Medianoche en París
(Midnight in Paris, 2011)
Director: Woody Allen.
Guión: Woody Allen.
Reparto: Owen Wilson, Marion Cotillard, Rachel McAdams, Katy Bates, Tom Hiddleston, Corey Stoll, Mimi Kennedy, Kurt Fuller, Michael Sheen.
Premios Oscar: Mejor Guión Original. Nominaciones por Mejor Película, Mejor Director y Mejores Dirección de Arte.
Gil Pender (Owen Wilson) es un guionista estadounidense, soñador y bohemio por excelencia. Le encanta la apariencia de Paris bajo la lluvia e insiste constantemente en que nació demasiado tarde, pues hubiera sido completamente feliz en los maravillosos años 20, aquel periodo de entre guerras que le concedió al mundo el auge de grandes artistas, literatos y cineastas. Así, Midnight in Paris describe su llegada a la capital francesa, acompañado de su prometida Inez (Rachel McAdams) y de los adinerados padres de ésta... Cansado de escribir guiones para Hollywood, Gil ha escrito una novela que todavía no se ha atrevido a publicar. En París encuentra el lugar perfecto para dar rienda suelta a su imaginación, viéndola como una ciudad poética e inspiradora, pero Inez, su familia y su círculo de amistades ven en París una oportunidad para comprar muebles caros, hacer negocios o alardear de sus conocimientos de arte. Una noche Gil se encuentra paseando sólo por las calles de París, cuando un coche antiguo se para frente a él. Ante la insistencia de los ocupantes del coche, Pender se anima y sube. En el viaje se encontrará con algo realmente increíble: se le transporta a un mundo fantástico donde conocerá grandes personalidades y sobre todo a una musa, Ariadna (Marion Cotillard), que le hará dejar de lado su obsesión por el pasado y empezar a vivir su presente.
La escena que hemos elegido se sitúa casi al inicio de esta encantadora comedia romántica. Mientras Gil y su prometida pasean con sus amigos Paul y Carol por los jardines del Palacio de Versalles, se hace obvia la incomprensión y el sarcasmo que se tiene hacia la nostalgia que Gil siente por el pasado que no le tocó vivir. Paul (Michael Sheen) es esposo de Carol (Nina Arianda), y fue un antiguo compañero de universidad de Inez, pero es tan estirado y sabelotodo que el calificativo de pedante se le queda corto. En pocas palabras, es el yerno que querrían los futuros suegros de Gil. A este se le pregunta en qué trabaja el protagonista de la novela que está escribiendo, y él se muestra esquivo, porque sabe que las burlas hacia su obra no tardarán en aparecer. Su novia no le ayuda demasiado, y es ella quien propicia la siguiente conversación...
Inez: Ok. Trabaja en una tienda de nostalgia (revela sobre el personaje de la novela)
Carol: ¿Qué es una tienda de nostalgia?
Paul: Ah, ¿no me digas que es una de esas donde venden muñecas de Shirley Temple y viejos aparatos de radio?
Inez: ¡Exacto!
Paul: Nunca he sabido quién compra eso. ¿A quién le interesa?
Inez: Pues… a gente que vive en el pasado. Gente que cree que su vida habría sido más feliz si hubieran vivido en épocas pasadas.
Paul: Mmm. ¿Y en qué época habrías preferido vivir tú, Don Quijote? (pregunta al escritor)
Inez: (ríe) En París, años veinte (responde la novia).
Gil: Sí…
Inez: ¡Bajo la lluvia!
Gil: Bueno, es una gran idea…
Inez: Cuando no era lluvia ácida. ¡Lo siento! (interrumpe)
Paul: Uh, entiendo. Sin calentamiento global, sin televisión ni terroristas suicidas, ni armas nucleares ni cárteles de drogas.
Carol: Es el típico cliché de las historias de horror.
Paul: Es que la nostalgia es negación. Una negación del doloroso presente.
Inez: Bueno, Gil es un completo romántico, porque él sería más que feliz viviendo en un estado de perfecta negación…
Paul: Y el nombre para esta negación es “el complejo de la edad de oro”.
Inez: Ah.
Carol: Touché.
Paul: Sí, se trata de la idea errónea de que un periodo distinto es mejor del que vivimos. Sabes, ese es el fallo de la imaginación romántica de aquellas personas que tienen dificultades para enfrentar el presente...
Gil está perdido en su presente, está aburrido de su trabajo y está empezando a tener dudas sobre su futuro con Inez. Ella no comparte sus gustos, los crítica, y las “refinadas” amistades de su prometida hacen otro tanto. Tras una tediosa cena aguantando la remilgada cocina francesa y el monumental ego de Paul, Gil decide dejar a sus acompañantes para pasear solo por las calles de París. Perdido por la ciudad del amor, se sienta en unas escaleras a recuperarse de los daños ocasionados por el vino local. Pero cuando el reloj da las doce, un coche de hace casi un siglo llega lentamente. Se estaciona a su lado. Se abre una puerta y sus alegres pasajeros le invitan a subir. A partir de ahí... pura y auténtica magia cinematográfica, en esta, la mejor película de Allen desde Match Point (2005).