Cerca de los accesos se respira el ambiente a final. Las medidas se seguridad no parecen reforzadas. No tiene pinta de que vaya a existir incidente alguno. La tranquilidad ha sido la tónica dominante en los días pasados. Los cafres reservan sus energías para otro deporte.
En algo más de media hora arranca el Real Madrid-Regal Barcelona.
Final
Salto inicial y los primeros compases resuenan en mi cabeza. El Real Madrid da la sensación de no haber salido del vestuario. El Barça enchufa el cargador de su máquina a la red y en esta ocasión es Anderson el encargado de abrir la distancia en el marcador.
Los de Messina necesitan un libertador como el comer y es cuando surge Tomic. Un tipo blando para muchos, diamante por pulir para otros, jugador irregular en el cómputo global. Antes de que los azulgrana lleguen a una diferencia insalvable, el croata espabila y se merienda a todo el que se empareja con él. Ni Lorbek, ni Vázquez, ni Perovic ni Ndong. El primer cuarto es de Ante. Los catalanes igualan a los blancos con el afán anotador de Anderson, que encesta más de la mitad de los puntos de su equipo. Navarro está desconocido y Rubio vive un bache mental que le persigue hace tiempo. Es demasiado joven para soportar tanta presión año tras año, y la exigencia es total.
Alan Anderson se levanta una y otra vez con acierto, y el Madrid defiende su fortín como nunca. El problema es que al otro lado de la cancha se muestra falto de ideas y fallón. Llull es como un naúgrago a la deriva, y ni resuelve en ataque, ni es eficaz cuando Messina le da los galones de base. Mal partido para el de Mahón.
A Navarro le cuesta también engancharse al partido y sufre cada vez que encara la canasta. Ni los tiros lejanos ni sus "bombas" funcionan hoy. Sada sin embargo se manifiesta como un director de orquesta perfecto. Manda, ordena, anota y no suelta a su par. Gran parte de las opciones del Barça pasan por la cabeza del infravalorado base catalán.
Superado el primer cuarto de ensueño de Tomic, la zona blanca entra en un bache del que no es capaz de recuperarse. Reyes y Fischer son superados por la batería de hombres altos de Pascual. D´or no se quita la etiqueta de jugador gris. Para qué habrán fichado a Begic, me pregunto.
El empuje de Suárez, al que le cuesta horrores anotar desde el poste, y las ayudas de Mirotic y Prigioni establecen el equilibrio en el marcador. Al descanso empate a 30. Se avecina un final de infarto.
En el descanso le toca el turno a la final del concurso de triples de aficionados. Un chaval de Madrid, Amancio, derrota con suficiencia al representante malagueño, Nando. Me gustan este tipo de concursos.
La segunda parte empieza con el Barça elevando su intensidad, intentando zafarse de un entramado defensivo que mantiene con vida al Madrid. Fischer y sus largos brazos sirven esta vez de escudo y permiten a su equipo respirar. Sería buen asunto que D´or buscase el aro al otro lado.
Sergio Rodríguez suple a Prigioni, cansado y cargado de faltas. El "Chacho" se pone serio y anota cuatro puntos consecutivos. La réplica la pone Sada, que francamente es el verdadero líder del equipo catalán. Con Ricky fuera de circulación, Víctor es el MVP en la sombra. No todo es anotar, hay que poner el alma en la cancha.
Ettore se desespera en el banquillo pero sus jugadores no dan más de sí. Nadie puede frenar a Morris, que lanza triples como si estuviese en su sillón con el mando a distancia. Felipe resopla y pide un esfuerzo adicional porque el partido se escapa.
El Barça hace lo que quiere. Ya sea desde la línea de tres puntos o por medio de alley-oops, el caso es que la resistencia blanca va agotándose. Tucker desespera a la hinchada con sus amagos y el balón, sencillamente, no entra. Los azulgrana se van.
En los últimos minutos el tanteo hace imposible la remontada, a pesar de un último arreón blanco que se queda ahí. El Barcelona es de nuevo campeón de la Copa. Ricky corta la red y los jugadores desfilan para estrechar las manos institucionales y poder levantar el merecido trofeo.
Se termina la Copa del Rey. A casa. Hasta el año que viene.