Tal y como os conté en el anterior capítulo de esta andadura, finalmente conseguí que me derivasen al ginecólogo de la SS.
Pero no podía ser todo tan bonito y fácil. No, claro que no.
Recibí la carta del hospital a mediados de agosto. En cuanto vi el sobre en el buzón, supe que sería ESA cita con el ginecólogo de suelo pélvico por la que tanto había luchado.
Al abrir la carta no me lo podía creer.
14/03/2017
Pero vamos a ver. ¿A dónde se supone que voy yo con mi vagina contracturada y mis flatulencias sin control? ¿Qué va a pasar con ese dolor constante de cadera o de bajos en general?
Yo no puedo esperar 6 meses para que me vean en una primera cita. Porque no habrán considerado mi caso como urgente, pero para mí lo es.
Hasta aquí he hecho todo lo posible por ir a través de la SS, y no cancelaré la cita, pero ya veremos qué ha llovido hasta entonces. Porque he tomado algunas decisiones.
La primera, es volver a ver a mi ginecólogo y preguntarle si conoce algún centro privado dónde hagan este tipo de rehabilitaciones y después comprobar si me entra por el seguro privado.
Y la segunda, es ir a ver cuánto antes a un osteópata y ponernos manos a la obra.
Septiembre va a ser (y ya lo está siendo), un mes de muchos cambios que me estoy tomando muy en serio. Mi flor (por no decir vagina o chirri… vaya, ya lo he dicho), es muy importante para mí y necesito solucionar algunas cosas además del sexo.
Así que, en esas estamos. Todavía no me creo que la cita de la SS esté tan lejos, pero bueno, ahora con el curro y todo, a ver como me organizo para ir a mi gine.
¿Qué os parece? Alucinante, ¿no? Aunque en el fondo no me extraña, si por algo es famosa la SS es por sus largas listas de espera, pero jolín… En fin, ¡ya me entendéis!