¿Sabemos el efecto que producen nuestros actos en otras personas, en el mundo? No sólo los reales, claro, sino también los literarios. Me preocupa, como si temiera que realidad y ficción se mezclaran hasta dejar un rastro de desolación donde la ambigüedad prevalezca. ¿Cuál es mi novela en estos momentos? ¿Asesinato en la ciudad del diseño? ¿El blog literatura basura? ¿Ambas? ¿Ninguna? ¿Y quién se erige en narrador de cada una de ellas? No lo sé con certeza. Es como si se difuminasen las paredes y confluyeran los destinos. Me preocupa, por mí y por Gonzalo Garrido que, al fin y al cabo, es otro personajillo de la historia, aunque él no lo sepa todavía.
Sospecho que Asesinato en la ciudad del diseño va a tener repercusiones que van más allá de la trama literaria. No me extrañaría que Malpartida o Mato comenzasen a querer aparecer en otras partes del blog con voz y sentido propio de su existencia. Es más, pienso que en algún momento quieran aniquilarlarme. Siento que los personajes, antes de demostrar que lo son y que lo valen, han decidido salirse de la líneas marcadas por la ficción y quieran tomar el control de la historia para tener que trabajar menos (como todos los ciudadanos de este santo país).
Al mismo tiempo, estoy viendo que personas reales han entrado o quieren entrar en la novela. Por de pronto, mi compañero de trabajo me ha dicho que se había visto reflejado en Francisco, el portero. Y la colega que está a su lado ha comentado que ni se me ocurra maltratar a la pobre Eva (igual cree que Eva es como ella). Aparte, un par de amigos han insistido en que les meta en la historia porque se sienten suficientemente legitimados. Por su parte, Luisa me ha comentado que está enganchada al blog y, sobre todo, al diario. Estimados lectores, comienzo a asustarme. Espero que la literatura basura no se nos vaya de las manos.