Revista Opinión

Diálogo político y económico. Por Alfredo Abrisqueta

Publicado el 15 noviembre 2011 por Alfredo

Diálogo político y económico. (Por Alfredo Abrisqueta).
En medio de una gran crisis económica mundial, se celebraba, no obstante, una suntuosa conmemoración por el aniversario de la democracia española en el Hotel Palace de Madrid. Se encontraban allí reunidos todos los políticos del congreso de los diputados y del senado, varios miembros de entidades privadas que representaban a las empresas multinacionales, bancos, etc. También allí se habían presentado un grupo de periodistas de gran influencia, amigos y afiliados de los partidos políticos. Sin olvidarme entonces de varios economistas que formaban parte del gobierno y de las universidades públicas y privadas. Por otro lado, los jueces y los abogados más importantes del país se encontraban reunidos charlando sobre asuntos políticos con varios empresarios. Por fin, y por último, no podían faltar los representantes de la Iglesia Cristiana Apostólica y Romana.
Mientras llegaban los últimos invitados en sus carruajes modernos que representan la riqueza de su clase social, los músicos tocaban bellas partituras clásicas para animar el ambiente con un dulce estilo armonioso que caracterizaba a la maravillosa música del siglo XIX. Por otra parte, en la calle se escuchaban los ruidos de otra fiesta intencionada, que abucheaban sin cesar, pero que apenas no molestaba, y casi ni se podía oír gracias a la armonía de la música del hotel y las largas conversaciones entre los invitados. Sin embargo, estos manifestantes anunciaban sus demandas políticas con los cantos "no hay pan para tanto chorizo" mientras se acompañaban de trompetas, tambores, malabares, pitos, maracas, y mimos que representaban la imagen esperpéntica de la política española.
Sin embargo, en el Hotel Palace, se encontraban allí reunidos discutiendo un par de políticos, uno de izquierdas llamado Felipe, uno de derechas llamado José María, y un banquero que ahora no me acuerdo muy bien que banco poseía, pero se llamaba Emilio. Si mi memoria no me falla, la tertulia comenzaba rodeada de exquisitos manjares y vinos de las bodegas más prestigiosas del mundo, así como los más exóticos puros cubanos. Entre las risas y las notas, la tertulia comenzaba así:
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