Como ella ya ha decidido y ha sido capaz de legalizarlo, especialmente ante sus compañeros de instituto, puedo escribir, comunicar y legalizar yo también que mi preciosa hija de 16 años, padece anorexia, bulimia y conductas auto lesivas.
La verdad es que me duele sólo con escribirlo, pero, siendo como soy, necesito comunicarlo y, si además, sirve de alguna forma de ayuda, pues mejor que mejor.
Desde que descubrimos que mi hija padecía estas terribles enfermedades, no he sido capaz de llorar, a pesar de la necesidad que he sentido en multitud de ocasiones y de la necesidad física y emocional de hacerlo, es como si estuviese bloqueada, seca, así que, supongo que cuando logre hacerlo, no pararé en varios días y, la verdad es que mi cuerpo lo agradecerá, porque ya hemos tenido que echar mano de medicación para aliviar ansiedad e insomnio.
Aquí comienzo este diario que inicié en una libreta en largas horas de hospital y que iré continuando con avances y retrocesos,y os seguro, que jamás pensé que tendría que escribir:
"Querida hija:
Llevo días con la idea de escribir este diario, destinado a explicarte, de la mejor forma que se, todos los sentimientos que proceso desde que conozco tu enfermedad.
He decidido obviar la fase de negación y enfado por la que pasé cuando descubrimos ese cuaderno, lleno de anotaciones de tallas y pesos tuyos, porque, aunque forma parte del proceso, no me siento orgullosa de ello (ves? todos tenemos cosas de las que avergonzarnos).
No sé cuando seré capaz de darte a leer esto, quizás cuando tu estés preparada, quizás cuando yo este preparada, pero, de algún modo, quiero hacerte sentir que, todo este proceso no es solo tuyo, es de toda la familia, pero especialmente tuyo y mio.
Hoy es viernes 8 y me encuentro esperando para entrar a cenar contigo en la unidad. Llevas/llevamos casi 15 días ingresada en el Hospital Niño Jesús, en la Unidad de Trastornos Alimenticios (Sala Santiago) y, aunque aun no lo veas, estas dando unos pasos espectacularmente grandes para tu recuperación.
El grupo de terapia al que asistes te esta removiendo muchas cosas añejas, de tu infancia, de una fase de nuestras vidas que a las dos nos hizo mucho daño y, de alguna forma, me siento muy responsable de ello hija. Verte llorar abrazada a mi, suplicando dejar de sufrir, me ha hecho mucha mella mi vida, mucha y es la forma más humana posible, de ver la autodestrucción a la que puede llevarte esta enfermedad, seguida de cicatrices mal cerradas.
Aun no se como, tras ver, sentir, oír y pasar por lo que estamos pasando estos días, aun mi corazón está entero, porque la verdad, yo lo siento roto en pedazos.
Estamos a punto de tener nuestro primer permiso para llevarte unas horas a casa y me siento emocionada, a la vez que muy asustada, porque, como te he dicho anteriormente, esta enfermedad la padecemos todos los componentes de esta familia y, llevarte a casa, significa un control importante de comidas y actuaciones, tal y como nos pautan en la unidad y temo fallarte hija, temo no hacerlo bien y que eso repercuta en tu tratamiento.
Por hoy te dejo mi niña, porque ahora mismo entro a cenar contigo y, como en estos dias desde que estás aqui ingresada, vamos a pasarnos el ratito abrazándonos, porque es algo que hemos recuperado, tenerte acurrucada en mi regazo me ha devuelto a mi niña amorosa y esa parte de "madre", que la adolescencia a veces nos roba."
Abrazos.