Diamantes negros: la cara fea del fútbol

Publicado el 17 enero 2016 por La Cara De Milos La Cara De Milos @LacaradeMilos

Ayer venía muy al caso ver Diamantes negros (2014) la producción española dirigida por Miguel Alcantud que tiene como tema principal el tráfico de adolescentes africanos que se produce para gloria del fútbol europeo (que parece siempre que Europa está libre de pecado y solo Estados Unidos es el mal). Y venía muy al caso por la reciente multa que la FIFA ha impuesto a Real Madrid y Atlético de Madrid por fichar a menores. Si algo me ha enseñado mi padre, sin quererlo, es que te puede gustar el fútbol (jugarlo, verlo de vez en cuando) sin ser un fanático idiota y oligofrénico que permite que el resultado de un partido influya en su estado emocional. Lo peor es que a los futboleros que presumen de ello les importa un pimiento lo que pase de puertas para adentro mientras su equipo gane, y eso sí que es muy triste. Diamantes negros, así como otros documentos literarios o audiovisuales, viene a llevar ese vacío.

Diamantes negros nos cuenta la historia de Amadou y Moussa (interpretados por actores amateur, uno de ellos que verdaderamente sufrió lo narrado en el film), dos adolescentes de Mali a los que un día un supuesto cazatalentos les promete el oro y el moro: llevarles a París, jugar en grandes equipos, contratos multimillonarios... a cambio de una inversión inicial de unos 2.500 € que, como podréis imaginar, en Mali es muchísimo dinero, y hay que hacer cosas muy desagradables para conseguirlo. Al llegar a Europa, Amadou y Moussa se encontrarán con la verdad. Es solo el comienzo y primer acto de Diamantes negros.

Diamantes negros explota su sentido realista, tanto como para haberse rodado entre Mali, España, Portugal y Estonia (con este orden de aparición), con una imagen en el mismo sentido, ofreciendo ua fotografía de contrastes entre distintos hábitats (pobre-rico; urbano-rural; esperanzador-descorazonador...) con diferentes recursos objetivos sin transgresión alguna en cuanto a perspectiva, luz o enfoque se refiere.

A destacar, el trabajo de los actores protagonistas de Diamantes negros, sobre todo Setiqui Diallo y un Carlos Bardem que se siente muy cómodo en su papel y lo borda, mucho mejor que en Alacrán enamorado (aunque aquí no la haga mal precisamente). Willy Toledo también luce estrella, no así tanto Carlo d' Ursi, que se pierde en sus registros ofreciendo un desequiibrio histriónico memorable. No obstante, todos los personajes de Diamantes negros giran en torno a los dos principales, corazón de la historia, una historia que, además de denuncia supone también un conmovedor relato sobre la amistad, la ilusión y el desencanto. El guión de Diamantes negros está muy bien trabajado, con una historia excelentemente construida y ejecutada, sin fisuras, sin diálogos memorables pero con una acción marcada con metrónomo y mantenida con sobriedad que no permite que tu atención decaiga: todo aparece en el momento oportuno y, además, guarda sorpresas: no ofrece un final como el de Se7en, pero, aunque mi intuición me marcó una pauta respecto al desenlace, no me imaginé que sería el que fue. Un final que te obliga a mirar con otros ojos la realidad, futbolística o no.

Diamantes negros es un viaje desde los campos de fútbol destartalados a pie de vertedero de Mali hasta las calles de Madrid, a los campos de fútbol de Portugal y de Estonia; un viaje por el racismo, por la explotación, por la inmoralidad; un viaje que te cuenta la historia real de 20000 niños y adolescentes africanos que fueron traídos a Europa con promesas de hacerles millonarios y hoy vagan por sus calles sin oficio ni beneficio. Una película que deberían ver todos los aficionados al fútbol, desde el gilipollas de Tomás Roncero al niño que sueña con jugar en el Real Madrid.

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