Salzman: ¿No desea jugar al chinchón?
Asmodeo: No, Salzman. Vengo a ofrecerte el triunfo perfecto. Con sólo adorarme ganarás siempre a cualquier juego.
Salzman: No sé si quiero ganar.
Asmodeo: ¡Imbécil...! ¿Acaso quieres perder?
Salzman: No. Tampoco quiero perder.
Asmodeo: ¿Qué es lo que quieres entonces?
Salzman: Jugar. Quiero jugar, maestro... Hagamos un chinchón.
Fuente: Alejandro Dolina, Crónicas del ángel gris, Bs. As., Colihue, 2010, p. 142.