'Diario de un hombre de cincuenta años', de Henry James

 Volver al pasado tiene sus riesgos; puede ser un feliz paseo acompañado de la nostalgia de los recuerdos o puede convertirse en una dura experiencia si se comprueba que ese tiempo pasado, esa vivencia permanentemente avivada por la memoria no ha sido más que un espejismo, una irrealidad sobre la que hemos construido el sentido de nuestra vida. Porque puede iniciarse el viaje con una certeza errónea y acabarse con una duda demoledora. O quizá comenzar la andadura con una duda sobre lo que pudo haber sido para dar por rematado el camino con la certeza de lo que habría sido.
Certezas y dudas. Pasado y presente. Y futuro...
Hablar de Henry James es hablar de historias que permiten variedad de interpretaciones, derivada de la complejidad, los recovecos y la profundidad psicológica de las que dota a sus personajes en unas tramas envueltas en un lenguaje barroco de entramados sinuosos, tanto como las actuaciones y comportamiento de sus protagonistas.  Y este es uno de sus grandes atractivos; leer a James supone afrontar lecturas que tras ser disfrutadas han de ser meditadas, sopesadas, analizadas, reflexionadas... como la historia que hoy nos ocupa, Diario de un hombre de cincuenta años.  Dice el autor en un artículo, El arte de la ficción, que

"La única razón para la existencia de una novela es que trate de representar la vida"

y este relato expresa esa vida, o una parcela de ella al menos, la protagonizada por nuestro narrador quincuagenario. El 5 de abril de 1874 da comienzo a su diario. Su llegada a Florencia será el inicio de su viaje, un recorrido alterno entre el hoy y el ayer...

"They told me I should find Italy greatly changed; and in seven-and-twenty years there is room for changes."

"Me dijeron que encontraría Italia considerablemente cambiada; y en veintisiete años hay mucho espacio para los cambios". (Traducción propia)

 Loggia Dei Lanzi in Florence, de Giuseppe Cannella 

 El entrar en contacto con el joven Stanmer, enamorado de la condesa Scarabelli, hija de su antiguo amor de juventud, permitirá al narrador bucear intensamente en sus recuerdos. Nuestro viejo amigo, "el viejo soldado" pero quizá también el viejo escritor que es James, cree reconocerse en ese joven ingenuo y enamorado y en su historia de amor en la que ve reflejada la que él vivió hace veintisiete años. Ha pasado, sí, mucho tiempo, son distintos los protagonistas pero el narrador tiene la impresión de que todo vuelve a repetirse con increíble exactitud.  
El hombre de cincuenta años, ya en la madurez de su vida por tanto, vuelve a Florencia medianamente satisfecho de su bagaje vital pero desconocedor de la verdadera felicidad,

"When a man has reached his fifty-second year without being, materially, the worse for wear—when he has fair health, a fair fortune, a tidy conscience and a complete exemption from embarrassing relatives—I suppose he is bound, in delicacy, to write himself happy.  But I confess I shirk this obligation.  I have not been miserable; I won’t go so far as to say that—or at least as to write it.  But happiness—positive happiness—would have been something different."

("Cuando un hombre ha alcanzado los cincuenta y dos años  sin estar demasiado ajado- cuando goza de buena salud, buena fortuna, una conciencia limpia y una ausencia total de embarazosos parientes-, supongo que está obligado, por delicadeza, a describirse a sí mismo como feliz. Pero confieso que yo eludo esta obligación. No he sido desdichado, no iría tan lejos como decir eso; o al menos escribirlo. Pero la felicidad, la verdadera felicidad, habría sido algo diferente.") (Traducción propia)

y preguntándose si todo podría haber sido de otro modo. Quizá halle al fin la respuesta a ese interrogante.
Y sin más, solo  recordaros que, si queréis leer esta historia de Henry James- mi recomendación aquí queda- podéis hacerlo en inglés en este enlace. En castellano está publicado por la editorial Funambulista.¡Gracias por compartir!