Diálogos Inolvidables: Hermano Sol, Hermana Luna

Publicado el 28 marzo 2013 por Atticus

Hermano Sol, Hermana Luna(Fratello Sole, Sorella Luna, 1972)

Director: Franco Zeffirelli. Guión: Suso Cecchi D’Amico, Kenneth Ross, Lina Wertmüllerm Franco Zeffirelli. Reparto: Graham Faulkner, Judi Bowker, Lee Montague, Valentina Cortese, Leigh Lawson, Kenneth Cranham, Alec Guinness, Michael Feast, Adolfo Celi. Premios Oscar: Nominación por Mejor Dirección Artística.  

Francisco, hijo del comerciante Pedro Bernardone y de Pica, es un joven alegre y despreocupado al que le gusta divertirse con sus amigos. Participa en la guerra contra Perusa y regresa enfermo y cambiado. Tras mucho meditarlo, conmovido por la miseria de los obreros de la tintorería de su padre, renuncia a todos sus bienes y se dedica a reparar la iglesia de San Damián, con ayuda de sus primeros seguidores. Uno a uno se le van uniendo los viejos amigos y también la joven Clara. Viven de limosna y sus paisanos los toman por locos. Decidido a defender sus razones va a entrevistarse con el papa Inocencio III para saber si ha errado o no en dejar su acomodada vida para dedicarla al servicio de Dios y de los más pobres.










La escena que hemos elegido para este día de la Pasión, corresponde al último tercio de esta poética y sobresaliente película del director florentino. Un drama biográfico que retrata a uno de los personajes más destacados del cristianismo, santificado y con gran número de devotos que siguen sus ideales en la actualidad. Un hombre dedicado a los pobres y a los enfermos de tal forma que llegó a ser un ermitaño que pregonaba que el verdadero tesoro no está en la tierra sino en el cielo.



En la Italia medieval, Francisco (Graham Faulkner) y sus seguidores han conseguido entrevistarse con el Papa (Alec Guinness), y aunque uno de sus amigos religiosos le ha dado un manuscrito con lo que tiene que decir al sumo pontífice para no quedar aún más en ridículo, visto la facha que traen, el joven Francisco interrumpe su lectura y comienza a hablar con las palabras que salen de su inspirado corazón.



Francisco: Miren los pájaros del cielo. Ellos no siembran ni cosechan. Ni almacenan en graneros. Sin embargo el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida, o unos centímetros a su altura? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni crecer. Ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Hombres de poca fé: no se inquieten diciendo “¿qué comeremos, qué beberemos o con qué nos vestiremos?” Son los paganos los que van detrás de esas cosas. Busquen primero el reino y su justicia. Y todo lo demás se les dará por añadidura.
Cardenal: ¡Pero si es Mateo! ¡¿Cómo se atreve a citar el Evangelio?!
Francisco: No acumulen tesoros en la Tierra, donde las polillas y la herrumbre los consumen, y los ladrones se los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo; donde no hay polillas, ni herrumbre, ni ladrones que roben. Allí donde esté su tesoro… estará también su corazón.

 
La corte del Papa queda desconcertada y molesta por la mención que el desaliñado jovencito hace del capítulo 6 del Evangelio según San Mateo. Gritan y piden que lo arresten. Lo llaman blasfemo y llaman a la guardia para que lo saque a él y a sus acompañantes del Vaticano. Sin embargo, y aunque lo hacen, el corazón del Papa también ha quedado imbuido de ese amor que Francisco De Asís proclama al encontrar a Dios en la naturaleza, en la sencillez y en la humildad. Volverá a llamarlo, y esta vez sí para darle la aprobación que tanto necesita para su ministerio.