Diario 'Daredevil': Temporada 1, capítulo 8

Publicado el 22 abril 2015 por Doctorindy

Joder. Virgen Santa. La madre que me parió. Uf. Dejad que me calme. A ver.
Es que estamos ante el mejor capítulo de la serie en lo que llevamos de Diario. Digno de nominaciones a premios y esas cosas. Es el episodio en el que Wilson acapara todo el protagonismo y se abre ante nosotros. Si en el anterior tuvimos flashbacks de nuestro héroe, ahora le toca al villano.
Antes de meternos en faena, vamos a comentar un par de detalles ajenos a Fisk. Para empezar, destacar la química del trío protagonista. Me encanta verles juntos. Las pullitas, las risas, las miradas... vería una serie que fuese simplemente de estos tres colegas trabajando. En serio. Una sit-com de título ingenioso. Sin enmascarado ni mafias ni nada. Creo que es una de las mejores cosas que se pueden decir de la serie. Que sin todo lo que la hace acojonante seguiría siendo guay.
Otro detalle a tener en cuenta: en el 4º capítulo vimos que el Ruso sin Cabeza intentó rajar a Fisk, pero su chaqueta parecía ser más resistente de lo habitual. Ahora sabemos porqué. Melvin Potter, que en los tebeos se convirtió en el villano Gladiador para acabar reformado más adelante, es un sastre que hace trajes especiales para Fisk y compañía. Descubriremos más sobre esto en el futuro, pero está claro que el camino que llevará al traje rojo de Daredevil ya se vislumbra.
Venga, ahora sí. Hablemos de Wilson. Es aquí cuando queda totalmente definido, y por tanto vemos finalmente lo complejo y contradictorio que es. Creo que nunca he visto a un villano comiquero como él. Alguien con una distorsión total del bien y el mal que sin embargo parece desconocer. Sí, ya habíamos visto a villanos que creen hacer lo correcto, pero esto es distinto. Porque en este caso conocemos qué es lo que el villano en cuestión no quiere hacer, de qué figura está huyendo. De su padre, un hombre mediocre, miserable y acomplejado. Un abusón de patio de colegio. Alguien que solo quiere ganar pasta. Y que se jodan aquellos a los que tengan que pisar para alcanzar su meta. Afortunadamente fracasa como político corrupto en ciernes porque los votantes de la Cocina del Infierno no son españoles, y en la siguiente escena es cuando nace el código moral de Fisk, creo. Su padre quiere que pegue a un chaval que se ha reído de ambos. Wilson lo hace, pero no lo disfruta. Sabe que está mal. Sabe que el malo es su padre. Ahí está el objeto de odio de Wilson: los abusones. La gente que hace daño a los demás para descargar su frustración. Vale, pero esto no es malo. Coño, el Capitán América también los odia. Sí, Wilson tiene unas intenciones bondadosas. Pero sigue siendo un psicópata. Un psicópata que nació al asesinar a su padre para proteger a su madre. Eso SÍ lo disfrutó. Como disfrutó matando al ruso. Es una liberación para él. Por tanto, estamos ante un hombre con una sed de sangre brutal en su interior, pero una sed que desata con la gente que le humilla, que le hace daño, que le hace sentir pequeño e impotente. Gente como su padre. Gente como... Daredevil. Pero ese sueño que tiene para Nueva York es sincero. Y obviamente no se va a cumplir matando a golpes a todo el mundo. Así que finge. Juega a ser un mafioso refinado, un frío hombre de negocios. Y lo hace muy bien, porque inteligencia y capacidad para mover hilos no le faltan, por eso está donde está. Pero sigue siendo un niño lleno de rabia y miedo y cubierto de sangre. Un niño al que ve todas las mañanas en el espejo y al que mantiene calmado gracias a la pared en blanco. Y por eso Vincent D'Onofrio interpreta a Fisk como si intentase contener algo, como apunté en mi análisis del 4º episodio. Contiene al niño. Y últimamente le está costando. A parte de estar enamorado, Daredevil se acerca cada vez más, y sus asociados desconfían de él, le están abandonando. Por eso necesita a Wesley y Vanessa. Ellos sí son fríos y cerebrales. Sí, ella también. Aquí queda claro que es una arpía. Por fin ha conocido al verdadero Wilson, al niño psicópata que no quiere ser un matón como su padre y sin embargo sí lo es. Y le quiere. Y va a formar parte de esto.
Aquí llega el espectacular final. Justo cuando Matt y la pandilla van a mover ficha, Vanessa lo hace antes. Ya conocen todos a Wilson Fisk. Les ha convencido de que es un filántropo. Wilson da un discurso tan llamativo pero mucho menos sincero que el que preparaba Ben (tremendo), totalmente populista. Él es el héroe y "el Diablo de la Cocina del Infierno", el malo malísimo. Y a Matt se le acaban las opciones. Pronto solo quedará una.