron girar rápidamente, sin previo aviso. El cadete había agarrado con fuerza la mano de alguien vestido como Papá Noel que sostenía un bastón de dulce bastante grande, con apariencia más bien metálica. El hombre vestido de Rojo parecía confundido, pero con un certero golpe de Taekwondo, con esas legendarias botas, Carbonell le metió el talón directo a la cabeza poniéndolo fuera de combate y ya cuando el sicario se precipitó al piso inconsciente fácilmente lo maniato con unas gruesas esposas de acero.
Los compañeros de Carbonell viendo el forcejeo acudieron a la velocidad del rayo, no obstante se dieron cuenta que la situación estaba bajo control.
Una de las patrulleras que había acudido, de nombre Doris, le pregunto como se había dado cuenta de que algo andaba mal y el héroe le respondió con picardía:
"Por un detalle insignificante: A este miserable, no le huele la boca a Whisky".
Fue en ese momento en que otro de los patrulleros, de nombre Boris, con gesto grave le dijo: "Malas Noticias, Ada Esculi se encuentra gravemente herida, está en un hospital agonizando."
Bastaron esas palabras para que Carbonell perdiera por algunos segundos el foco de la situación, tiempo suficiente para que el capturado comenzara a convulsionar. Lo único que observaron los 3 jóvenes policías fue que el tipo disfrazado de Papá Noel comenzó a expedir unas babas espumosas de color verde. En 15 segundos quedo muerto.
No vieron que al otro lado de la calzada a escasos metros de ellos, había una mujer disfrazada de Diabla, que discretamente activo un control remoto similar al encendido de un automóvil. La señal tenia como fin hacer explotar una muela falsa llena de cianuro en la boca de Nicolas. Artefacto y método que es característico de todos los miembros de un oscuro y supersecreto clan de asesinos.
Sin pensarlo dos veces Carbonell ese mismo día decidió emprender un largo y peligroso viaje de al menos 10 horas manejando en solitario hacia la infame ciudad de Puerto Industrial en donde su amada se debatía entre la vida y la muerte. La rabia e impotencia lo hacían transitar como un endemoniado.
Del asesino, nunca supieron quien era, ni como había hecho para suicidarse. Irónicamente en la lapida de la fosa común municipal en vez de escribir NN, le pusieron "San Nicolás". El equipo de forenses confisco la singular y sofisticada arma del bribón para analizarla, pero con el paso del tiempo esta también quedo en el olvido y se perdió (nunca nadie noto que una de las ancianas aseadoras de la Estación se la había llevado entre las faldas)
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